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El adiós del cinéfilo

Alberto Duque López fue un crítico constructivo, que buscaba enseñar el cine al público. Desde 1990 escribía sus notas para El País.

30 de junio de 2010 Por: Redacción de Gaceta

Alberto Duque López fue un crítico constructivo, que buscaba enseñar el cine al público. Desde 1990 escribía sus notas para El País.

Alberto Duque López no se le cumplió su postrero sueño: morir en la oscuridad, viendo una película de Humphrey Bogart, en blanco y negro. Y, de seguro, no le reclamó a Dios por ese gesto de divino egoísmo, porque no era hombre de hacer reclamos, ni cuando tenía la razón.Este barranquillero de nombre cachaco tenía un poco de las dos culturas: de la costeña, el sentido del humor, la frescura del vivir, la riqueza de los gestos. De la andina, la sobriedad en el vivir y el hablar.También podría atribuirse esta dualidad a que combinaba la exuberancia del periodista con la parsimonia del escritor. Porque este hombre de ojos pequeños que escondía detrás de un par de gruesos cristales, veía la vida desde las dos orillas a la vez: desde la novela y la crítica literaria; desde el documental y la crítica de cine.Fue periodista hechos a pulso, “por pura intuición”, decía, llevado de la mano de Álvaro Cepeda Samudio, “haciendo turnos hasta las cuatro de la mañana, en la época del ‘plomo’, es decir, del linotipo”, contó en una entrevista.Mientras como redactor ganó el premio ‘Simón Bolívar’, con una historia del coro de niños con cáncer del Hospital La Misericordia de Bogotá, como escritor fue uno de los principales exponentes de la experimentación narrativa en la Costa Atlántica, al decir de la ensayista Hilma Nelly Zamora.Y a pesar de ello, jamás hablaba de sí mismo, ni alardeaba, ni se vanagloriaba. Ni anunció que había publicado, ni pidió que le reseñaran ‘Marlon Brando: escándalo y mito’ cuando lo publicó en 2004.Bien pudo él mismo hacer la reseña, bajo los seudónimos Muriel López y Horacio Oliveira que usó en la Gaceta Dominical de El País, desde cuando se vinculó como crítico de cine en 1990.Ese era el oficio más conocido de ‘El Tigre’, como le decían sus amigos. Y lo ejerció en casi todas las revistas del país, en la radio y en la televisión.Al decir del crítico de cine Rodrigo Vidal, “la de Duque fue muy buena crítica. Era constructiva, porque le interesaba la formación de público, y era imparcial”.Fue respetado por actores, directores y colegas (buenos y malos). Y lo dice el cineasta vallecaucano Carlos Palau: “A mí siempre me trató mal, tal vez porque no le gustaba lo que hago, pero fuimos buenos amigos. A mí no me importaba, porque siempre decía las cosas de frente”. Duque fue amigo de Danny de Vito y entrevistaba a figuras del celuloide, que de no ser por Alberto, no hubieran hablado para un diario colombiano.Los programadores lo consentían, llevándole comida al teatro. Así debía ser, porque veía seis o siete películas por día: “En la oscuridad vivo mi verdadera realidad”, confesaba.“Entendió la crítica como un ejercicio incluyente. Trabajó para acercar el cine al gran público, sin pretensión diferente del divertimento, y lo hizo muy bien”, dijo su colega Juan Carlos Romero.“Su conocimiento del cine era completo, cosa que los nuevos críticos no tienen, porque no son cinéfilos. Alberto conocía la historia del cine”, añadió Palau.Pero Alberto Duque López nunca se vio como crítico de cine, “porque nunca lo he sido, ni lo seré. Apenas soy un fanático que trata de ver todas las películas que puede, pero sin autoridad para indicarle a los demás lo que pueden ver o no ver”.Además, escritorNovelas: ‘Nueva historia de Mateo el flautista: según la versión de su hermano Juan Sebastián y las memorias de Ana Magdalena’ (Ediciones Lerner, 1968).Con esta obra ganó el Premio Esso de Novela en 1968 y la Bienal de Novela 'José Eustasio Rivera' en 1999.‘Mi revólver es más largo que el tuyo’ (Colcultura, 1977).‘El pez en el espejo’ (Planeta, 1984).‘Alejandra’ (Planeta, 1988).‘Muriel, mi amor’, (Intermedio 1995).Ensayo:‘Marlon Brando: escándalo y mito’ (Panamericana, 2004).

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