La independencia de Cataluña también dividió opiniones en Cali

A casi nueve mil kilómetros de distancia y casi once horas de vuelo sobre el Atlántico, las opiniones sobre la separación de Cataluña y España también están divididas.

Mientras Ángel Mozo, quien durante décadas fue el rector del Colegio Hispanoamericano, no duda en calificar de “capricho” el anuncio independentista de Cataluña, Joseph Romero, un chef catalán que llegó hace ocho años a Colombia y no se cansa de repetir que es “soberanista”.

“Para lograr la independencia hace falta el consenso de todos los españoles y cumplir con la Constitución y las leyes existentes al respecto, y no solamente los caprichos y los intereses de unos cuantos catalanes al mando del Parlamento catalán”, sostiene Mazo, quien nació en Castilla y León.

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También cuenta que, aunque vive hace 43 años en la capital del Valle, sigue en contacto con amigos y compañeros de estudio en Cataluña “y la gran mayoría no está a favor de la independencia, porque los afecta mucho. Ya se han retirado unas 1700 empresas. ¿Qué implicaciones económicas tiene eso? Pues más desempleo para los ciudadanos, menos ingresos para esa autonomía e inestabilidad para el turismo”.

Romero, a su vez, también recurre a argumentos económicos para respaldar la decisión tomada por el gobierno del destituido presidente de Cataluña, Carles Puigdemont.

En Cali habría cerca de 150 ciudadanos españoles, sin contar los colombianos que en los últimos adquirieron la doble nacionalidad tras vivir allá y luego regresaron.

“Estamos hablando de un error político de Rajoy (Mariano, jefe del Gobierno español), de ir recortando las autonomías para irse quedando con el dinero de los impuestos”, afirma y plantea que lo ideal sería que España reconociera la soberanía de Cataluña como un estado federado de ese país.

Sin embargo, para quien hace tres años permanece en Cali esa no fue la única equivocación: “Si el referendo hubiese sido legal, no hubiera ganado el Sí, porque en Cataluña no hay más de ocho millones de personas y no más de seis millones posibles electores y un porcentaje muy elevado de gente de fuera que ha venido a trabajar allí no votarían la independencia porque ni siquiera entienden”.

Aún así, para el chef nacido en Barcelona, se trata de defender la democracia, pues la separación fue una decisión refrendada por dos millones de votantes, “que hubieran sido cuatro sino hubiese habido la represión tan brutal que mandó el imperialismo español”.

No coincide con él José Sierra, quien, a pesar de que, de la mano de sus padres, llegó a Cali cuando tenía 8 años y ya casi cumple 70, se siente tan español como colombiano.

De hecho, tan solo en abril pasado estuvo pasando vacaciones en la nación ibérica, aunque en esa ocasión no llegó hasta Barcelona, donde su hijo Esteban cursa una especialización.

“Él me dijo que hoy (ayer) sí había mucho revuelo en los sitios de concentración, pero que en el resto de la ciudad hay normalidad. Sus clases son por la noche, así que no ha tenido tuvo ningún problema para ir a la universidad”, comenta quien naciera en Extremadura.

Sin embargo, sí ha sabido de otras donde no han podido dar clases porque estudiantes que están a favor de la independencia hacen una barrera humana y no dejan entrar a los otros al alma máter.

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“Esto no es bueno ni para Cataluña, que es la que se va a ver más afectada, ni para España. Es triste asistir a esto, que nos ha dado la razón a muchos españoles que pensamos que a los independentistas, que por fortuna no son todos, pero son los que más ruido hacen, no les importa ni la misma Cataluña con tal de sacar su idea adelante”, sostiene don José.

Y como él, otros que prefirieron no ser identificados, también están preocupados porque la incertidumbre es el único futuro que se vislumbra tanto para la comunidad autónoma como para el resto de la Madre Patria.

La economía no será el único aspecto que se verá afectado con la separación de Cataluña de España anunciada este viernes.

Según indicaron los ciudadanos ibéricos residentes en Cali, los recursos destinados a la salud y la educación también se verán disminuidos.
Y, en medio de la polémica, hay espacio para preocuparse hasta por el fútbol.

“La pregunta no es qué va a hacer España con el Barça, sino que va a hacer el Barza sin poder jugar en la Liga Española”, plantea José Sierra.