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'Chuzadas': ¿en la delgada línea entre la inteligencia legal y la ilegal?

Los organismos de inteligencia actúan en todo el país y se mimetizan con su entorno para obtener mejores resultados. Militares reconocen que en el caso de Galerías, Bogotá, hubo errores de procedimiento.

9 de febrero de 2014 Por: Redacción de El País, Bogotá

Los organismos de inteligencia actúan en todo el país y se mimetizan con su entorno para obtener mejores resultados. Militares reconocen que en el caso de Galerías, Bogotá, hubo errores de procedimiento.

“En cualquier parte, incluso al lado de su casa, puede haber todo un esquema de inteligencia y usted no se da cuenta de lo que pasa. Entre más invisibles sean, más posibilidades de éxito tienen para completar la misión”.Así operan los ‘camaleones’, esos hombres y mujeres que hacen parte de los esquemas de inteligencia del Estado y que tienen todos sus sentidos en su máximo umbral para que no se les escape el mínimo detalle de información que pueda sustentar las sospechas sobre un hecho específico.La historia surge de la voz de una fuente que lo ha vivido y que, por obvias razones, prefiere que no se revele su identidad. “En el país existen más de 100 oficinas como la que se detectó en el barrio Galerías de Bogotá”, cuenta mientras recuerda que el tema de las ‘fachadas’ es “el pan diario de la inteligencia en Colombia”.La fuente se sumerge en la historia y revela que la labor principal de estos agentes es “chequear si hay llamadas por celular, es lo más fácil de seguir. Luego, cuando tienen algo miran los correos electrónicos, los mensajes de texto, el WhatsApp y demás aplicaciones y cuando tienen la información la clasifican y la archivan”.Dice que, en ocasiones, “mandan mensajes a la persona para que responda y de inmediato los hackers actúan y entran a las cuentas para analizar la información que existe”.De acuerdo con la ley “la función de inteligencia y contrainteligencia es aquella que desarrollan los organismos especializados del Estado del orden nacional, utilizando medios humanos o técnicos para la recolección, procesamiento, análisis y difusión de información, con el objetivo de proteger los derechos humanos, prevenir y combatir amenazas internas o externas contra la vigencia del régimen democrático, el régimen constitucional y legal, la seguridad y la defensa nacional, y cumplir los demás fines enunciados en esta ley”.Para la fuente es claro que “no es normal que se espíe a personas que no tienen líos con la justicia, menos sin que haya una orden judicial que autorice este procedimiento” pero admite que en algunos casos “existen otras órdenes de hacer seguimientos y hay que cumplirlas”.Insiste que en Colombia “no es permitido espiar sin orden judicial a un ciudadano común, pero sí es válido cuando se trata de grupos ilegales”.La labor de seguimiento es de 24 horas al día. “Hay turnos para no perder ningún detalle. Se vive, se come y se dedica mucho tiempo a eso. Es un trabajo duro que debe tener resultados”, dice al confirmar que “cuando un grupo no entrega resultados, se replantea y se repliega todo el personal a otros sectores de investigación”.Sobre esta realidad, el exdirector de la Policía, general (r) Luis Ernesto Gilibert, dice que “la inteligencia del país debe ser recursiva y audaz”.Explica que “cuando un hombre se infiltra en una organización se está jugando la vida”.Además, el exdirector de la Policía manifiesta que existen dos tipos de inteligencia: la táctica que tiene que cumplir requisitos como las autorizaciones judiciales, pero “está la otra que puede utilizar el espectro, que se vigila y puede caer información que si llega a servir se utiliza”.Anota que “no importa desde dónde se hagan los seguimientos, puede ser en la sala de la casa, un local, pero esto se hace precisamente para garantizar el secreto del operativo, porque es mejor sacarlo de las sedes de las instituciones para evitar que haya filtraciones o imprudencias”.Adicionalmente, comenta que en cada departamento del país existe inteligencia y hay agentes de la Dijin, la Sijin, el Gaula y cada uno de estos necesitan sus grupos.El senador y ponente de la ley de inteligencia, Juan Manuel Galán, refuerza lo dicho por el general Gilibert al comentar que “hay una inteligencia táctica que hacen el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía sobre un teatro de operaciones y cuando obtienen la información, casi en tiempo real, dan el golpe”.“También está la estratégica que es prospectiva y hace más análisis. En pocas palabras es la que mira más el bosque y no el árbol”, dice.En este sentido, la fuente cuenta que la inteligencia reacciona al ritmo que lo hacen los ilegales. “Cuando las Farc crean redes urbanas de inmediato surge un grupo especial de inteligencia para hacer seguimientos y en estos momentos hay 66 frentes reconocidos de la guerrilla y por cada uno hay quien los siga. Esas son comisiones de orden público”.Dice, incluso, que “en la Base de Tres Esquinas está el mayor centro de inteligencia del Estado, tanto que cuando el frente 27 de las Farc prende un radio actúan. Esto ha determinado que la guerrilla haya optado por dejar de utilizar la tecnología y están usando correos humanos”. “La inteligencia aparece donde usted menos se espera”, asegura.¿Qué falló en Bogotá?En el diálogo con la fuente se le preguntó sobre las razones por las cuales quedó en evidencia un trabajo de inteligencia que se supone debe mimetizarse con su entorno y evitar que sean detectados, para lo cual la respuesta fue contundente: “Se boletiaron”.“Lo que pasó es que en ese local hubo fiestas y de todo con militares. Llevaron mujeres y ese movimiento de militares en una zona donde no es común verlos alertó a los vecinos que llamaron a la Fiscalía que los allanó y se encontró con todo el montaje”.Al ser cuestionado sobre lo que pasó en Galerías, la fuente no duda en decir que “esa información la estaban vendiendo o entregando a la ultraderecha para sabotear el proceso de paz” y cuenta que “allí tenían hackers bien pagados”.Para esta persona es claro que se estaba haciendo una inversión grande con gastos reservados porque “se tenía que pagar arriendo por el local, los servicios, el mantenimiento, los alimentos del restaurante que era la fachada, además de lo que se les daba a los hackers, eso cuesta y mucho”. Y, remata: “Con todo y el operativo, no se sabe qué hay en los computadores, todo está encriptado”.

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