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¿Sabia usted que en Cali hay una 'Cocina para Todos'?

Es un programa de formación no tradicional cuyo objetivo principal es la inclusión social. Los ecos de su buen aroma, recorren el continente.

8 de julio de 2015 Por: Redacción de El País

Es un programa de formación no tradicional cuyo objetivo principal es la inclusión social. Los ecos de su buen aroma, recorren el continente.

Vestida con una chaquetilla filipina blanca y un inmaculado gorro tipo tambor, Rosa Inés Naranjo tomó aire para contestar: “¿La cocina? ¿cómo le digo? La cocina es alegría, es que en la cocina uno se ríe mucho, aprende, conoce gente, descubre tantas cosas… La cocina da tranquilidad y felicidad, allí se olvidan los problemas y uno se concentra en el sabor que está buscando para brindarle a alguien; y cuando alguien dice que lo que uno hizo está delicioso, pues también es una dicha, es lo máximo”. La respuesta, todo el tiempo estuvo envuelta en un montón de sonrisas.

Aquello fue hace un par de semanas, antes de un mediodía a las afueras de un salón del centro de capacitación Don Bosco, en el barrio El Diamante, al oriente de Cali. Adentro, en el transcurso de la mañana, se había estado exponiendo largo rato lo que esas palabras sonrientes explicaban en cosa de segundos: el poder transformador de la cocina. Fue una reunión programada para personas que incluso viajaron desde otros lugares del continente a ver de cerca los alcances que ese milagro tiene en la ciudad a través de un programa de la Fundación de Gases de Occidente: Cocina para Todos.

Desde el 2008, con la vinculación del Centro Don Bosco y los chefs Vicky Acosta y Jainer Grisales, el programa funciona teniendo como principal objetivo la inclusión social: “Está diseñado para que jóvenes de los estratos uno y dos de Cali se formen como auxiliares de cocina, que es un perfil que no tenía el mercado. Todo ha sido posible, también, gracias a la vinculación del sector privado, el Sena, la Gobernación del Valle y el sector gastronómico caleño que ha sido muy generoso en el acompañamiento. El programa está subsidiado en un 100% y tiene un indicador de deserción muy bajo: hasta el momento 230 muchachos se han capacitado”, dijo Melba Pinedo, directora de la Fundación de Gases de Occidente.  El 80% de los egresados están empleados.

[[nid:441653;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/07/cocina-para-todos.jpg;full;{Este es el chef Jainer Grisales, director del programa Cocina para Todos.Foto: Johan Manuel Morales | El País}]]

Entre los invitados de esa mañana estaba Sindy Cuéllar, que desde Guatemala había llegado en representación de la Fundación Carlos F. Novella, de la empresa Cementos Progreso. Allá, contó, hace ocho años montaron una escuela de cocina para las esposas de los empleados pero ante las dificultades de ver el impacto social de esa iniciativa, su continuidad quedó en riesgo desde el 2014. “Cuando escuchamos de Cocina para Todos nos interesó venir a ver la forma en qué funciona, porque no solo permite formación para el trabajo sino que empodera socialmente a sus alumnos”, comentó argumentando la razón de su viaje. Sindy, mientras lo miraba todo: alumnos y egresados yendo y viendo felices, una mesa dispuesta con pasabocas, y un té que sabía a un arco iris de frutas, también sonreía.

El padre Germán Londoño, director del Centro de Capacitación Don Bosco, dice que una de las cosas más bonitas que ha permitido el programa es justo acercar a las dos ciudades que conviven en Cali: “Pensar que un muchacho de este lado (Distrito de Aguablanca) iba a estar trabajando en un restaurante de Granada, hace años era una cosa casi imposible y ahora es cosa de todos los días.  Aquí lo que sucedió fue un acto de confianza recíproca: ellos creyeron en la sociedad y la sociedad creyó en ellos. Muchos de los muchachos que han pasado por el programa crearon su propio negocio, se han definido en la vida de otra manera. Si usted aprende a cocinar bien, vive bien, levanta el espíritu”.

En el 2008, Rosa Inés Naranjo, entonces de 42 años, perdió el trabajo que tenía en la lavandería del Seguro Social y en un momento, uno muy pequeño que pudo ser del tamaño  de un parpadeo, sintió que sin ese trabajo también se le extraviaba un poco la vida. Hasta que un día, de camino a su casa,  pasó por el centro San Bosco y averiguó por el programa de cocina sin pensar que de esa forma encontraría trabajo, sino convencida de que ya no podía vivir sin cumplir con alguno de sus sueños pendiente. Y entre sus sueños siempre estuvo la cocina. Vestida con una chaquetilla filipina blanca y un inmaculado gorro tipo tambor, hace un par de semana, Rosá Inés no podía dejar de sonreír mientras contaba de su vida por estos días: en enero comenzó a trabajar como ayudante de cocina en el restaurante ‘Abril’, del chef Jainer Grisales, que había sido su profesor y es el director de Cocina para Todos. “Y desde el 15 de enero, cuando el encargado renunció,  Jainer, que es tan bello y creyó tanto en mí, me ofreció ser jefe de cocina. Desde ese día ese es mi trabajo… ¿La cocina? ¿cómo le digo? La cocina es alegría, es que en la cocina uno se ríe mucho, aprende, conoce gente, descubre tantas cosas…”

 

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