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Discurso completo de Juan Manuel Santos al asumir como Presidente de Colombia

El llamado que he hecho a la unidad nacional supone dejar atrás confrontaciones estériles, pendencias desprovistas de contenido, y superar los odios sin sentido entre ciudadanos de una misma nación. Implica convocar las mejores inteligencias y voluntades para construir entre todos un mejor país, dijo el nuevo Mandatario.

7 de agosto de 2010 Por: Elpais.com.co

El llamado que he hecho a la unidad nacional supone dejar atrás confrontaciones estériles, pendencias desprovistas de contenido, y superar los odios sin sentido entre ciudadanos de una misma nación. Implica convocar las mejores inteligencias y voluntades para construir entre todos un mejor país, dijo el nuevo Mandatario.

Si queremos lograr el pleno desarrollo económico y social, tenemos que construir unidad entre nosotros, los herederos de la gesta libertaria. En el Bicentenario de nuestra Independencia es más oportuno que nunca que los colombianos nos decidamos por la unión y no por la confrontación. Un gobierno de unidad nacional, como el que propongo, lo que plantea no es una repartición burocrática, sino una gran alianza para consolidar la Colombia que todos soñamos.El llamado que he hecho a la unidad nacional supone dejar atrás confrontaciones estériles, pendencias desprovistas de contenido, y superar los odios sin sentido entre ciudadanos de una misma nación. Implica convocar las mejores inteligencias y voluntades para construir entre todos un mejor país.Prosperidad democráticaEn nuestro tiempo, el concepto de la libertad tiene su razón de ser y su plena expresión si está ligado a la dimensión de la justicia y a la magnitud del bienestar social. Por ello propuse a los colombianos durante mi campaña —y ellos me respondieron con una votación tan abrumadora que me enaltece y me compromete— que Colombia tenía que dar el paso hacia la prosperidad democrática.Llegó la hora de que los bienes naturales que nos fueron otorgados con tanta abundancia y que los colombianos hemos multiplicado con ingenio y sabiduría, no sean el privilegio de unos pocos, sino que estén al alcance de muchas manos.De eso se trata en esencia la prosperidad democrática. De una casa digna, de un empleo estable con salario y prestaciones justas, de acceso a la educación y a la salud. De un bienestar básico, con tranquilidad económica, en cada familia colombiana. Sólo así, si ningún colombiano se levanta en la mañana con la incertidumbre de su sustento diario, sólo así será posible la existencia de una sociedad con fuerza colectiva, capaz de soñar un futuro común.Compromiso con el trabajoHoy hablo a los más de dos millones y medio de compatriotas que están en situación de desempleo y a sus familias. Cuando dije en mi campaña que el mío sería el gobierno del trabajo, trabajo y más trabajo. No eran palabras vanas. Nuestra meta es bajar el desempleo a cifras de un dígito, así como apoyar el emprendimiento de los colombianos para que surjan más empresas rentables y generadoras de trabajo.El campesino, los desplazados y las tierrasY quiero que me escuchen en los campos —en las montañas, en las llanuras, las selvas y las costas de nuestra tierra— los campesinos de Colombia. Vamos a defender al campesino colombiano, vamos a convertirlo en empresario, a apoyarlo con tecnología y créditos, para hacer de cada campesino un próspero Juan Valdez.Porque ese campesino es la persona capaz de alimentar a Colombia y de ayudar a sustentar a un mundo ávido de alimentos. Colombia puede ser una despensa productiva para el planeta, y trabajaremos con empeño para que así sea.También vamos a trabajar para que los campesinos sean dueños de las tierras más productivas de Colombia y para que las exploten. Los fenómenos del narcotráfico, del terrorismo, de la violencia, que ha sufrido nuestro país, hicieron que buena parte de las mejores tierras terminaran en manos de agentes de la violencia. Eso lo vamos a reversar.Crecimiento económico, infraestructura e inversiónPor supuesto, para lograr todos estos avances sociales se requiere una economía sana y próspera. La economía de nuestro país tiene que crecer cada vez más, porque las expectativas y necesidades de nuestro pueblo crecen igualmente cada día.Juntos, Gobierno y sector privado, empresarios y trabajadores, vamos a impulsar las cinco locomotoras que harán despegar nuestra economía, con un destino cierto: el crecimiento y la creación de trabajo.Con el campo, la infraestructura, la vivienda, la minería y la innovación pondremos en marcha el tren del progreso y la prosperidad, que jalonará los vagones de la industria, del comercio y los servicios, que