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Más de la mitad de los caleños sufre de sobrepeso y el 17% son obesos

No son gordos por capricho. Casos reales de personas que buscan, además, doblegar una gordura mental. Conozca algunos ejemplos de valor y dignidad en una sociedad que impone un único esquema.

15 de julio de 2012 Por: Alda Mera y Paola Guevara

No son gordos por capricho. Casos reales de personas que buscan, además, doblegar una gordura mental. Conozca algunos ejemplos de valor y dignidad en una sociedad que impone un único esquema.

Pongámonos de acuerdo, dicen los expertos: sí existe el ‘gen de la gordura’, no es un mito, y hasta el más orgulloso de los flacos puede tener hijos con tendencia a la gordura. Segundo: los problemas de tiroides no son una excusa tonta que sacan los obesos para justificarse, sino un hecho real que conduce al aumento de peso, explica el médico cirujano Abraham Osorio, de la Clínica de Occidente. Tercero: y que quede bien claro, la obesidad es una enfermedad. Sólo el 4% de los pacientes obesos puede bajar de peso solo con ejercicio, dieta sana y actos de autocontrol ante las tortas de chocolate. Los demás necesitarán, tarde o temprano, manejo quirúrgico.Ejemplo de ello es el caleño Jorge Mercado, quien lleva seis años intentando bajar de peso porque llegó a pesar 202 kilos. A sus 36 años ‘Giorgio’, como lo llaman, ya logró rebajar a 130 kilos, pero aún debe bajar 30 kilos más para alcanzar la meta médica. Para llegar a este punto tuvo que someterse a un exigente ‘bypass’ gástrico y ahora tiene en agenda varias cirugías de recorte (lipectomías), cuya meta es “ajustar”, como un traje, los pliegues de piel sobrante que quedaron tras la rápida baja de peso. A ‘Giorgio’ acaban de extraerle cinco kilos de tejido abdominal y mientras se repone de la experiencia piensa en las operaciones que vienen, pues hace parte de ese 30% de pacientes obesos que requieren este tipo de cirugías reconstructivas. Lo que sigue para él es un recorte del gran pliegue de piel de la espalda, otro recorte en los pectorales que cuelgan y, quizás, otros más en caderas, piernas y brazos. No se trata de cirugías motivadas por la vanidad, solo aspira a caminar, a moverse, a jugar fútbol con su hijo de 4 años sin sentir que le sobra media humanidad.Sin embargo, el verdadero drama es que existe un ‘bypass’ para el estómago, pero no para el cerebro, dice. Mientras su estómago solo puede recibir pequeñas raciones de comida a causa del 'bypass', asegura que su cerebro parece “entrenado en las lides diarias del sancocho trifásico, las marranitas, las empanadas y demás frituras exquisitas” con que fue forjado desde antes de nacer. Confiesa que ha llorado frente a las delicias vallecaucanas que ya no puede comer, no porque sean dañinas per se, sino porque su cuerpo se llena con un par de bocados. Es el precio que hay que pagar. Lo peor es que, si no logra alcanzar un peso saludable y cambiar los hábitos que adquirió desde niño, ‘Giorgio’ podría correr la misma suerte de sus hermano mayor y su padre, quienes murieron de ataques cardiacos tempranos relacionados con el sobrepeso. No dejar a una esposa viuda y a un niño huérfano fue su motor para someterse a este largo y delicado proceso. Desde niño fue obeso, sus ancestros también lo eran, no eligió el tipo de educación alimenticia que recibió en casa pero, aún así, a ‘Giorgio’ le correspondió el peso de cambiar el destino familiar. Fin de los mitosPara el doctor Eduardo Bolaños, del programa de cirugías bariátricas de la Clínica de Occidente, el primer mito que hay que desterrar es que la gente está gorda porque quiere. “Muy ignorante y básico es pensar que el obeso es obeso porque le falta voluntad para dejar de comer. La obesidad es una enfermedad crónica, degenerativa e incurable, que deriva en diabetes y potencializa otras enfermedades como el cáncer de seno, el cáncer de vejiga, útero, páncreas y demás”, dice. No es un tema exclusivamente estético, puntualiza el experto que realizó el ‘bypass’ gástrico de un niño caleño que a sus 9 años pesaba más de 80 kilos, uno de los casos más tempranos de que se tenga registro en el país. Y aclara: “Es cierto que el hipotiroidismo se traduce en una tendencia a subir de peso, a una baja de la actividad física que conduce al sedentarismo y, en muchos casos, a una depresión que termina en atracones de comida”, responde ante las