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Cali le sigue marcando el paso al Posconflicto

Si la firma de los acuerdos de paz se concreta, en 10 años la ciudad será un referente nacional. Así lo contaría El País.

24 de abril de 2016 Por: Redacción de El País.

Si la firma de los acuerdos de paz se concreta, en 10 años la ciudad será un referente nacional. Así lo contaría El País.

Si la firma de los acuerdos de paz se concreta, en 10 años la ciudad será un referente nacional. Así lo contaría El País.

 

Gracias a la ejecución de diversos  programas destinados a garantizar la reintegración de desmovilizados y la atención de víctimas de la violencia, en este 2026 Cali se ha posicionado como modelo nacional del posconflicto.

Se trata de iniciativas que, tras haber sido proyectadas e implementadas diez años atrás desde ámbitos públicos y privados, hoy permiten que el conjunto de la sociedad caleña y vallecaucana transite por una ruta en la que ya no es posible ni necesario recurrir a las armas como método para solucionar las diferencias.

Una de las razones que ha garantizado el éxito de estas propuestas es que la  mayoría fueron concebidas bajo el concepto socioeconómico de ciudad-región, el cual tomó auge cuando, avanzadas las negociaciones de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc en La Habana, a Cali  se le empezó a identificar como capital del posconflicto.

Ello debido a que para entonces diversos estudios preveían que la Sucursal del Cielo sería receptora, al menos temporalmente, de un alto porcentaje de guerrilleros desmovilizados, así como lo fue  históricamente de miles de víctimas del conflicto armado.

Tania Rodríguez, quien para la época era coordinadora de la Línea de Investigación en Movimientos Sociales y Construcción de Paz del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana, explicaba entonces que ese concepto toma mucha importancia cuando la sostenibilidad de una ciudad -en este caso Cali- depende de la sostenibilidad de una región -que para los efectos sería el Pacífico  y el interior de los departamentos de Valle, Cauca, Putumayo y Nariño.

Fue así como esa universidad, en convenio con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz -encargada de coordinar los diálogos con las guerrillas desde el Estado-, desarrolló un estudio en municipios como Pradera y Florida, mediante el cual fue posible definir la metodología más adecuada para  llevar los acuerdos de La Habana a los territorios, y especialmente a las áreas rurales localizadas en el área de influencia de Cali.

“Una de las tareas que hemos emprendido es acompañar espacios de diálogo que permitan crear consensos alrededor de temas tan importantes como la creación de pactos por la vida”, explicó la académica, al recalcar que las experiencias de países que han firmado la paz tras conflictos de larga duración, como Colombia, permiten establecer que solo al cabo de una década de posconflicto se empiezan a evidenciar  transformaciones positivas en la sociedad.

Desde el Municipio

Uno de los proyectos que ha permitido que la Sultana del Valle avance en ese sentido es el Centro Regional de Atención y Acompañamiento a las Víctimas, Creaav, adecuado en el barrio Guayaquil de Cali por la Asesoría de Paz del Municipio como punto de recepción de quienes han tenido que dejar sus propiedades en localidades vecinas a causa del conflicto armado.

Rocio Gutiérrez, titular de ese despacho para el 2016, cuando se consolidó el proyecto, también tuvo la misión de impulsar el Museo Regional de Memoria Histórica, que hoy recopila de manera pedagógica información sobre la violencia registrada en el suroccidente del país  durante las  últimas décadas, como garantía de no repetición, mediante la inversión de dos mil millones de pesos.

Pero a la par de estas iniciativas, tanto la Alcaldía de Cali como la Gobernación desarrollaron programas más focalizados que han permitido que en la actualidad los habitantes del departamento cuenten con más herramientas para la resolución de conflictos y estén más entrenados en estrategias de reconciliación que pueden ser replicadas en otras zonas del país donde también se requiere construir paz.

Pedro Medellín, quien hace una década estuvo encargado de planear los lineamientos de la política para el posacuerdo en el Valle del Cauca, destacó en ese momento otro de los que sería uno de los ejes fundamentales de la misma: el desarrollo para la paz.

“El propósito de este componente es encaminarnos no  hacia el asistencialismo, sino a propiciar el desarrollo de proyectos productivos para que quienes   habiten en zonas de conflicto logren generar ingresos de manera permanente para sus familias, de tal manera que les permita dejar atrás la marginalidad”, dijo el entonces asesor de Paz de la Gobernación.

