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Claudia Caballero fue diagnosticada con Artrogriposis congénita bilateral. Se ha sometido a 23 cirugías para mejorar su calidad de vida. | Foto: Especial para El País

SALUD

Claudia Caballero, una mujer que sobrepasó dificultades para ser madre

Claudia Caballero nació con Artrogriposis congénita bilateral y, a pesar de las dificultades, decidió adoptar un hijo.

9 de mayo de 2019 Por: Anderson Zapata / reportero de El País

Solo hasta el día su nacimiento los padres de Claudia Caballero se enteraron que su hija padecía Artrogriposis congénita bilateral, enfermedad que se caracteriza por la rigidez articular en múltiples partes del cuerpo.

En el caso de Claudia sus rodillas ‘miraban’ hacia atrás y tenía una luxación de cadera. A pesar de esta impactante noticia, ellos, ambos de 25 años, decidieron sacarla adelante, realizarle los tratamientos necesarios para que llevara una vida normal y “tratarla como una niña común y corriente”.

Hoy, 51 años después, esta bogotana es madre de un joven de 14 años y es la Directora Legal de Alpina. A ella, pese a su condición, nada le ha quedado grande y afirma que no se considera “una persona discapacitada”.

“Todo lo veo desde el lado positivo y de alguna  manera fui privilegiada porque normalmente a las personas que nacen con Artrogriposis congénita bilateral, esta enfermedad les afecta las piernas, los brazos y en muchos casos tienen un tipo de retardo mental. Sin embargo, a mí  solo me dio en las piernas y a los 10 días de nacida mis padres me realizaron la primer cirugía para corregir el problema”, cuenta Claudia, quien agrega que hasta la fecha ha sido sometida a 23 cirugías que le han ayudado a enderezar sus piernas para poder caminar por sus propios medios y ser una persona independiente.

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Todo esto significó una infancia en la que Claudia debió lidiar con diferentes aparatos ortopédicos y muy pesados. “Mi niñez estuvo llena de fisioterapias, pero tuve el privilegio de   contar con unos padres que estuvieron pendientes todo el tiempo  de mi salud. Ellos, junto a mi hermana, se dedicaron a sacarme adelante y a hacerme una persona independiente”, agradece Claudia, y afirma que lo único que no ha podido hacer en la vida es patinar sobre el hielo, “ese ha sido mi sueño, y alguna vez intenté cumplirlo”.

“En el colegio fui una persona muy aplicada y nunca perdí una materia. Esa fue una forma de manejar un poco el buying. No hay nadie más cruel que un niño porque ellos se burlan de lo que no le encuentran respuesta o no entienden”.  

Reconoce que en la infancia vivió momentos muy duros, como que le echaran arena en los aparatos que llevaba en las piernas, lo que le ocasionaba llagas en la piel. Otras veces la empujaban o le escondían las muletas.

“Pude sortear todo esto porque me inculcaron un gran gusto por la lectura. Además, los ‘niños grandes’ que estaban en bachillerato me querían, para ellos yo era su mascota y siempre me ayudaban”, recuerda esta amante del bordado, especialmente en punto de cruz.

“A los niños que en este momento sufren algún tipo de bullying les digo que la diferencia es algo que nos debe enorgullecer y no debemos dejarnos afectar por los comentarios necios. Evitemos la burla mostrando nuestras capacidades y habilidades”, explica Claudia, y recalca que no se considera “una persona discapacitada, pues solo tengo una dificultad que no me impide hacer las cosas que hacen los demás”.

Una prueba de ello es que decidió estudiar Derecho en la Universidad de los Andes de Bogotá, cuyo campus no está ubicado sobre una superficie llana, todo lo contrario, se encuentra sobre una montaña que obliga a los estudiantes a subir y bajar escaleras.

Su día más feliz

En 2007 Claudia contrajo matrimonio, y  junto a su pareja de aquella época decidieron que querían ser padres. “Siempre he tenido una empatía muy especial con los niños y desde muy pequeña quise ser mamá, pero  sabía que físicamente debía indagar si esa opción era posible”, recuerda.

“Tiempo después tomamos la decisión de irnos por la vía de la adopción. El proceso lo iniciamos en diciembre del 2007 y  el 17 de julio del 2008 llegó mi hijo Daniel a nuestras vidas. Cuando lo conocimos tenía tres años y tres meses. Ese ha sido el momento más importante de mi vida”, dice Claudia llena de felicidad y emoción.

“Ser mamá  ha sido una experiencia increíble y tiene sus retos. Cuando llegó Daniel a casa era un pequeño de tres  años que ya pensaba, hablaba, entendía y sabía qué pasaba. Él siempre ha sabido cuál es su origen y de dónde viene. Además, tenemos una conexión muy especial porque decimos que cada uno ha tenido su reto en la vida y que los dos hemos salido adelante”, comenta en medio de la nostalgia.

Ahora Claudia es mamá y papá al mismo tiempo y reconoce que Daniel es el  motor de su vida. “Cuando él llegó a mi vida tomé la decisión de que yo no quería trabajar más en firmas de abogados porque ese empleo requería de mucho tiempo. Por eso hace cuatro años ingresé a trabajar en Alpina y esta compañía ha entendido perfectamente que las mamás necesitamos  tiempo, que nos debemos a nuestro trabajo pero también a nuestros hijos”.

 Eso sí, Claudia admite que hay días difíciles en los que parece que el sol no brillará, pero recuerda todos los obstáculos que ha sorteado y toma nuevamente fuerzas para salir adelante, como lo hacen miles de madres en Colombia a diario para sacar adelante a sus hijos.

A las madres solteras les digo que “no estamos solas, que se vale sentirse en algunos momentos triste, pero después de hablar con una amiga o de darle un abrazo a nuestros hijos, siempre encontraremos un motivo para salir adelante. En los momentos más duros y cuando uno más cree que ser mamá nos va a quedar grande, llega  tu hijo y te da un abrazo. Ese es el mejor sentimiento del mundo”.

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