polémicas declaraciones de la comediante Alejandra Azcárate, quien sostuvo en una columna que la gordura no es problema de tiroides “sino de mueloides”. Una gorda, hija de una reina Lina es hija de una sílfide, de una reina de belleza departamental. Sin embargo, Lina heredó el ‘gen’ de la gordura de un antepasado y ya adulta alcanzó los 120 kilos. Fue casi una crueldad del destino crecer comparada con la belleza de una mamá escultural aún a sus 50 años, dos hermanas esbeltas, y un poderoso empresario como papá. Lina tuvo problemas de autoestima desde su niñez, que se agudizaron en la adolescencia. “Un gen de obesidad mórbida de un antepasado se repitió generaciones después en usted”, fue la única explicación de uno de los muchos especialistas que consultó, pues sus hábitos de vida eran normales. Aunque su cara era preciosa, ella nunca lo creía cuando se lo decían. La idea fija de que su novio Antonio estaba con ella solo por lástima la atormentaba siempre. Una vez fue con sus amigos a una pizzería de la ciudad y ella no cupo en la silla. La administradora debió traerle una adicional, pero hizo un comentario que resultó hiriente. Cuando episodios como estos ocurrían caía en depresión severa, tomaba somníferos para ‘desconectarse’ día y noche y sus altibajos la llevaron a interrumpir varias veces sus estudios universitarios. Decidió someterse a un ‘bypass gástrico’. Su padre pagó $20 millones por esa cirugía. Fue una de las primeras intervenciones de ese tipo que se hicieron en la ciudad. Después debió someterse a dos lipectomías más para lograr ajustarle la piel de todo el cuerpo. Y en una cuarta cirugía le arreglaron el busto.Al final, dice, se sintió más tranquila, más cómoda consigo misma. Sin el peso de las miradas que hieren y matan más que los mismos kilos demás.El reality de los ‘fracasados’Elena Ramos, con 120 kilos de peso, renunció al transporte público porque parece más fácil que un rico entre al reino de los cielos que ella pase por la registradora de un bus. “Me tallan las caderas, las rodillas, es muy incómodo, prefiero andar en taxi”, explica.Y el otro lío es manejar la relación juventud-gordura cuando la gente la mira con expresión de ¿por qué esta mujer tan joven se dejó engordar? Por su parte, la comunicadora caleña y presentadora de televisión Karla Arcila dice que el único inconveniente de ser gorda es la imprudencia de la gente. Ha escuchado hasta el cansancio frases como “qué lástima, tan joven y tan bonita, pero no se cuida”, o “qué cara tan linda, si fuera delgada sería divina’.“A mí me paran en la calle no solo a ofrecerme ropa para gordas sino a darme recetas, consejos y hasta recomendaciones de cirugías para que adelgace. Y yo me pregunto: ¿Y a ellos quién les dijo que yo quería bajar de peso?”, dice Karla.“No tengo problemas de tiroides y mientras un médico no me diga que me voy a morir por mi sobrepeso, voy a estar feliz así”, concluye Karla, quien fue rechazada en un reality de cambio extremo del Canal RCN en la época en la que a ella le hubiese gustado quitarse el gordito abdominal. “Allí elegían a los que se sentían fracasados por su sobrepeso, pero como yo era una gorda feliz, me rechazaron”, dice.Como dato curioso: este mismo reality, en Estados Unidos, se llama ‘The Biggest Looser’, un juego de palabras a medio camino entre ‘El más grande fracasado’ y ‘El más grande perdedor (de peso)’. Este estigma es lo verdaderamente pesado de llevar.Karla, la gorda felizLa periodista y presentadora de televisión Karla Arcila, aprendió a aceptarse como una persona que disfruta cocinar y la buena mesa, y sobre todo, la buena porción, y empezó a vivir feliz. Tanto que confiesa que “jamás he sufrido por amor por causa de mi figura, los novios que he tenido me dicen que les encantan las mujeres como yo y disfruto mi sexualidad plenamente”.A nivel profesional, menos ha sufrido una discriminación. “El día que a mí me digan que tengo que adelgazar para salir en televisión, que busquen una modelo, porque a mí me buscan es por periodista y por mi profesionalismo”, dice Karla, quien hace de siete a ocho directos diarios para un canal de televisión.Su alta autoestima e interés en cultivarse espiritual e intelectualmente le bastan para soportar la crueldad de la humanidad que se ensaña con los diferentes: los gordos, los calvos, los negros, los enanos, los flacos...

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