son los mayores generadores de empleo.Para superar un rezago de décadas, seremos contundentes en la planeación y ejecución de las grandes obras de infraestructura que necesita el país, y exigiremos pulcritud y cumplimiento en su contratación y desarrollo. Manejaremos las finanzas públicas con responsabilidad fiscal y monetaria, no sólo para el presente, sino pensando en las futuras generaciones.Colombia en pazEn medio de la voluntad y el tesón de más de 45 millones de buenos colombianos, subsiste, sin embargo, una ínfima minoría que persiste, con el terrorismo y el narcotráfico, en obstruir nuestro camino hacia laprosperidad.A todas las organizaciones ilegales las seguiremos combatiendo sin tregua ni cuartel. Descansaremos hasta que impere plenamente el Estado de derecho en todos y cada uno de los corregimientos de nuestra patria.Con la consolidación de la seguridad democrática hemos avanzado en esta dirección como nunca antes, pero falta camino por recorrer. Llegar a este final seguirá siendo prioridad, y desde ya le pido a la nueva cúpula de nuestras Fuerzas Armadas que continúe dando resultados y produciendo avances contundentes.Al mismo tiempo quiero reiterar: la puerta del diálogo no está cerrada con llave. Aspiro, durante mi gobierno, a sembrar las bases de una verdadera reconciliación entre los colombianos. De un desarme real de los espíritus, construido sobre cimientos perdurables que no alimenten falsas esperanzas, que no permitan más engaños y que no conduzcan a nuevas frustraciones en un país que, desde lo más profundo de su alma ensangrentada, lo que más desea es la paz.Tenemos que asimilar las lecciones del pasado y aprender de los errores cometidos en esta brega por superar una confrontación que hace demasiado tiempo nos desgarra. A los grupos armados ilegales que invocan razones políticas y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación, les digo que mi gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia y la construcción de una sociedad más próspera, equitativa y justa.Eso sí —insisto—, sobre premisas inalterables: la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión, a la intimidación. No es la exigencia caprichosa de un gobernante de turno. Es el clamor de una nación.Pero mientras no liberen a los secuestrados, mientras sigan cometiendo actos terroristas, mientras no devuelvan a los niños reclutados a la fuerza, mientras sigan minando y contaminando los campos colombianos, seguiremos enfrentando a todos los violentos, sin excepción, con todo lo que esté a nuestro alcance.Y ustedes, los que me escuchan, saben que somos eficaces. Lo he dicho, y lo repito: Es posible tener una Colombia en paz, una Colombia sin guerrilla, y lo vamos a demostrar. Por la razón o por la fuerza.TransparenciaComo en todas las naciones y sociedades, existe en Colombia otro sector tan ambicioso como despiadado que asecha y ataca desde las sombras. Se trata del flagelo de la corrupción.Por eso, así como a los jefes terroristas los convertimos en objetivos de alto valor para localizarlos y neutralizarlos, vamos a perseguir y combatir a los corruptos que se roban los recursos de los colombianos. Combatiremos con igual decisión la corrupción oficial o privada y la relación de vasos comunicantes entre ambas.Y que quede muy claro: si alguien en su interior abriga la oscura intención de lucrarse con los bienes públicos, le advierto desde ahora que no trate de formar parte del gobierno que hoy comienza.Justicia con proyección socialComo demócrata integral, creo y defenderé siempre la independencia de la justicia en Colombia, condición esencial de la separación de poderes, que es el alma de la democracia moderna. Por eso hoy reitero mi invitación a las altas cortes para que trabajemos en completa armonía, buscando una justicia pronta y eficaz para todos los colombianos, y combatiendo la impunidad, que es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo.Concertaremos con las Cortes, y luego impulsaremos en el Congreso una reforma a la justicia que afirme la fe de los colombianos en su sistema judicial, que nos brinde seguridad jurídica y que complemente el acento que puso la Carta del 91 en la justicia y los derechos.Política internacionalEl respeto, la cooperación y la diplomacia serán los ejes de nuestras relaciones internacionales. Queremos vivir en paz con todos nuestros vecinos. Los respetaremos para que nos respeten. Entendemos que sobre las diferencias ideológicas se impone el destino compartido de hermanos de historia y de sangre; que nos unen propósitos comunes para trabajar por nuestra región y nuestra gente.No debería ser necesario decirlo, pero a veces hay que subrayar lo sobreentendido: Así como no reconozco enemigos