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“En el Valle del Cauca faltan líderes políticos con ética y moral”: Arzobispo de Cali

Monseñor Darío de Jesús Monsalve dice que Cali debe comprometerse más con la protección de la vida. “Es una tristeza lo que vive el Valle”.

8 de abril de 2012 Por: Luz Jenny Aguirre, editora de Entorno

Monseñor Darío de Jesús Monsalve dice que Cali debe comprometerse más con la protección de la vida. “Es una tristeza lo que vive el Valle”.

Cali y el Valle deben vivir una resurrección fundamentada en el amor por la vida y en la construcción de una conciencia política basada en la moral y la ética. Así lo asegura el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, quien, al término de esta Semana Santa, habló con El País de los principales ‘pecados’ de la ciudad, sobre lo cuál hizo su propio acto de contrición.Añadió que Colombia necesita nobleza y no mezquindad para dialogar con las Farc.¿Qué necesita Cali para resucitar?Este proceso no es sólo una reanimación, sino una transformación en la que la muerte queda integrada a la conciencia, pero superada. Lo que necesita la ciudad es volver por el camino del amor. Hay que renunciar a convertir las manos en instrumentos de muerte, renunciar a las armas para matar. Las únicas armas que deben existir son las del Estado para impedir que maten, pero no para matar, como dicen algunos. El desarme comienza en la conciencia, en la valoración de la vida y en el compromiso de proteger la vida incluso de quien no la respeta. El triunfo más horrible que ha tenido la violencia es seducir la conciencia, inducir la conciencia al homicidio, al asesinato.¿Cómo percibe que está caminando la ciudad?Me parece una ciudad de grandes promesas y posibilidades, pero con un planteamiento muy caudillista de las cosas y por eso no hay una continuidad dentro de un plan armónico del que se haga partícipe la población misma. Ese regreso al civismo que se tuvo en épocas anteriores es añorado. Me gustaría una ciudad que se pudiera plantear más moderna en su movilidad, en su infraestructura, que recogiera esos sectores populares que son como islas dentro de un gran archipiélago. Falta empoderamiento de la ciudad que queremos, sin populismo, sin electorerismo. Rodrigo Guerrero puede ser un muy buen comienzo para replantear las cosas, pero hay que pensar en formar líderes a futuro con visión de gran alcance. ¿Cuáles son los pecados de Cali?El que esté libre de ellos, que tire la primera piedra, entonces me acuso a mí mismo, porque los primeros pecados que uno tiene son de omisión y sé que tengo que gastar rodilla para arrepetirme. Tenemos que comprometernos mucho más en la protección de la vida humana, lo más doloroso es tener esas cifras escalofriantes de muertos los fines de semana. Hay que superar la desunión, la corrupción en el modelo administrativo y un concepto de riqueza muy cerrado en lo empresarial y familiar, con un sentido social que fue modelo en la época de la fundación Carvajal, de hace muchos años, pero en el que no se ha avanzado mucho. Aquí hay grandes fortunas y uno como Iglesia siente que esas grandes fortunas están aisladas de lo social. Uno queda horrorizado entre los grandes contrastes entre la opulencia y la carencia.¿Cómo analiza la situación del Valle?La segunda resurrección que necesitamos es sin duda alguna en el campo político, es un desastre la política nuestra. Como decía un humorista: se les advirtió, se les dijo desde un principio, pero no hicieron caso. Siempre están en las campañas electorales el voto cautivo, direccionado, manipulado y la falta de lucidez y de líderes políticos con buen músculo de ética y moral, de altura política. Es una tristeza lo que vive el Valle, eso desacredita y hace imposible el manejo de unos recursos tan significativos como los que tiene esta región. Se nos viene una nueva elección de gobernación y sea la ocasión para que pensemos que el tema no es de candidatos ni de partidos, el tema es el sistema electoral que estamos aplicando. Hay que hacer una reforma electoral porque la elección popular se convirtió en una cooptación del poder para la impunidad. Y eso no sólo se ve en el Valle, se ha dado en el Congreso, en el Ejecutivo y en la misma justicia. Entonces falta formación de comunidad con conciencia política...A esto se suma la impunidad. No hay una formación de la ciudadanía, una conciencia de lo político basada en la búsqueda del bien común, con visión de un proyecto social regional. En eso hay que reflexionar, y creo que falta mucho a nivel social, porque tampoco es sólo la macroeconomía de la minería y el Pacífico, de la madera, de la caña de azúcar. ¿Dónde dejamos a las poblaciones indígenas, los desplazados, las negritudes, los gentíos que acuden a esta región? Hay que hacer una planeación muy social y de inclusión. El desastre ambiental también es grande, uno lo ve cuando va hacia a Buenaventura.