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Recordando al soldado Yilmer, quien murió por un rayo en la escuela Marco Fidel Suárez

El pasado lunes, cuando prestaba guardia en la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez, el soldado Yilmer Porras murió al ser alcanzado por un rayo. Así lo recuerdan algunos de los ojos que lo ‘escucharon’ por última vez: su papá, su hermano, una ‘lanza’ y el compañero que lo encontró.

2 de abril de 2015 Por: Redacción de El País

El pasado lunes, cuando prestaba guardia en la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez, el soldado Yilmer Porras murió al ser alcanzado por un rayo. Así lo recuerdan algunos de los ojos que lo ‘escucharon’ por última vez: su papá, su hermano, una ‘lanza’ y el compañero que lo encontró.

Luis Mario Porras, 41 años. Trabajador en oficios varios. (el papá)

Le pusimos Yilmer porque a la mamá y a mí nos gustó ese nombre… Yilmer era un muchacho muy extrovertido, muy amiguero. Le gustaba mucho el fútbol y era hincha del América.

Tenía 19 años. Se fue a prestar servicio militar porque estaba trabajando en unos galpones donde hacen ladrillos y ese trabajo era muy duro, muy matador.

Antes de presentarse quería ser futbolista pero después de estar allá él quería, primero, ser dragoniante y luego hacer una carrera. Por eso fue que entró (a la Base Aérea), porque quería hacer una carrera allá.

La última vez que hablamos fue hace más o menos veinte días cuando vino de permiso y estuvo como cinco días con nosotros acá en la casa.

Yo soy de Buga pero me crié acá en Guayabal (corregimiento de Palmira, a diez minutos del casco urbano) y él se crió acá también con los hermanos. Eran seis. Ahora me quedan cinco hijos.

Yilmer era el segundo… Hablamos lo normal: yo le preguntaba cómo le estaba yendo y él me decía que bien, que contento, que estaba contento. 

El lunes, cuando venía de trabajar, me llamó un amigo a decirme que arrimara a tomar café. Es una costumbre que tenemos de vez en cuando pero se me hizo raro porque lo primero que me preguntó al contestar fue si yo estaba bien; entonces yo pensé que le había pasado algo al hijo mayor, que trabaja con mi amigo.

Pero no me dijo nada. Cuando llegué allá, apenas mi amigo me vio, se le llorosearon los ojos. Me contó lo del rayo, me dijo que por radio habían oído el nombre de Yilmer…

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Ronald Caicedo, 19 años. Tercer Contingente del 2014. (el ‘lanza’)

Ese lunes yo tuve el primer turno de guardia. En el segundo turno la guardia se presta solo de noche pero como ese día vino el Presidente (Santos) pusieron otro turno por la tarde para más seguridad. Ese fue el turno de Porras.

Si no hubiera venido el Presidente a él le hubiera tocado de noche. Ese día un recluta al que le iba a tocar el trasnocho se estaba quejando y Porras le había dicho que no llorara, que a él (a Porras) le había tocado el segundo turno (de noche) casi durante cuarenta días…

Ese man era una chimba, una alegría. Nosotros entramos a prestar servicio al mismo tiempo, hace siete meses, y cuando estábamos en instrucción hicimos un video bailando salsa choke.

Un man muy enérgico, que no lo dejaba caer a uno en los ejercicios. Siempre estaba diciendo: ¡hágale pana!, ¡hágale que usted puede!

Fabián Andrés Porras, 20 años. Futbolista. (el hermano)

Cuando estábamos más pequeños, en Palmira Yilmer estudió en el Santa Catalina, el Santa Teresa Calderón, el Politécnico, varios colegios; no es que fuera mal estudiante sino desjuiciado, no le gustaba hacer tareas.

Los dos crecimos juntos, imagínese si  apenas nos llevábamos un año… La gente hasta nos preguntaba que si éramos mellizos. A donde yo iba, él también iba…

Mi hermano quería ser futbolista y se lo propuso, era buen delantero o jugaba de lateral, pero para el fútbol hay que tener plata, usted sabe, entonces al ver la situación de la casa una vez hablando con mi mamá ella nos propuso que prestáramos el servicio en la Base Aérea porque allá tenemos una tía y ella había dicho que allá era distinto, que allá no iba a tener los mismos riesgos que en el Ejército, ¿si me entiende? Quién se iba a imaginar esto…

Yo dije que no y hasta  último momento, antes de que se fuera,  estuve tratando de convencerlo para que se quedara jugando fútbol conmigo.

Por esos días yo me estaba probando en Medellín en un equipo de AKT Motos y en el Envigado, y yo le insistí y  le insistí hasta que viajó también. Pero nada, cuando se le cumplió el plazo para presentarse a la base aérea se fue.

Hablamos cuando estuvo de permiso en la casa, ese fue el último permiso. La noche antes de que se fuera, yo llegué preguntando por él y Yilmer salió vestido con una ropa mía recochándome, me decía que se le veía mejor a él y nos reímos un rato.

Luego se fue a visitar a la novia y yo me fui a dejar a la mía. No más. La última vez que nos hablamos fue por Facebook, me dijo que se quería tatuar el nombre en un brazo.

Juan Camilo Montoya, 19 años. Vecino de garita.(el soldado que lo encontró)

Ese día estábamos almorzando y como le tocaba el turno de noche decía que si no le hubiera tocado recibir guardia se habría podido quedar viendo el partido de la Selección, que estaba jugando a esa hora.

Recibimos más o menos a las doce y media, que llegó el relevo del puesto. A él le tocaba en una (garita) y a mí me tocaba al lado y pues allá estuvimos hablando toda la tarde, yo fui el último en hablar con él.

Hablamos de lo que íbamos a hacer cuando saliéramos porque yo también soy de Palmira, entonces que para salir a Juan Pachanga o cualquier lado, salir pues a rumbear un rato, no se, a desestresarnos.

Hablamos de eso, de lo que quería hacer cuando saliera: él tenía pensado seguir una carrera. Y pues ya, eso. Eso fue lo que hablamos hasta que empezó a llover y él se metió al puesto.

Yo me metí a mi puesto también y fue cuando escuché el rayo. Sonó durísimo, como una bomba. 

En ese momento yo le empiezo a reportar a todos a ver si me respondían pero la señal se había muerto: no había cámaras no había radios no había nada.

Y yo gritándolo a él, llamándolo: ¡Porras, Porras, Porras, Porras! Ahí fue cuando pensé que le había pasado algo, la garita de él estaba, póngale, a unos 50 metros.

Yo dejé el armamento y el fusil y me fui para allá y ahí fue que lo vi tirado en el suelo, boca arriba. Entonces salí corriendo y le avisé a un dragoniante y con un conductor lo recogimos: ya no tenía signos vitales... Lo llevamos a Sanidad. Y pues ya.

Aunque los dos somos  de Palmira y nos distinguíamos hace rato, casi no habíamos hablado antes. La vez que más hablamos en todos estos siete meses de servicio fue ese lunes desde que nos sentamos a almorzar.

Pero con todo lo que ha pasado, con lo que pasó, yo ni siquiera me acuerdo qué fue lo que comimos.

Yilder Duván Porras Pérez fue enterrado este miércoles en el cementerio central de Palmira, luego de una concurrida ceremonia litúrgica realizada en la capilla del camposanto.

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