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Informe exclusivo: la pólvora, un negocio tan letal como el de las drogas

Las ganancias pueden ser de hasta mil millones para el final de año porque su valor comercial se llega a multiplicar hasta por 200%. La Cumbre es uno de los puntos claves de fabricación.

17 de diciembre de 2012 Por: Redacción de El País

Las ganancias pueden ser de hasta mil millones para el final de año porque su valor comercial se llega a multiplicar hasta por 200%. La Cumbre es uno de los puntos claves de fabricación.

Imagine una casa de dos pisos, con cuatro cuartos y dos baños. Imagine que la llenan de pólvora. Imagine que esa pólvora pesa lo mismo que uno de esos satélites que orbitan alrededor del planeta, más o menos seis toneladas. Ahora imagine que alguien enciende una mecha y prende fuego a esas seis toneladas de pólvora.Un experto en explosivos dice que si eso llegara a ocurrir el daño sería tal que la casa se vendría abajo como un castillo de naipes, como una torre de palillos. Es más, al menos en un kilómetro a la redonda habría daños similares a los de una bomba de regular potencia.Ahora deje de imaginar. Eso no es una fantasía macabra. Es una realidad latente, una realidad de Cali: esas seis toneladas son las que llevan incautadas las autoridades en el Valle en lo que va corrido de este diciembre.De hecho, esa película de terror ya ocurrió en la ciudad. Hace poco más de una semana diez locales comerciales del centro de Cali quedaron envueltos en llamas después de que dos toneladas de este material se incendiaran en un sótano en donde estaban almacenadas, sin las medidas de seguridad requeridas para este tipo de productos. Entonces, ¿si la pólvora es un potencial peligro para la vida, por qué la siguen almacenando y distribuyendo para que adultos y niños la manipulen como si fuera apenas algodón de azúcar? La respuesta es muy simple, usted sabe cuál es: dinero. Como traficando drogasDe acuerdo con las autoridades, el negocio de la pólvora ilegal puede dejar en un mes como diciembre hasta mil millones de pesos entre quienes la producen y la expenden en todo el departamento. Eso porque los materiales para fabricar juegos pirotécnicos no son demasiado caros, su producción es en gran parte artesanal, por lo que no necesita herramientas o tecnología de punta y cuando llega al consumidor final su precio se ha multiplicado hasta en 200%.Un curtido expendedor de pólvora que pide que lo llamen Pedro dice que, por ejemplo, con una inversión de $50.000 en pólvora negra y mechas se pueden ganar hasta $600.000.Eso, al vender en la calle juegos pirotécnicos como chispitas, volcanes o petacas. Con un kilo de pólvora pueden fabricarse mil tronantes, 85 culebras o 700 tumbarranchos. Un negocio redondo. Ganancia fija. Por eso las autoridades dicen que no exageran cuando comparan el tráfico de pólvora en el Valle con el microtráfico de drogas, guardadas las proporciones, claro está. Un agente encubierto de la Policía cuenta que el nivel de sofisticación de los productores de pólvora ilegal obedece a que es un negocio muy antiguo en la región y ya tiene una organización muy bien estructurada.Hace apenas una semana oficiales bajo su mando encontraron 20 bultos de comida, sellados y estampados con logos de fábricas de alimentos en los que iban camuflados kilos de pólvora. Eran transportados desde La Cumbre, municipio a una hora de Cali, en un camión particular.Aseguran que estos viajes no valen más de $150.000, que son pagados a conductores para que muevan el material. También se usan taxis y buses de transporte público, como quedó evidenciado la semana pasada cuando pasajeros de una buseta que venía desde Candelaria resultaron heridos luego de que un maletín lleno del material se incendió. Uno de esos pasajeros murió en el Hospital Universitario del Valle el miércoles pasado. Esa es la forma más fácil de transporte: a plena luz del día, ocultando la pólvora a la vista de todos.La Policía dice que la mayoría de productos ilegales vienen de La Cumbre, a 29 kilómetros de Cali. Explican que en una vereda de apenas 200 personas llamada Obreros de Cristo se produce y distribuye