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“Algunos quieren que siga la escalada guerrerista”: Otto Morales

Otto Morales Benítez ha sido testigo de la historia del país por casi un siglo. Defiende el proceso de paz, pero no el referendo que ratifique el acuerdo final.

25 de mayo de 2014 Por: Margarita Vidal Garcés | Especial para El País

Otto Morales Benítez ha sido testigo de la historia del país por casi un siglo. Defiende el proceso de paz, pero no el referendo que ratifique el acuerdo final.

Don Olimpo, el padre de Otto Morales, lo previno siempre contra lo que llamaba con cierto desdén, la “empleomanía” que ha dominado a la clase política desde el origen de los tiempos. Por esa razón Otto Morales Benítez aceptó, a lo largo de su ya larga y fructífera vida, muchos menos cargos de los que alcanzó a rechazar. El primero, que tuvo muy joven, por allá en las postrimerías de los 30, fue el de jefe liberal de debate, para entrar con gran ímpetu a la lucha política porque, como dice con la gracia que lo caracteriza, él fue siempre un luchador de intemperie.Más tarde, fue, en su orden, secretario general del Presidente Alberto Lleras Camargo, quien lo nombró en la que se llamó Comisión Investigadora de las Causas de la Violencia, también fue en su gobierno Ministro de Trabajo y de Agricultura y, a principios de los 80, Presidente de la Comisión de Paz, del gobierno Betancur. Con su prodigiosa memoria intacta, el gran Otto acostumbra tertuliar con sus amigos no sólo para analizar la política, sino para recordar las épocas remotas en que, liberal hasta el tuétano, pronunció, a los 13 años, su primer discurso en Riosucio, Caldas, donde nació hace 93 años. Los ojos le brillan cuando recuerda que conformó una asociación de muchachos imberbes con el romántico nombre de “La guardia roja”, que iban de vereda en vereda pregonando la República Liberal en una especie de aventura premonitoria sobre lo que sería su futuro, al servicio de las ideas libertarias que ha defendido toda su vida. Le gusta decir que el Partido Liberal de aquellas épocas tenía un acento de izquierda, pero no porque sus jefes fueran marxistas, sino porque venían de una raíz que era la nueva interpretación de la política y de la historia. Otto Morales ha sido también un escritor prolífico, investigador, historiador, profesor, periodista y analista de la historia económica, social, cultural y política de este país, de la que ha sido testigo de excepción por ya casi un siglo. En esta hora de desorientación política, cuando tantos se quejan del deterioro de los partidos y de las muchas mediocridades que llegan al Parlamento y los colombianos nos cogemos la cabeza a dos manos por los escándalos en los otrora sagrados recintos de la justicia, no sobra recordar que este patriarca caldense pertenece a la estirpe de grandes hombres que hicieron historia en este país como Darío Echandía, Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Abelardo Forero Benavides, Carlos Sanz de Santamaría, Carlos Lozano y Lozano, Germán Arciniegas o Virgilio Barco, para citar unos pocos. Lo propio sucedía en el Conservatismo con hombres como Adán Arriaga Andrade, Gilberto Alzate Avendaño, Fernando Londoño y Londoño, Augusto Ramírez Moreno y Silvio Villegas. Pues bien, como en medio de la confrontación electoral que estalló la semana pasada muy pocos han destacado la importancia de que los negociadores de paz en Cuba hubieran firmado -por fin- el tercer punto de la Agenda, relativo al narcotráfico, y como Otto Morales ha sido un profundo estudioso del tema guerrillero de ayer y de hoy, habló con El País sobre lo que está sucediendo en La Habana.¿Cuál es su óptica sobre las negociaciones de paz?El proceso que se adelanta en La Habana tiene la dirección seria y responsable del presidente Juan Manuel Santos, que es persona de mucho equilibrio mental y muy sereno. No se precipita y no es emocional; por consiguiente tiene todas las condiciones para dirigir acertadamente a quienes llevan las negociaciones. Un grupo inobjetable, en cabeza del doctor Humberto de La Calle.Algunos critican lo que llaman excesiva confidencialidad de las conversaciones... La discreción es indispensable, fundamental, en cualquier negociación, porque una sola palabra mal interpretada o sacada de contexto podría crear conflictos y dañar el proceso. Yo soy un convencido de la seriedad de las conversaciones. Pero hoy sucede lo mismo que pasó en la presidencia de Belisario Betancur, cuando yo me retiré de la presidencia de la Comisión de Paz y dije que había enemigos agazapados de la paz, adentro y afuera: este proceso también tiene muchos enemigos, gente pesimista, opositores que hablan permanentemente en su contra para desorientar a la opinión, crearle dificultades al proceso y propiciar la continuación de la escalada guerrerista.