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Radiografía de un paciente que pide mejor trato: el río Aguacatal

Desde su nacimiento en La Elvira, hasta su desembocadura en el río Cali, recibe punzadas de aguas vertidas, desagües de cañerías, tala de árboles, escombros, sedimentos y cuerpos extraños.

2 de junio de 2011 Por: Alexánder Price Rodríguez Reportero de Cali Norte

Desde su nacimiento en La Elvira, hasta su desembocadura en el río Cali, recibe punzadas de aguas vertidas, desagües de cañerías, tala de árboles, escombros, sedimentos y cuerpos extraños.

El río Aguacatal es como una persona que recibe un tratamiento de acupuntura invertido. Las agujas que penetran a lo largo del cuerpo no buscan curarlo sino que, por el contrario, lo enferman más.Durante todo su recorrido, desde su nacimiento en el corregimiento La Elvira, hasta su desembocadura en el río Cali, a la altura del barrio Normandía, recibe punzadas de aguas vertidas, desagües de cañerías, tala de árboles, escombros, sedimentos y cuerpos extraños.Tal vez por eso el pasado Día de la Madre, con la ayuda del fuerte invierno, se sacudió de todas estas perforaciones por medio de una avalancha que dejó dos muertos y decenas de damnificados, como recordando que él también es parte de la madre naturaleza.Cali Norte presenta una radiografía de este paciente que, aunque no se encuentra vinculado a ninguna EPS, también clama por un mejor trato.Cabeza y pechoDicen que presenciar el nacimiento de una nueva vida suele generar mucha felicidad y eso es precisamente lo que se siente al ver el río Aguacatal en su nacimiento: felicidad.A 1.800 metros sobre el nivel del mar, en el Corregimiento La Elvira, en límites con los municipios de Dagua y La Cumbre, brota el agua de la montaña.Es un pequeño paraíso de clima templado, rodeado de verdes pintados con pequeñas flores anaranjadas regadas a lo largo de estrechos caminos a medio construir y acompañados de la melodía de quebradas que le dan vida a uno de los siete ríos que bañan a Cali.Sin perder su encanto, este paisaje se empieza a desdibujar por aguas residuales provenientes de casas y fincas de la zona que, por medio de pequeños canales, llegan a las cañadas naturales que alimentan el Aguacatal.Hernando Muñoz, líder ambiental de La Elvira, explica que “uno de los problemas que tenemos es que las aguas de las casas van dar a las quebradas y a esto se le suma que hay viviendas con pozos sépticos colmatados que están filtrando líquido a los afluentes de la cuenca”.Paradójicamente, el sustento de algunos campesinos de la zona se vuelve un problema para el río: los cultivos.Jeferson Mellizo, presidente de la JAC del corregimiento, cuenta que “hay personas que talan para sembrar, otras forman sus cultivos al lado del río o en terrenos inclinados y esto genera dos cosas: uno, que se va perdiendo la capa vegetal y cuando llueve el agua corre y forma avalanchas en la parte baja y, dos, muchas personas fumigan sus cultivos con químicos que van a dar al cauce”.Estas denuncias son confirmadas por Jorge Llanos, ingeniero de la CVC, responsable de la cuenca alta y media: “El problema es que la gran mayoría están en terrenos privados y no podemos quitarle a las personas su medio de subsistencia”.A estos inconvenientes se suma la tala de bosque maderable. Yeimi Cecilia Rodríguez, quien maneja el área de Reforestación de la entidad ambiental, cuenta “que se tienen detectadas personas que están extrayendo madera de la zona, aunque no se trata de grandes talas ni sectores muy amplios”.Sin embargo, Llanos sostiene que las crecientes y las avalanchas registradas este año se originan exclusivamente en la intensidad de las lluvias: “La cuenca está en buen estado, lo que pasa es que la capa vegetal está saturada de agua y ya no hay forma de retener más”.Por su parte, Rodríguez señala que “se han reforestado 43 hectáreas, se han realizado planes agroforestales y la siembra de bosques protectores”.Mientras esto sucede a un costado del río, por el otro lado, en la quebrada El Chocho (su principal tributario), el problema es de minería. Cali Norte conoció un documento del Dagma en el que se indica que “la cuenca del río es vulnerable a la erosión, la cual aumenta el lavado de sedimentos y la turbiedad del agua; fenómeno bastante notorio en el río Aguacatal y la quebrada El Chocho, debido a la explotación de carbón y material para construcción, factores que afectan directamente la flora y la fauna acuática”.La CVC confirmó la existencia de las minas ilegales. Sus funcionarios explicaron que no están facultados para hacer los cierres y que se ha mandado la información a la Alcaldía para que se tomen las medidas pertinentes. José Efraín Sierra, director del Dagma, contó que “no sólo son invasiones ilegales, hay una empresa legal triturando piedra a plena orilla y ni siquiera respetan los 30 metros de zona de seguridad del río”.Tronco y extremidadesEl clima frío, la neblina y la gastronomía que hay en el Kilómetro 18 también se volvieron enemigos que chuzan al Agucatal.Fernelly Hoyos, presidente de la JAC de esta zona, asegura que falta conciencia ambiental por parte de los visitantes. “El turismo y los visitantes son bienvenidos, pero las personas tienen que ser conscientes de que las basuras que botan por acá son llevadas por las lluvias a las quebradas, después al Aguacatal y por ende al río Cali, entonces se están contaminando ellos mismos y a su ciudad”, explica.Otros líderes, como Hernando Muñoz, sostienen que algunos restaurantes ubicados a lo largo de la vía al mar tienen desagües que dan al afluente.Al respecto, el Director del Dagma asegura que “hay vertimientos ilegales que pueden causar el cierre de los establecimientos, tenemos un censo, hemos realizado visitas, estamos dándoles un tiempo y si continúan en esa situación vamos con cierres definitivos, tal como sucedió con Cali Viejo”.Pero contrario a esto, en la CVC se afirma que este problema no existe. “Estos restaurantes trabajan con pozos sépticos y no tenemos ningún reporte que esta situación se esté presentando”, anotó Llanos.Piernas fracturadasEn la cuenca media y baja, el cauce empieza a recibir quizá una de sus mayores ‘agujas’: las invasiones.Entidades ambientales calculan que en esta parte el Aguacatal puede tener más de 20 invasiones que vierten sus aguas a varias quebradas y al propio río.Rodríguez comenta que ellas son el “el mayor problema del afluente, porque en estas zonas hay un mal manejo de aguas que, aparte de contaminar, ponen en riesgo la vida de las personas”.Esta información es corroborada por el informe del Dagma: “Hay presencia de asentamientos en las orillas del río, zonas de alto riesgo donde producen inundaciones debido a puntos críticos como la construcción de puentes que reducen la sección del cauce”.Y es que invadir las cuencas de los ríos se volvió un negocio en Cali. “Tenemos detectadas trece familias que se trasladan entre los asentamientos e incluso hacen negocio vendiendo predios en zonas de riesgo. Se aprovechan de los desplazados o gente de escasos recursos para hacer negocio y ya se puso la demanda en la Fiscalía porque con esto generan más contaminación y ponen en riesgo la vida de personas”, aseguró Germán Libreros, subdirector de Planeación Municipal. Este es el panorama de un paciente que lleva todas sus enfermedades al río Cali, el mayor y principal hijo de los siete afluentes que atraviesan a la capital del Valle.

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