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¿Qué hay detrás de la agresividad de los conductores caleños?

El País indagó sobre este interrogante y encontró casos realmente insólitos, que parecen sacados de un guión de cine. Le contamos hasta dónde lo puede llevar la ira y el 'acelere' al conducir.

7 de marzo de 2011 Por: Luiyith Melo García | Redacción de El País

El País indagó sobre este interrogante y encontró casos realmente insólitos, que parecen sacados de un guión de cine. Le contamos hasta dónde lo puede llevar la ira y el 'acelere' al conducir.

El pasado 20 de febrero, el agente de Tránsito Carlos Arboleda paró un vehículo que prestaba un servicio pirata de transporte colectivo por la Avenida Ciudad de Cali y con el apoyo de la Policía lo condujo a la estación de Los Mangos. Mientras hacía el procedimiento de inmovilización, apareció en un taxi el dueño del carro, suegro del conductor, quien vivía en el barrio Las Granjas, al otro extremo de la ciudad. El señor venía conectado a una bala de oxígeno, había sufrido un preinfarto y le pusieron un marcapasos. Hasta se le venían cayendo los pantalones. Así, enfermo y con aparatos como estaba, se subió al planchón de la grúa donde estaba su carro inmovilizado, se metió dentro de él y no hubo poder humano que lo sacara de allí. Un delegado de la Personería llegó al sitio para mediar en la situación y no pudo hacer nada. “Tocó devolverle el carro”, confiesa Arboleda.El hecho se produjo días después de que otro conductor agrediera con cuchillo a un guarda de Tránsito en el sector de El Ingenio, porque le iban a inmovilizar el carro. Se trepó a un poste de la energía y se colgó de unas cuerdas de alta tensión (sabía cómo hacerlo porque había trabajado en Megaproyectos), con lo que logró la compasión de la gente y hasta del clero, y que alguien le pagaran una millonaria deuda por infracciones de tránsito.“Fue un pésimo ejemplo, porque así vamos a tener un loco en cada poste”, dijo Adalbert Clavijo, comandante del cuerpo de Guardas de Tránsito. “Así se lo dijimos al padre José González que vino al Tránsito con el señor que le pagó las multas”, agregó.Pero el mal ejemplo cunde. La agresividad que tienen muchos conductores caleños al volante no parece tener límites.Hace dos semanas un taxista atacó a un guarda de Tránsito al frente de la Universidad Libre; se ‘salió de la ropa’ cuando le estaban haciendo un parte. Y, en su afán de rehuir los controles de la autoridad, otro chofer se llevó por delante una motocicleta y casi atropella a dos policías frente a Carrefour de la Calle 100 con 16. Fue capturado y era reincidente.Como si todo eso fuera poco, un joven de 19 años que había sido llevado a la clínica del Rosario para practicarle una prueba de alcoholemia que dio positiva, salió corriendo hacia el carro que estaba en el planchón de la grúa, lo aceleró y lo estrelló contra la estructura metálica, lo dejó dañado, tomó un taxi y se fue. Esos son sólo algunos ejemplos de la agresividad de algunos conductores en Cali.El acelerePero lo más común es ver que en la vía muchos se peguen del pito para forzar el arranque en un semáforo, así éste no haya cambiado aún a verde. “Los taxistas son los que más lo usan”, advierte Clavijo, pero también los particulares porque casi siempre andan de afán.Alexánder López Montoya, secretario de Tránsito de Cali, lo advierte. “El factor tiempo influye mucho en la gente, sobre todo en las ciudades donde se están haciendo obras; los caleños no teníamos obras con tanta magnitud y frecuencia como ahora y eso angustia a la gente y genera comportamientos agresivos contra otros conductores, la policía y los guardas”, señala el funcionario.Agrega que “los motociclistas y los taxistas son los más agresivos e infractores; se pasan los semáforos y los pares, es una desesperación por pasar, no sé si será por la cuota que deben conseguir en el caso de los taxistas, pero ponen en riesgo la vida de ellos y la de los demás”.Jhonny Rangel, de la Asociación de Taxistas de Cali reconoce que hay algunos conductores que no tienen buena conducta al volante, pero sostiene que todos en general están presionados por completar la entrega diaria lo que desata una especie de ‘guerra del centavo’ en las vías.Juan Carlos Ochoa, jefe de Quejas y Reclamos del Tránsito, indicó que en lo que va del 2010 se han puesto 225 quejas, el 70% son contra conductores que se portan mal en las vías.Pero, asimismo, cada día hay por lo menos un incidente de agresión verbal o física contra los agentes de tránsito que imponen sanciones a conductores.El mal uso de los carriles es otra expresión de agresividad. “La gente cierra a otros conductores para traspasarlos, para llegar como sea sin importar pasar por encima de quién sea”, dice Clavijo. Algo frecuente en conductores de buses y taxis por la disputa de pasajeros.Sin embargo, hay particulares que también lo hacen. Orlando Alzate, un administrador de empresas, reconoce que no puede conducir despacio. “En el volante siento la adrenalina de la velocidad, quiero sentir el motor y la emoción de conducir al extremo”, señala el joven profesional. “Y a veces se pasan sustos”, reconoce.‘Por la faja’El irrespeto a las normas de tránsito es otra expresión de agresividad. El guarda Ibsen Quiñones dice que “ya el motociclista no quiere hacer el pare, si hay una contravía él no le va a dar la vuelta a la manzana, sino que se mete en contravía por el andén. Tienen la concepción de que para ellos las señales de tránsito no existen. Están iguales o peor que el ciclista”.Tan sólo en la Avenida Pasoancho con 66 una cámara fija instalada allí ha permitido detectar en los últimos cuatro meses 3.700 conductores que se pasan el semáforo o hacen giros indebidos.Como resultado de la falta de precaución al volante, el año pasado en Cali se registraron 21.962 accidentes de tránsito en los que murieron 305 personas y quedaron heridas 3.453 más. Los costos de la agresividad al volante son incalculables.Lo que se ha logrado detectar por las autoridades es que muchos conductores no hacen la capacitación correspondiente antes de subirse a un vehículo y que algunas escuelas de conducción venden los certificados de capacitación.“Se sorprende uno que a veces se encuentra gente a la que se le dice: firme aquí (un comparendo), y responde que no sabe leer ni escribir”, expresa el agente Carlos Arboleda. Así es muy difícil que funcione cualquier pedagogía.

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