¿Eso es abandono de la autoridad en la región?Cierto, creo que hay ausencia de Estado y de ciudadanía. La segunda es más grave, porque si hubiera ciudadanía se reclamaba al Estado. Sin embargo, lo que se espera es que este último sea el que planee y marque las pautas, pero se necesita de educación para formar ciudadanía. Precisamos de una justicia operante para ello, porque si el ciudadano lo primero que sabe es que puede pasarse la ley por la faja se dedica a lo ilegal y se compra las conciencias del Estado.Parece un panorama desalentador, ¿hay posibilidades de ‘redención’?Esto todavía no afecta al 50% de nuestra población, diría que en Colombia hay un 80% de la población con la que es posible trabajar una ética social y una nueva visión de lo político. Pero hay un porcentaje muy alto que se ha dejado arrastrar por la ilegalidad, la violencia, el rebusque en medio de la violencia, los que toman opción por la lucha armada, el narcotráfico. Otra gente tal vez no está por opción sino por ocasión, como cuando por ocasión venden el votico, para agarrar los $50.000 o lo que sea... y ahora debe haber muchos contentos porque de pronto pueden tener pronto otra oportunidad. Se trata es de no dejar crecer esos males en la población, lo que se ataca con justicia, educación y construcción de ciudadanía.¿Qué nos debe dejar esta Semana Santa a los vallecaucanos?El 2012 ha significado recordar testimonios como el de Isaías Duarte Cancino , que dio su vida luchando por los secuestrados y defendiendo los derechos humanos. 2012 también significa la fatiga de la violencia y de una sociedad indiferente. La Semana Santa debe ser el comienzo de un aprecio colectivo por la vida y una movilización de las conciencias para decir no más a la guerra. Propondría que en alguna ocasión los medios y el Valle convocáramos a Colombia a movilizarse por el fin de la guerra. El camino lo abren las Farc con la entrega unilateral de los diez uniformados y la propuesta que viene de no al secuestro extorsivo. Hombre, si un grupo como las Farc hace una propuesta, cojámosle la caña, démosle la palabra, que ellos traduzcan esa propuesta en un plan para desmontar el secuestro extorsivo. Que digan cuántos tienen en su poder y están vivos, cuántos muertos y ellos saben dónde están sepultados para darles cristiana sepultura.Usted ha sido muy crítico de la postura Estado frente a este tema...Han sido terriblemente duros de lado y lado, pero me impresiona la dureza del Estado en estos últimos doce años, porque se ha vuelto una dureza que ha querido alinear entorno a ella toda la sociedad colombiana y eso no es bueno para el país. Uno puede ser firme, pero no ser duro. Por ejemplo, me ha parecido duro el esquema de incomunicación durante la liberación de los secuestrados. Se le agradece a todo el mundo y hay mezquindad para agradecerle a Piedad Córdoba. Me parece que el país necesita nobleza, no mezquindad. Hay una distancia muy grande entre las orillas de la guerra. Unos obstáculos gigantescos, con grandes heridas, y una dificultad muy grande para valorar la palabra. Creo que hay que comenzar a darle la palabra a las Farc y acompañar ese plan de ellos para desmontar el secuestro extorsivo y permitirle a Piedad Córdoba y a Colombianos por la Paz y a los que sean que hagan las gestiones en ese sentido. Esa mezquindad frente a la paz es un estorbo muy grande.Por qué creer en la intención de las Farc, ¿No se corre el riesgo de repetir una experiencia como el Caguán ?Es un error mirar el pasado para no repetirlo, hay que mirar el pasado para corregirlo, pero en continuidad de valores, por eso una vez dije, el Caguán puede haber sido un error, pero el diálogo jamás lo será. Y creo que es eso lo que necesitamos, que se valore el diálogo y la palabra.

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