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Cali, una selva de cemento que cada día pierde más sus zonas verdes

La ciudad solo tiene 2,4 metros cuadrados de verde por habitante y una tercera parte de los árboles que debería tener.

5 de noviembre de 2012 Por: Luiyith Melo García | Reportero de El País

La ciudad solo tiene 2,4 metros cuadrados de verde por habitante y una tercera parte de los árboles que debería tener.

La calle es una selva de cemento y de carros que parecen fieras salvajes, cómo no. Ya nadie anda cómodo y contento, donde quiera se espera lo peor... Sí, como dijo Héctor Lavoe, la ciudad es una “selva de cemento”. Un bosque gris y metálico, lleno de ‘árboles’ de concreto.En una ciudad de 2,3 millones de habitantes, solo hay 2,4 metros cuadrados de zona verde por habitante. Frente a 665.000 predios que tiene hoy la ciudad solo hay 180.000 árboles. Es decir, un árbol por casi cada cuatro predios. Mucho más cemento que verde.Sin embargo, pese al acelerado trabajo del palustre durante los últimos años, Cali es la ciudad de los siete ríos que aún ofrecen más de un millón y medio de metros cuadrados en zonas verdes en su entorno, un privilegio que casi ninguna otra ciudad del país y muy pocas en el mundo tienen. Una urbe de más de diez millones de metros cuadrados de espacio verde efectivo entre ecoparques, parques urbanos, rondas de ríos, humedales y zonas verdes.Cali ha sido, en efecto, una ciudad verde. Pero cada día es más gris. Tal vez porque como dijo María Claudia Villegas, presidenta de la Sociedad de Arquitectos del Valle, “lo que ha pasado es que la arquitectura se volvió un producto de venta y entonces la idea es cuántos metros cuadrados se logran construir para que sean área vendible”.Sí, es un producto como cualquier otro. “Se construye en masa y se venden apartamentos como vender pan”, sostiene Villegas. El lío es que esa dinámica constructiva resulta nociva para una ciudad cuando se hace sin planificación y a costa de sacrificar el pulmón verde que garantiza agua y aire para la vida, reconocen expertos. Un precio bastante alto para la sociedad.Diana María Vásquez, investigadora de la Escuela de Recursos Naturales de la Universidad del Valle, considera que pese a todo, todavía “Cali es una ciudad verde”, lo cual es esencial para su calidad ambiental y equilibrio en el clima urbano. “Tener una ciudad verde es un tesoro. Infortunadamente esta ciudad no ha sido bien planificada dentro del ordenamiento urbano y vemos sectores que están totalmente llenos de cemento”, afirma. Es el caso del centro, que carece de zonas verdes, y de comunas como las 13, 14, 15, 16 y 21, todo Aguablanca y Desepaz, donde el verde es un color exótico. “Allí, el déficit es del orden del 59% en cuanto a cobertura vegetal, lo cual es muy alto”, anota Vásquez.Otra zona que sorprende por su aridez es Siloé y los barrios vecinos de la Comuna 20. Según el censo del Dagma consolidado el año pasado, en este sector donde habitan cerca de 155.000 personas solo hay 367 árboles plantados. Allí hacen falta 50.752 árboles por sembrar.Que vivan los árbolesHoy, en Cali hay alrededor de 180.000 árboles. La Organización Mundial de la Salud dice que una ciudad debe tener al menos un árbol por cada tres habitantes, lo que indicaría que en Cali debería haber más de 700.000 unidades arbóreas. Sin embargo, esa es una cifra muy lejana frente a lo que hoy existe. El déficit real calculado por el Dagma el año pasado en las 22 comunas de la ciudad es de 556.777 unidades. Si se tiene en cuenta que un árbol adulto captura 12 kilos al año de dióxido de carbono, CO2 (el gas que emiten vehículos e industrias al aire), quiere decir que por falta de esas especies forestales se están dejando de capturar anualmente más de seis mil toneladas y media de gas carbónico que contaminan el ambiente. Y, lo peor, que buena parte de ese CO2 termina en los pulmones de la gente. Como se sabe, los árboles atrapan gas carbónico y, por fotosíntesis, devuelven oxígeno limpio a su entorno.Por eso, uno de los lugares más contaminados de la ciudad es el centro, los alrededores de la Plaza de Cayzedo. Expertos calculan que en esa zona, la temperatura es un grado más alta que en el resto de la ciudad. Por la polución y la falta de vegetación.La presidenta de la Sociedad de Arquitectos del Valle señala que la ciudad de Mendoza, Argentina, tiene un parque cada tres cuadras, y cuando se pregunta por qué, la explicación es que es una ciudad con alta intensidad