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La economía caleña ha hecho su 'agosto' con este verano

Tras dos días de lloviznas, ya hay quienes extrañan el sofoco. Este verano ha sido un ‘agosto’ para distintos sectores de la economía.

3 de marzo de 2016 Por: Redacción de El País.

Tras dos días de lloviznas, ya hay quienes extrañan el sofoco. Este verano ha sido un ‘agosto’ para distintos sectores de la economía.

En el centro de Cali hay un ventilador de tres millones y medio de pesos. Y al lado otro, de dos millones ochocientos. Son aparatos industriales marca Saco, altos como una persona bien alta, que en su base pueden almacenar unos veinte galones, o conectarse a una llave, para botar un fino pero potente rocío de agua en cada giro. Las aspas, en todo caso, más que aspas son turbinas. 

En el almacén de la Carrera Quinta donde los ofertan, la semana pasada un vendedor contaba que a veces, cuando enchufan uno y lo sacan al andén para probarlo, la gente que va pasando se queda al frente recibiendo el fresquito; a ratos se amontona: a 36 grados de resolana en el centro, ese rocío es un besito de Dios. Pero por su potencia, claro está, los ventiladores empujan mucho más que picos lanzados al aire, así sean divinos; el vendedor explica que donde mejor funcionan es en salones como los que se alquilan para fiestas de quince o matrimonios. Y para eventos así han alquilado los ventiladores a 450 mil pesos el día (cada uno). Porque los alquilan. Y también hay gente que los compra: en la memoria feliz del vendedor ya van cuatro ventas. 

No a todos, entonces, ha hecho maldecir este calor del demonio. Después de dos días de lloviznas, de hecho, ya hay quienes deben extrañarlo.

Carlos Andrés Buitrago, por ejemplo, asesor de electrodomésticos en la sucursal de Electrojaponesa de la Calle 11, cuenta que antes del Fenómeno del Niño allí en el almacén podían vender diez aires acondicionados al mes, mientras que en los picos más altos del bochorno han llegado a vender hasta treinta. Una de las referencias más comercializadas en este último tiempo ha sido la BTU 9000 de LG, correspondiente a uno de los equipos más económicos, hasta hace un par de semanas cotizado en un millón doscientos mil pesos.  “Y también hay aires centrales de treinta millones de pesos, que también se han vendido”, agrega su compañero Bryan López.

A lo diagonal y en la otra acera, en la Sombrerería Italiana, el negocio que lleva 75 años vistiendo las cabezas de los caleños, la vendedora Erika Villar dice que bajo ese sol sin días festivos han llegado varios pacientes dermatológicos preguntando por las pavas con protección UV, que allí venden a 75 mil pesos. Como también han aparecido los habituales clientes que van en busca de sombreros Aguadeños, o tipo Fedora, de estos últimos en todos colores y tallajes. Sin embargo, dice Luz Marina Cury, la dueña, la clientela que más ha frecuentado el local en medio del verano ha sido la preocupada por protección solar: “Antes la gente venía a comprar un sombrero porque iba de paseo, ahora lo han venido a comprar para el uso diario”.

En la esquina de la Calle 13 con Carrera 8, el chocoano Jesús Antonio Mosquera sonreía bajo el sol de hace unos días. Días como esos, calientes y amarillos en medio del trancón y el tumulto, han sido una dicha para él porque en días así ha llegado a vender hasta 160 vasos de limonada y leche de coco, que fríos y a mil quinientos,  saben a felicidad bien revuelta. 

En los ocho años  que ha permanecido recorriendo el centro de Cali, este verano ha sido una de las mejores épocas que ha tenido su vida de vendedor ambulante, decía alegre, mientras le servía un vaso helado a una señora que sudando  le alcanzaba un billete de cinco mil. “Ahhhhhhh... ¡qué cosa tan buena!”, festejó la mujer. ¿Más allá del centro de Cali, a quién ha hecho sonreír el calor en este país?

En diciembre, cuenta Rafael España, investigador económico de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, una encuesta entre el sector les permitió determinar que, como era previsible, los meses de sequía fueron un ‘agosto’ para la venta de agua embotellada, helados, bebidas hidratantes y cerveza. “Eso es lo que más se vendió a finales de año. Esa demanda ha sido muy bien aprovechada por empresas de alimentos con gran participación en el mercado”.

De acuerdo con información del Grupo Éxito, es el caso, durante los últimos tres meses las altas temperaturas climáticas se reflejaron directamente sobre productos de gran consumo dispuestos en los estantes de los supermercados y tiendas express: allí las venta de agua y te líquido crecieron cerca del 30 %, las cervezas un 20 %, las bebidas hidratantes un 15 %, y las gaseosas 11 %.

Aunque para Óscar Guzmán, presidente ejecutivo de la Asociación Hotelera y Turística del Valle, Cotelvalle, este verano no fue determinante para el crecimiento de tres puntos en el promedio de ocupación hotelera registrado durante los meses de noviembre, diciembre y enero, el turismo que en torno al sol y al calor se estaba abriendo paso en el departamento cada vez se afianza más como alternativa a través de planes que ya no solo giran alrededor de las playas del Pacífico, sino de los ríos de la región: “No podemos obviar el calor. Pero creemos que la ocupación que tuvimos en ese periodo fue más derivada de la coincidencia de eventos de ciudad, como la Feria de Cali. El tema de los ríos, como San Cipriano y en el Norte del Valle, es un nicho turístico que se está consolidando”.

Para el calor el río. Y para el río, vestidos de baño. El gerente de la división de Vestidos de Baño de Leonisa, Juan Manuel Pérez, confiesa que en consecuencia del calor, la empresa tuvo muy buenos resultados durante el trimestre final del 2015. “En Colombia pudimos tener un crecimiento de entre el 15y 20%”.

Las sonrisas van y vienen. Dos semanas atrás, Ángelo Cárdenas, en la esquina de la Carrera Octava con Calle 14, contaba que gracias a la canícula, las limonadas de mango que se inventó desde hace un año se convirtieron en una delicia tan perseguida que tuvo que contratar a seis muchachos para poder llevarlas hasta donde la sed las pidiera: el centro comercial Tesoro, Calicentro, Pasaje Cali, Papatos, Zamoraco… Servidas en vasos de bordes escarchados y dispuestas en bandejas plásticas, las limonaditas de mango iban de un lado para otro, mientras Ángelo, sudoroso y aún  bajo el sol, sonreía sin pensar en la lluvia.

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