Y para cumplir ese objetivo, desde entonces el Departamento definió una importante inversión destinada a dotar la comarca de la infraestructura necesaria para hacerla más competitiva, en busca de lograr reducir la brecha económica entre los vallecaucanos y fomentar en ellos otra forma de solucionar los conflictos sociales, como se puede apreciar actualmente. Aporte privadoEs evidente que los logros sociales, económicos y de otra índole que la Sultana del Valle ha alcanzado tras la disminución de la violencia proveniente de la confrontación armada entre la Fuerza Pública y la guerrilla no solo han sido producto de las acciones del Estado.Varias empresas, organizaciones no gubernamentales y universidades, entre otras, han trabajado denodadamente durante décadas en la pacificación de la Sucursal del Cielo con frutos que hoy  el país y la región les reconocen. Una de ellas es Vallenpaz, que nació en los albores del Siglo XXI para apoyar a los campesinos habitantes en zonas de conflicto y que desde entonces, según sus estimativos, ha beneficiado al menos  50 mil labriegos que, gracias a la capacitación y asesoría de la entidad, han logrado adecuar y consolidar unidades de desarrollo en tierra propia que les permite obtener ingresos de mínimo dos salarios mensuales vigentes.[[nid:529898;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/04/podera7abril24-16n1photo07.jpg;full;{Como desde hace una década, la Asesoría de Paz del Municipio continúa trabajando desde distintos frentes por la reconciliación de los caleños.}]] Tuluá, Palmira, Candelaria, Buenaventura, Dagua, Florida, Pradera, Jamundí, Sevilla y Buga son los municipios que hasta hoy se han beneficiado de estos proyectos de largo plazo, según lo anunciado en el 2016 por Felipe Montoya, quien para esa fecha se desempeñaba como director de Vallenpaz y estimaba en $23 millones la inversión requerida en cada campesino para lograr el propósito de que cerca de 30 mil de ellos cuenten actualmente con fincas autosuficientes. La Fundación Carvajal, que ya suma tres décadas de trabajo por la capital del Valle, también se ha enfocado en el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades más vulnerables del sector urbano y rural de la ciudad, tras la firma de los acuerdos de La Habana.Uno de sus frentes de acción, que en la actualidad redunda en la pacificación de la región, ha sido promover la participación comunitaria y el liderazgo con el objeto que la población se configure y reconozca como sujetos de derecho gestores de su propio desarrollo, explicó hace una década María del Rosario Carvajal,  para la época presidenta ejecutiva de la entidad. “La Fundación seguirá respondiendo a las necesidades de las comunidades desde la perspectiva del empoderamiento para lograr la sostenibilidad de las intervenciones sociales y no desde el asistencialismo, cuyos resultados difícilmente perduran en el tiempo”, sostuvo en su momento la directiva para explicar el norte de la entidad de cara al posacuerdo. De hecho, para este 2026 la entidad dispone de un presupuesto de inversión social que asciende a $38.745 millones, con el cual se espera beneficiar a comunidades que viven en condiciones de vulnerabilidad de las comunas 13, 14 y 15, así como de la  zona de ladera de la Comuna 18 de la Sucursal del Cielo y las zonas priorizadas en el distrito de Buenaventura. Más resultadosCoca-Cola Femsa es una de las empresas privadas que se han sumado al propósito de construir la paz en la capital del Valle. “Podemos contribuir con acciones orientadas a la capacitación y apoyo al emprendimiento de personas en proceso de reintegración, desarrollo de proveedores, contratación laboral, financiación de proyectos de perdón y reconciliación en comunidades vulnerables y/o víctimas del conflicto”, dijo Silvia Barrero,  vicepresidente legal y de  asuntos corporativos de la firma que para el 2016 había capacitado a 700 reinsertados en ocho ciudades del país, incluida Cali. Otro aporte significativo al desarrollo del posconflicto en la capital del Valle es el realizado desde el Centro de Desarrollo Productivo, CDP,  que en el 2004 y con aportes internacionales inició un taller de formación de competencias laborales en ambientes reales de producción para desmovilizados y víctimas del conflicto, que a la fecha ha beneficiado a cerca de  seis mil personas, tras ser puesto en funcionamiento en una de las  antiguas sedes de la Industria de Licores del Valle. Casi una década después,  esa experiencia logró convertirse en el segundo exportador del Valle al mundo en pares de zapatos y en la actualidad cuenta con un andamiaje similar en Buenaventura, aprovechando el desarrollo que en materia de infraestructura ha tenido ese puerto, explicó Gustavo Vivas, quien hace diez años era el director del CDP. En educaciónEl lugar preponderante que la capital del Valle ha alcanzado en el país en materia de posconflicto también pasa por la academia. En efecto, en la actualidad varios centros de educación superior se ocupan de la profesionalización de desmovilizados y  víctimas de la violencia, así como de capacitar a los habitantes de la región en tolerancia y derechos humanos. Una de las líderes de esa cruzada es la Universidad del Valle, que con el Programa de Formación, Investigación y Extensión para el Posconflicto ha graduado como profesionales a 200 cuadros medios de las Farc y capacitado para el trabajo a 700 guerrilleros rasos. De acuerdo con lo proyectado por José Joaquín Bayona, quien hace una década era profesor del Instituto de Educación y Pedagogía de Univalle, esta también ha liderado a través de la Red de Universidades para la Paz el funcionamiento de varios centros de estudios para la paz que están funcionando en  municipios aledaños a Cali, como Buenaventura.   De igual forma, la  Universidad Santiago de Cali cuenta con el Observatorio en Posconflicto, que ha aportado a la consolidación de la paz  en  el Suroccidente, con la recopilación e interpretación de información sobre derechos humanos, justicia transicional y  memoria.También  tiene un  Fondo Institucional de dos mil millones de pesos en auxilios y becas para educación continua, formación para el trabajo, pregrados y posgrados. (*) Informe prospectivo realizado con cifras aportadas por Vallenpaz, Fundación Carvajal, ACR y  Asesoría de Paz de Cali.

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