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“No sé qué me pasó ni tampoco qué me dieron”: economista que desapareció 6 días

Diego Fernando Ramírez le relató a El País la odisea que vivió, tras retirar plata de un cajero automático.

31 de enero de 2012 Por: Redacción de El País

Diego Fernando Ramírez le relató a El País la odisea que vivió, tras retirar plata de un cajero automático.

“Desperté al mediodía del domingo 29 de enero. Estaba sentado en el puesto del conductor de mi carro, un Renault Symbol. No veía nada, los vidrios estaban muy empañados. Tenía el cuerpo bañado en sudor. No podía respirar. Vestía un jean y una camiseta que nunca había visto. Mi ropa no aparecía. Tampoco el radio del carro ni mi billetera. Sólo me habían dejado las llaves del vehículo. Bajé el vidrio con desesperación para recibir un poco aire. Mire alrededor y vi unas diez casas. Alguien que pasaba por el lugar me dijo que estaba en un caserío de la vereda El Naranjal, en Roldanillo. ¿Qué día es? ¿Cómo llegué hasta aquí?Mi último recuerdo se remonta al martes 24 de enero. Era la 1:00 p.m. y tenía que dirigirme a la sede de Valores Bancolombia del Centro Comercial Unicentro. Yo trabajo en Granada, pero estaba haciendo un reemplazo en el Sur. Antes de llegar al trabajo, decidí arrimar un momento al almacén Éxito de La Flora. Necesitaba retirar dinero para pagar unas cuentas y comprar algo. Recuerdo que hice dos avances con la tarjeta de crédito, cada uno de $400.000. Ni siquiera conté la plata, sólo la metí en el bolsillo, como lo hago regularmente. Luego me dirigí al stand de licores. Lucía desorganizado, estaban remodelando Agarré una botella de Whisky. Ese día pensaba salir en la noche con una amiga. Busqué con la mirada una caja para pagar. La mente se me nubló. No recuerdo nada más.En los videos de seguridad del almacén aparezco pagando la botella y luego saliendo solo del sitio. Incluso, dicen, que di el número de cédula de mi mamá para que me cargaran los puntos.No sé qué me pasó ni qué me dieron. No había nadie sospechoso en el cajero. Tampoco vi que me siguieran mientras buscaba la botella de licor. Sólo sé que aparecí seis días después en mi carro, a muchos kilómetros de ese almacén y sin una sola moneda. Únicamente encontré mi cédula. Estaba debajo del tapete del puesto del copiloto. Recordé, entonces, que mi nombre era Diego Fernando Ramírez. Sentía que la cabeza se me iba a estallar. Necesitaba salir de allí.Le pregunté a un habitante de la zona cuál era la vía para Cali. La carretera estaba muy mala y llena de curvas. Empecé a sentir mucho mareo. Lo peor pasó cuando llegué a la glorieta de Mediacanoa: el carro se estaba quedando sin gasolina. Me desesperé. Decidí dirigirme al municipio de Restrepo. Allí viven unas hermanas de mi abuelo paterno y pensé que era lo más cerca. La reserva de combustible me alcanzó para llegar al pueblo. Caminé unos kilómetros para buscar la finca donde ellas viven. Un vacío me invadió el estómago. Me di cuenta que tenía mucha hambre.La gente del pueblo me ayudó a encontrarme con mi familia. Todos sabían de mi desaparición, pues desde el mismo miércoles 25 de enero mi hermana movió cielo y tierra para encontrarme. Sabían que algo me había pasado, porque en mis 27 años de vida nunca me había perdido así. Ni mucho menos había faltado al trabajo. A las 11:30 p. m. del domingo 29 de enero por fin llegué a Cali. Había estado algunas horas en el hospital de Restrepo, donde me hicieron varios exámenes médicos, pero no me encontraron nada. Los doctores dicen que pudieron ser anfetaminas o metanfetaminas, pues son sustancias que se diluyen muy rápido en el cuerpo.Quisiera saber quién me hizo esto, son personas que deben estar en cárcel. Pero estoy muy agradecido con Dios y la gente que se movilizó en las redes sociales para encontrarme. Ojalá mi historia sirva para que mejoren la seguridad en los cajeros y en esos sitios donde uno cree estar protegido”.Desapariciones, en aumentoCali es una de las ciudades de Colombia con más desaparecidos. De acuerdo con las cifras del Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (Sirdec), el año pasado en la capital del Valle se reportaron 612 desapariciones, 217 más que en el 2010. En el 2012 las cifras parecen no mejorar: tan sólo entre el 1 y el 30 de enero se han contabilizado 35 casos.Según el personero de Cali, Manuel Torres, el 70% de las desapariciones en la ciudad estaría relacionado con el narcotráfico y las bandas criminales. El funcionario también indica que sólo el 20% de las personas aparece. “Algunas vivas y otras muertas. Se trata de una tragedia humanitaria que requiere acciones urgentes de parte del Gobierno Nacional”. La mayoría de los desaparecidos en Cali corresponde a hombres entre los 20 y 30 años de edad.

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