al menos un 60% de la pólvora que se comercializa en Cali, Yumbo, Palmira, El Cerrito y Candelaria. Obreros de Cristo, zona claveEl policía que fue golpeado durante una incautación de pólvora dice que está ya acostumbrado a eso: la comunidad de esa vereda, ubicada apenas a minutos del casco urbano de La Cumbre se protege como si fuera una hermandad, así esa protección implique enfrentarse con palos y piedras a las autoridades. La diligencia judicial para incautar pólvora ilegal empezó el pasado miércoles 12 de diciembre en la madrugada, antes de que el sol saliera.La operación llamada Bengala II llevaba meses preparándose. Una vigilancia permanente y labores de inteligencia habían permitido determinar que al menos en diez casas, habitadas por niños, mujeres y ancianos, había almacenadas cerca de dos toneladas de pólvora negra.Cuando los uniformados llegaron a la zona fueron recibidos con petacas, con palos y con piedras. El policía cuenta que de no ser porque traía puesto el casco habría pasado esa noche en una clínica. Incluso grabó el momento en el que uno de los habitantes de esa vereda lo golpea con una piedra en el costado izquierdo de la cabeza, tratando de evitar la pesquisa.¿Pero por qué atacar a la Policía? Porque desde hace décadas Obreros de Cristo ha sido el punto más grande de fabricación de pólvora. De hecho, el grueso de la economía de ese sitio está basado en la fabricación de juegos pirotécnicos que son vendidos en gran parte del departamento. El año pasado, en esta misma época, uniformados de la Policía Metropolitana decomisaron una tonelada y media de pólvora.Se sabe que de allí salen casi todos los objetos luminosos que terminan en las calles del centro de Cali, para ser revendidos. La pólvora, luego de ser empacada cuidadosamente en bultos de alimento, o en maletas, es enviada a Cali, donde vendedores al detal las reciben y las almacenan en casas del centro de la ciudad, principalmente en barrios como El Calvario, Sucre, y el sector de Cuatro Esquinas, en el Distrito de Aguablanca.Posteriormente, son vendidas en las calles por vendedores ambulantes que camuflan los productos entre velones, dulces y textiles.Una fuente judicial dice que el nivel de organización que existe en Obreros de Cristo es pasmoso. Hay toda una red de compra y venta, con jefes que son los encargados de coordinar las ventas y la producción.La fabricación de los juegos pirotécnicos se realiza dentro de las casas de los habitantes de la vereda. Autoridades de salud explican que se emplean métodos artesanales, que muchas veces los químicos se mezclan en ollas y que el almacenamiento de los materiales y del producto final son rudimentarios.Una de las formas de no llamar la atención a la hora de comprar químicos, como el fósforo rojo, que es altamente inestable y puede prenderse en fuego al contacto con el agua, es comprarlos en pequeñas cantidades cada cierto tiempo.Se supone que en Cali hay al menos 20 lugares distintos en los que se pueden adquirir químicos para fabricar los juegos de luces. El País conoció de la Policía que quien maneja toda la organización es un hombre apodado El Tigre, quien trabaja en ese sector hace varias décadas, lo que le ha permitido ser un referente para los compradores caleños. Las ventas, según explican, solo se hacen con pedido previo. Y si alguien quiere ir hasta la vereda a comprar, debe ir recomendado por un conocido entre los habitantes o de lo contrario no se hará la venta.Investigaciones revelan que para final de año, las ganancias por venta de pólvora y juegos pirotécnicos son de aproximadamente $500 millones solamente para los habitantes de Obreros de Cristo.Sin embargo, durante los restantes meses del año también se venden volcanes, petacas, tumbarranchos, y otros elementos, a municipios que hacen fiestas patronales, de ahí que la producción no se detiene casi nunca y la inversión que se hace en materiales se recupera bastante rápido. Un negocio tan riesgoso como rentable, que parece no tener cómo acabar.Lea aquí la segunda parte del Informe Exclusivo: la pólvora, un negocio tan letal como el de las drogas

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