sísmica y aquellos son los parques que ha previsto la ciudad para la gente en caso de desastre. Si uno traslada eso a una ciudad como Cali, que tiene alto riesgo sísmico, vemos que aquí no hay esos espacios que además tienen recursos para la lúdica de los niños y la cultura ciudadana. “Uno se pregunta para dónde vamos”, dice Villegas.Beatriz Orozco, directora del Dagma, reconoció que cada vez hay más cemento que desplaza el verde de la ciudad, pero aseguró que hay una meta en el plan de desarrollo de generar nuevos parques. Por lo pronto, el objetivo es plantar cien mil nuevos árboles en cuatro años, la mayoría guayacanes que están siendo reproducidos en el Vivero Municipal.Este año el Dagma ha obligado a constructores de las megaobras y proyectos privados a sembrar 12.000 árboles en compensación de 1.100 que fueron talados, dijo la funcionaria. Por otro lado, la ciudad tiene 14 millones de metros cuadrados de zonas verdes en separadores y parques que debe cuidar. También está la estrategia de adopción de parques y zonas verdes que impulsan la Cámara de Comercio y el Dagma. Más de 20 espacios adoptados por empresarios que pagan su barrido y el mantenimiento del lugar.De esta manera, el parque Versalles lo tiene adoptado Colombina; los parques de la Flora, la Fundación Sidoc; el parque de Calima lo maneja Cadbury Adams; las áreas verdes de la zona hotelera están a cargo del Hotel Inter y el Dann; Carvajal maneja sus zonas verdes aledañas. Sin embargo, se requieren muchos más padrinos.Pero, lo más importantes es que Cali pueda ser una ciudad sostenible hacia el futuro, en la que los factores que permiten la vida estén garantizados.Cali está entrando en ese propósito. Con el BID se firmó un convenio hace 20 días, en el que la ciudad fue incluida como la quinta sostenible de Colombia. Eso implica que se deben cumplir unos indicadores señalados por el BID en espacio público, medio ambiente y emisiones atmosféricas, servicios públicos, etc.Con base en ese diagnóstico se establece una proyección de la ciudad con indicadores y metas de mejoramiento y el BID acompaña al menos un proyecto de desarrollo de ciudad y da recursos para ejecutarlo.Esa es la nueva ruta. La ciudad tendrá que reducir la emisión de gases contaminantes y ponerle cuidado al espacio verde, ampliar el sistema de transporte masivo porque es amigable con el ambiente y garantizar servicios públicos, entre muchas otras cosas. Así, al lado del bosque de concreto de la modernidad podrá crecer otro bosque natural que le dé espacio y respiro a la vida de los futuros caleños.Corredores ambientalesFrente al gris panorama del espacio verde, hay dos estrategias. Una es promover corredores ambientales en las reservas de los ríos y el corredor férreo de las calles 25 y 26. Y, otra, trabajar en el proyecto de ciudad sostenible del BID para Cali.El director de Planeación, Óscar Pardo, indicó que será crucial la inversión de $1,3 billones que se hará en la recuperación del jarillón del río Cauca y de las cuencas de sus afluentes en Cali.La directora del Dagma, Beatriz Orozo, dijo que para habilitar más espacio verde efectivo se harán los corredores ambientes, en riberas de los ríos Cañaveralejo y Meléndez para que sean zonas activas como el parque del Ingenio. Cada corredor costará alrededor de $3000 millones.En el río Cali desde el Zoológico hasta el río Cauca, habrá un área ambiental de 14,6 kilómetros. Su costo es de $10.000 millones.El corredor férreo de las calles 25 y 26 se proyecta como gran parque longitudinal, tras descartarse la Avenida Bicentenario.Impacto en la calidad de vidaLa falta de zonas verdes y de espacio público tiene efectos directos sobre la salud y la calidad de vida de la gente. Franco Lotito, sicólogo y administrador de la Universidad Austral de Chile, quien ha investigado el tema, advierte que el espacio vital es el conjunto de hechos y circunstancias que determinan el comportamiento de los individuos. Por eso, agrega, los espacios habitacionales reducidos favorecen la aparición de la violencia intrafamiliar, las alteraciones del ánimo, el abuso sexual y la generación de múltiples circuitos de agresividad.El médico Jorge Quiñónez advierte que, ante la falta de espacios para recreación y deporte, algunos optan por estilos de vida que no son sanos, como el sedentarismo o el consumo de drogas y aún la delincuencia. Y, sobre todo, afectan la convivencia porque faltan espacios de encuentro.

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