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Historia de una Biblioteca que cambia vidas

¿Qué sería del Valle sin la Biblioteca Departamental? Quizás muchas historias de superación y lucha por aprender no existirían.

15 de junio de 2014 Por: Margarita Rosa Silva | Reportera de El País

¿Qué sería del Valle sin la Biblioteca Departamental? Quizás muchas historias de superación y lucha por aprender no existirían.

En el mostrador, Alfonso, un joven con apariencia de haber estado por horas en un taller mecánico, dice eufórico que de 140 personas que se presentaron quedaron solo 30, entre ellas él. Que después de haber pasado horas ahí en esa biblioteca, preparándose y leyendo sobre redes eléctricas, ahora podrá al fin estudiar una tecnología en el Sena. La joven del otro lado del mostrador lo felicita. Le dice que se alegra de haberlo ayudado en el proceso, en la inscripción por Internet. Ella maneja el Punto Vive Digital, una sala de 24 computadores donde se dictan talleres a adultos para aprender a dominar la tecnología.Esta es una de las miles de vidas que han cambiado entre los estantes de la Biblioteca Departamental, cuyo futuro hoy es incierto por falta de recursos. Paradójico, teniendo en cuenta que casi todos sus servicios, por ley, se prestan de forma gratuita. Memoria del ValleEn la primera hoja, con manchas color café como salpicaduras, dice en el cabezote: ‘El Catolicismo’, un periódico de 1852. Está empastado en un libro café que contiene varias de sus ediciones. En ese mismo cuarto, invadido por un olor que evoca el sótano de una casa antigua, está la historia de la región contada por el periodismo, empastada en altos libros que en algunos casos podrían deshacerse entre las manos al tomarlos. Allí reposan periódicos como El Diario Oficial, desde 1925; el Correo del Cauca, desde 1903 o El Diario del Pacífico, desde 1941, todos ellos hoy ya desaparecidos. También la Revista Cromos desde 1916 y los diarios que aún persisten en la lucha contra pantallas táctiles.Don Aníbal sabe de memoria donde está cada uno, como el guardián de un tesoro. Fue vigilante de la Biblioteca durante 15 años, pero el amor que le tomó a los libros le valió que la institución le pagara el curso de bibliotecólogo y ya lleva 10 años en la tarea. Completar más de 20 años trabajando allí es una constante en muchos de sus trabajadores. Como María Teresa Palau, que lleva ya 34 años. Ella dice que la institución le duele, que le da miedo que deje de existir o que cierre, como amenaza la crisis económica que atraviesa. Recuerda cuando uno de los niños que asistió un domingo a un taller, al llegar a la entrada vio las enormes columnas y la fachada que recuerda a un templo griego y preguntó: “¿yo puedo entrar aquí?”Porque allí, en ese palacio de cuatro pisos, de entrada libre cualquier día, hay espacio para todos. Desde bebés que llegan aún en el vientre de su madre a escuchar libros narrados, hasta los mayores en busca de silencio. En la sala infantil, por ejemplo, hay casi 8500 volúmenes de libros que al explorarlos se abren como un abanico y se convierten en castillos o bosques. La sala de lectura tiene cojines de colores y asientos en forma de balón de fútbol. Niños que no tienen hogar y viven en hogares de paso, conocen un libro por primera vez ahí. Pero está también la colección que hace de esta la tercera biblioteca más importante del país, con 280.000 ejemplares que incluyen uno que ya cumple sus 412 años y está escrito en latín: ‘El libre albedrío’. Hay 18 libros invaluables como este que no se consiguen en ninguna otra parte del mundo.La Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero cumple 61 años preservando la historia del departamento. Pasó de una casa en Granada a este edificio sobre la Calle 5 donde lleva ya doce años.Del papel a las pantallas“Es que yo soy víctima del conflicto armado. Un desplazado”, explica Alfonso en un susurro, como quien confiesa un pecado. Llegó ahí a la Biblioteca Departamental porque un amigo que, al igual que él, asiste a la Fundación Samaritanos de la Calle, le dijo que ahí podía ver películas gratis. Y es cierto. Porque en esa misma sala hay cerca de 3000 filmes en VHS y DVD desde los años 50 hasta hoy. Hay varios televisores y hasta salas para que una familia o un grupo de amigos compartan juntos. No solo películas, también música. Mil CD se apilan en un estante esperando a ser escuchados. Hay folclor desde China hasta Perú, desde Suecia hasta Australia. Y de música folclórica colombiana hay 350 unidades.Para escuchar también están los audiolibros en la Sala Hellen Keller, donde Juan Gabriel enseña cómo reproducir los más de 200 títulos que incluyen desde Sherlock Holmes y Los Miserables, hasta El Retratro de Dorian Gray. Juan Gabriel, como la mayoría de quienes frecuentan la Sala Hellen Keller, es invidente. Eso no le impide manejar el computador a la perfección y enseñarles a los demás cómo hacerlo a través de un programa especial. Los libros allí, en ese espacio, tienen tanto letras como puntos en relieve, llamado lenguaje braille o el lenguaje de los ciegos. La Biblioteca cuenta incluso con una impresora de alta tecnología para imprimir libros en braille, como un recordatorio de que cada vez la brecha es cada vez más estrecha.Hay quienes van también a aprender idiomas. En un salón tan grande como una sala de cine, se encuentran libros en italiano, inglés, francés, alemán, portugués y mandarín. Allí el aprendizaje es autodidacta y hay computadores con programas multimedia para aprender las lenguas.Al infinito y más alláLos planetas cuelgan del techo, en un cielo oscuro como el universo. En el suelo se dibuja el sistema solar, con luces y las órbitas de los planetas. Esta es solo la parte del Cosmos, en el museo interactivo Abra Kadabra, en ese mismo edificio mágico de la biblioteca. Pero además del universo, también se puede conocer el globo terráqueo a gran escala: un planeta tierra giratorio y en relieve permite que niños y grandes se diviertan conociendo el mundo. Hay ruletas que giran para enseñar la densidad del hielo en el agua y una bicicleta que al pedalearla transforma nuestra energía en luz.Es como un pequeño Maloka, cuyo acceso tan solo cuesta $4000 para adultos y $3000 para niños. Y cuando se trata de personas estratos 1 y 2 es gratuito. El objetivo: divertirse aprendiendo.Pero hay quienes dicen que lo que hace singular esta biblioteca es aquella cúpula en el techo que alberga un telescopio de 16 pulgadas, computarizado y automatizado. En su memoria conserva la ubicación de 125.000 objetos en el universo y las horas en que pueden ser vistos.Diego Castaño abre la ranura de la cúpula a través de la cual se ve el firmamento. Explica que al ingresar los datos, el telescopio se mueve automáticamente y enfoca el objeto deseado. La cúpula también se mueve con un sistema de ejes para ubicar la abertura en el sitio apropiado. A diario se puede ir y soñar con el espacio de 6 p.m. a 9 p.m. El último sábado de cada mes la velada se extiende hasta la medianoche, es el día en que más aficionados asisten.Porque la Biblioteca llega a todas partes. A lo más lejano del cosmos, pero también a los rincones del Valle. Las 72 bibliotecas de la región reciben libros que llegan desde la Departamental, pero más que eso, durante todo el año hacen actividades para los niños de estas zonas apartadas. Por eso es que en la Biblioteca hay espacio para todos. Al menos, de eso puede dar fe Alfonso, quien hoy seguramente la considera su verdadero hogar.

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