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¿Por qué no se ha logrado frenar la minería ilegal en los Farallones de Cali?

Pese a las órdenes de cierre, la extracción de oro se mantiene en el Parque Natural Nacional Los Farallones. Autoridades revelan que el miedo no les permite hacer operativos.

4 de marzo de 2012 Por: Jessica Villamil Muñoz / Reportera de El País

Pese a las órdenes de cierre, la extracción de oro se mantiene en el Parque Natural Nacional Los Farallones. Autoridades revelan que el miedo no les permite hacer operativos.

Platos con restos de comida, panales de huevo, ropa extendida en alambres y una olla con aguapanela son los claros indicios de que aún quedan personas trabajando en la mina del Socorro, que alguna vez perteneció a un hombre llamado Zacarías y que debió ser cerrada hace diez meses por orden del ex alcalde Jorge Iván Ospina. La maquinaria que extrae el oro de las entrañas del Parque Natural Nacional Los Farallones está apagada y cubierta con un plástico negro que al ser levantado emana calor. A un costado, un tarro con combustible y una batea con oro a medio limpiar confirman que el aparato sigue siendo usado.De frente al campamento, en un radio de 30 metros, la vegetación fue talada y la montaña tiene un cráter del tamaño de una piscina olímpica. Esa es la primera mina visible después de un ascenso de siete horas a pie por un camino de herradura que a veces desdibuja el pantano, desde la vereda Peñas Blancas (corregimiento de Pichindé).Más arriba se empiezan a ver decenas de socavones. Dos horas más tarde, en medio de derrumbes, hay otro campamento. Allí, un hombre cuenta que es caleño, que vive en el Distrito de Aguablanca. Que lleva dos meses internado en la selva. Que antes era taxista y que ese trabajo no dio rendimientos. Por eso decidió volverse minero.Explica que trabaja solo y señala que diseminados en la cordillera hay unos diez mineros. Asegura que están casi en la cima de los Farallones, es decir, tres horas más arriba por un camino agreste. Pero un desfile de cerca de quince hombres y mujeres con caballos cargados con combustible, picas y palas a mitad de camino desvirtúan esa versión. Es mediodía y comienza la peregrinación. “El Ejército vino hace mucho y dijo que si seguíamos sacando oro nos iban a detener. Pero eso es puro cuento porque por acá nunca los vemos”, precisa.Ya no hay campamentos para albergar a grupos numerosos de personas, como el que fue encontrado en la visita de Ospina hace casi un año. El minero indica que ahora la mecánica es instalar carpas pequeñas y cuando desde la parte baja avisan que vienen foráneos, levantan lo que pueden y se esconden entre la maleza. Un minero revela que han adecuado rutas de escape para huir si llegan las autoridades.En un recorrido hecho esta semana, El País constató que las órdenes de cierre de los socavones y de decomiso de la maquinaria con la que se practica la minería en el Parque Natural no se cumplieron. Lo peor, además del daño ambiental en la zona, es que el agua que nace en las entrañas de la cordillera Occidental y que surte la planta de Tratamiento de San Antonio sigue siendo contaminada con mercurio y cianuro.En medio de la neblina, a lo lejos, se alcanzan a ver parte de las faldas de las montañas tapizadas con plásticos negros. Cada tapete es una mina, explica un campesino.Durante el recorrido también observamos más de 50 personas ascendiendo a los Farallones con combustible, mercados, carpas, colchonetas, aunque Jaime Celis, director del Parque Farallones, niega que la presencia de mineros sea elevada. La cordillera gritaFrancia es dueña de una tienda de abarrotes en la vereda y tiene una mina en El Alto del Buey, a 3.480 metros sobre el nivel del mar. La mujer relata que en la vereda Peñas Blancas muchos de los dueños de parcelas también tienen una mina en la parte alta de Los Farallones. Según ella, después de la inspección del ex alcalde Jorge Iván Ospina y su comitiva, la minería se incrementó.Asegura que antes eran sólo cien mineros, ahora hay más de quinientos. “Hay gente de todo lado. Vienen del Cauca, de Nariño, pero sobre todo de Cali: Del Distrito y de Terrón Colorado”, precisa la mujer. La señora confirma lo que dice el taxista de Aguablanca: ahora las minas están en la cima. “Esas promesas de Jorge Iván de crear alternativas de negocio para nosotros fueron mentira. Como todas las que nos echan ingenieros, ambientalistas y los de Parques (Nacionales). Por eso seguimos con la explotación. Ilegal es que no nos dejen trabajar”, alega.Revela que a Don Zacarías lo sacó el Ejército, pero con la maquinaria y los terrenos se quedaron otros forasteros. El gramo de oro que brota de la cordillera se comercializa entre $60.000 y $80.000, dependiendo de la calidad. La mayoría del metal es vendido en las joyerías locales. Entre el temor y la oscuridadEl ingreso al Parque Nacional Natural Los Farallones está prohibido desde hace más de diez años. Eso afirma el director del parque. Señala que la situación de orden público hace que ni siquiera los funcionarios del Gobierno puedan hacer inspección. La última vez que recorrieron el sector fue en septiembre pasado.“Hay que entender que se trata de un corredor estratégico para la guerrilla. Allá no podemos entrar si no es con el Ejército. Los mineros son gente complicada y no sabemos con qué tipo de personas nos vamos a topar”, asegura el funcionario.Dice que no es cierto que la minería haya aumentado desde el año pasado. “Fue en enero que empezó a subir gente”, precisa.Manifiesta que el agua sí está contaminada y advierte que desde mayo pasado no se hace ninguna medición, porque “la CVC es la única entidad que tiene los laboratorios para hacerlo”.Pero una fuente de esa entidad sostiene que sí existen otros laboratorios en Cali y que la CVC sólo hace los monitoreos por petición de Parques Nacionales, ya que Los Farallones no están en su jurisdicción. “Desde junio no hay solicitudes”, insiste.Jorge Rodríguez, corregidor de Pichindé, respalda lo dicho por el Director del Parque Los Farallones. Dice que él ya fue declarado como persona no grata en Peñas Blancas.Antes del ascenso de El País, el hombre insistió en que el camino es peligroso y que lo mejor es quedarse abajo, desde donde no se puede apreciar cómo la minería devora la cordillera Occidental. Para tener en cuentaEn marzo 17 del 2011 el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle ordenó al ex alcalde Jorge Iván Ospina cerrar, en un plazo de 48 horas, las minas ilegales en los Farallones de Cali.El 2 de mayo del 2011 El País reveló el informe de laboratorio adelantado por la CVC en el que se confirman la contaminación de mercurio y cianuro en el río Cali por la explotación.Al día siguiente, Emcali aseguró que el agua que es tomada del río y tratada en la Planta de San Antonio no estaba contaminada.El 5 de mayo, el ex alcalde Jorge Iván Ospina junto con una comisión llegó hasta las minas del Socorro, a más de 3.000 metros de altura en los Farallones, para adelantar el cierre.En ese operativo sólo se cerraron cuatro de más de 40 socavones que existían.

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