en la política nacional, tampoco lo hago en ningún gobierno extranjero. La palabra guerra no está en mi diccionario cuando pienso en las relaciones de Colombia con sus vecinos o con cualquier nación del planeta. Quien diga que quiere la guerra se ve que no ha tenido nunca la responsabilidad de enviar soldados a una guerra de verdad.Uno de mis propósitos fundamentales como Presidente será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador, restablecer la confianza y privilegiar la diplomacia y la prudencia. Les agradezco a tantas personas de buena voluntad que se han ofrecido a mediar en la situación con Venezuela, pero debo decir honestamente que, dadas las circunstancias y mi forma de ser, prefiero el diálogo franco y directo. Y ojalá sea lo más pronto posible.Eso sí: un diálogo dentro de un marco de respeto mutuo, de cooperación recíproca, de firmeza contra la criminalidad y de comunicación sincera y abierta. Las buenas relaciones nos benefician a todos, porque cuando los gobiernos disputan son los pueblos los que sufren.El respeto a la vidaEl respeto a la libertad e integridad de las personas es una obligación ineludible de todo Estado que se llame democrático. La defensa de los derechos humanos, óigase bien, será un compromiso firme e indeclinable de mi gobierno, y así lo reitero hoy ante mis conciudadanos, ante los honorables miembros del Congreso y ante la comunidad internacional. No lo hacemos por presiones o imposiciones externas, sino porque nos nace de la más profunda convicción democrática, ética y humana.Un nuevo amanecerColombianos: los invito a que compartamos la construcción de un nuevo amanecer. En este nuevo amanecer tenemos la oportunidad histórica para transformar a Colombia y asumir un positivo protagonismo en el escenario internacional. En este nuevo amanecer vamos a desarrollar las potencialidades de nuestra gente, de nuestra tierra, de nuestras regiones, para conquistar las oportunidades globales de los próximos 50 años.Tenemos que ir mucho más lejos de lo que hemos llegado; tenemos que pensar en grande; tener metas audaces, con visión, con ambición. Desde el Gobierno Nacional, con el vicepresidente Angelino Garzón —un formidable líder social y defensor de los derechos humanos—, y con un equipo de lujo, capacitado y dispuesto a servir al país con probidad y profesionalismo, vamos a poner todo de nuestra parte para que ese nuevo amanecer sea una realidad.Ahora que estamos listos para dar el gran salto a la prosperidad democrática, el nuevo Congreso de la República tiene una responsabilidad histórica con Colombia, y estoy seguro de que no será inferior a lasexpectativas.A las fuerzas que han manifestado su adhesión a nuestro gobierno de unidad nacional les pido un trabajo serio y consistente. A quienes quieran asumir la oposición les comunico mi absoluto respeto y todas las garantías, porque su control político y su veeduría son necesarios para el fortalecimiento de nuestra democracia. Como representantes de los intereses supremos de nuestra nación tenemos que dar ejemplo de trabajo y honradez, un ejemplo de buen gobierno.La clase política es vista con desconfianza por buena parte de las sociedades de Colombia y del mundo. Está en nuestras manos demostrar que la realidad es diferente. Les pido a Dios Todopoderoso, al pueblo colombiano, a la comunidad internacional, que me acompañen y me ayuden para sacar adelante la gran misión y responsabilidad que asumo en este año del Bicentenario de nuestra Independencia.Quiero agradecer desde ahora, en este día inolvidable de nuestras vidas, a mi esposa María Clemencia y a mis hijos, porque sé que serán mi fuerza y mi refugio en los días difíciles de gobierno, y sé que entenderán y acompañarán mis desvelos y el tiempo que destinaremos al servicio de la patria.Quiero contribuir con trabajo, con amor, con respeto, con pulcritud, con humildad y compasión, para que esta Colombia grande, alegre y valiente pueda llegar a ser algún día una nación que, además de justa, además de próspera, sea completamente feliz. Muchos países en la historia han superado duras etapas de violencia, de subdesarrollo, de conflicto y hoy son ejemplo de progreso y justicia social. Colombianos: ahora es nuestro turno. Ahora nos toca a nosotros.El mañana está llamando a la puerta y entre todos vamos a abrirla para recorrer la senda de la prosperidad, porque llegó la hora de la verdad. Llegó la hora de asumir nuestro destino. Llegó la hora de enterrar los odios. Llegó la hora de sembrar concordia. Llegó la hora de edificar unidos un país que nos llene de orgullo, un país digno para nuestros hijos. Compatriotas: ¡Le llegó la hora a Colombia!”.

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