¿Podrían dar al traste con el proceso? Por fortuna el país tiene una capacidad de análisis mucho más certera que en la época del presidente Betancur, porque a través de los diversos procesos ha ido asimilando las condiciones en que se han dado y los errores que se han cometido. Pero el hecho claro es que ahora se está haciendo lo que recomendó Belisario: negociar, entenderse, no matarse entre colombianos, buscar formas humanas de salir de este conflicto, con unas decisiones en materias políticas, sociales y económicas que apuntalen los acuerdos a que hubiere lugar. Eso es lo que tenemos que aplaudir los colombianos en este momento, cuando vemos los avances positivos en la negociación.¿Si bien el proceso de El Caguán fue calificado como ‘un circo’ por la resonancia mediática y el descaro de las Farc, no cree que el sigilo actual alimenta la absurda tesis que circula, de que en La Habana se le entregará el país al ‘castro-chavismo’?El presidente Santos ha sido muy claro en afirmar que no se está negociando nada que tenga que ver con la vida administrativa, económica, militar, con la Constitución, o con alguna de las instituciones fundamentales del país. Ha advertido que él jamás entraría en negociaciones de esa naturaleza, de suerte que no tenemos por qué andar replicando criterios alarmistas y absurdos que crean un escepticismo malsano en torno al proceso.¿Cómo cree que debería ser la ratificación de los eventuales acuerdos?, ¿un referendo, como se ha venido diciendo?No, yo no creo que sea bueno llevar una negociación de esta naturaleza, tan compleja, tan difícil y con tantas aristas a un referendo. Se trata de temas muy susceptibles a interpretaciones encontradas, materias que se prestan para sugerencias inexactas, de suerte que yo creo que someter eso a un referendo sería un grave error nacional.¿Entonces, qué es lo que habría que hacer?Esos acuerdos aprobados por el Gobierno, habrán sido negociados con toda la profundidad, el cuidado y la inteligencia por la Comisión a la cual se le han dado los poderes y la confianza. Los colombianos tendremos que entender que ha habido un proceso lógico y respetable al servicio de los intereses del país. Yo no creo que sea cierto que no sepamos qué se está negociando. Todo se ha venido divulgando y de cada punto aprobado se le han dado a la opinión avances importantes, y, en términos generales, la ciudadanía está enterada. Ahora lo importante es la superación de los obstáculos y la aproximación a soluciones que convengan a las partes y concretamente al pueblo colombiano.Pero el presidente Santos ha dicho que los colombianos serán los que aprueben o desaprueben lo pactado.Pues esa aprobación deberá ser darle consentimiento a lo que acuerde la mesa de negociación.¿Pero, dice usted, sin votar?Sí, yo creo que sería un error.¿Qué alcance tiene la aprobación del tercer punto sobre el tema del narcotráfico?Era uno de los puntos más difíciles porque la guerrilla no había querido aceptar que estaba metida en el negocio y porque es un tema referido a las colosales sumas de dinero que les entran a los rebeldes y a sectores que están en connivencia con ellos. Había que superar, además, la interferencia de los intereses del crimen organizado internacional en ese negocio fabuloso. Haber llegado a un acuerdo en ese sentido es de una importancia excepcional.¿Por qué fracasó el proceso de paz de Betancur?Porque hubo una seguidilla de incidencias en diferentes sectores que se oponían. El único que no puso dificultades fue el sector militar. En cambio había sectores económicos, políticos y partidistas que le atravesaban palos a la rueda, creando permanentemente dificultades, tal como tratan de hacerlo ahora.¿Por qué Barco y Gaviria sí lograron acuerdos con el M-19, el Quintín Lame, el PRT y el EPL? Todos esos procesos fueron derivaciones de la política del Presidente Betancur. Recuerde usted que el Congreso aprobó una Ley de Amnistía presentada por el maestro Gerardo Molina, que fue muy importante. Todos los gobiernos posteriores tuvieron que seguir la línea marcada por Betancur. Eso nunca se ha dicho y está en mora de ser reconocido.

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