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El poeta colombiano Juan Manuel Roca presenta su libro 'Tres caras de la luna'

El poeta, narrador, ensayista y periodista Juan Manuel Roca presenta el libro ‘Tres caras de la luna’, con lo mejor de su obra.

15 de julio de 2013 Por: Colprensa / El País

El poeta, narrador, ensayista y periodista Juan Manuel Roca presenta el libro ‘Tres caras de la luna’, con lo mejor de su obra.

Juan Manuel Roca, uno de los poetas vivos más importantes de Colombia, presenta su libro ‘Tres caras de la luna’. No es tan nuevo, porque reúne tres de sus primeras obras, pero permite ver su evolución. Una reedición, ¿no es raro? La sensación de hacer una antología fundada en libros ya publicados siempre tiene un sabor extraño. Es como rehacer pasos, devolverse en el tiempo de la escritura, de los poemas. Es como lo digo un poco brutalmente, sacar las vísceras a pasear en carretilla. De todas maneras uno va cambiando las formas de entender la palabra, de decantar influencias, pero me parece un ejercicio formidable. ¿Encontró poemas que no recordaba? Poemas de los que tenía más la atmósfera que la escritura misma y encontrarme con que muchos los escribiría de manera diferente. Hay poemas que son un augurio de lo que se vendría en la violencia de los últimos años y encontrar eso duele. Es como si en lo político y lo social Colombia pedaleara en una bicicleta estática. Temas parecidos, pero Roca es distinto. Es un diálogo de la persona que soy con las personas que fui. Es encontrarme con ese poeta joven, luego con uno que ya tiene un acumulado de escritura, por ejemplo el de ‘Los ladrones nocturnos’ y tiene más presencia urbana que ‘Luna de ciegos’, que es mi segundo libro. Una vez le preguntaron por la persona que más lo influyó. Dijo que el niño Roca. La frase de Erich María Rilke de que la única patria es la infancia, me parece legítima en la medida en que están los primeros y más auténticos asombros frente a la noche, la naturaleza, los adultos, porque el niño parece vivir en una periferia del lenguaje y de la vida a la que lo tienen asignado los adultos. En esa condición le queda la posibilidad del juego y la ensoñación. Eso que me sigue rondando, no sé si sea un eterno y torpe ‘peterpanismo’, y las ganas de no envejecer. ¿Si la poesía parece ser tan íntima, como entender que los festivales quieran volverla masiva? He sido refractario a la idea. Aunque en la antigüedad la poesía fue para ser cantada en grandes espacios, creo en la lectura íntima del poema, pero me parece que esto de proyectarse a grandes públicos tiene un aspecto positivo y es que las voces, los matices, las lenguas crean un puente con los lectores y oyentes de la poesía. Se va produciendo un hecho colectivo que tiene un vigor y una belleza extraordinarios. Hace poco presentó su primer libro de poesía para niños, ‘Genaro Manoblanca, fabricante de marimbas’. Éste es un libro que tenía en un balbuceo desde hace años y ahora concreté. Me permitió hacer una metáfora a partir de un músico que fabrica marimbas de chonta del Pacífico, en medio de la guerra. Cómo la música nos saca del infierno, aunque con la que ponen en la radio nos meten más profundamente (ríe). Usted ha dicho que es un intento de poeta, pero ya se lo ve como poeta... Lo que me mueve es la poesía, pero de ahí a estar convencido que soy un buen poeta... Tengo una zona de distanciamiento de ese hecho. Es decir, soy poeta porque no veo algo que me mueva y me interese más, pero los reconocimientos y el aplauso no me conmueven tanto, porque uno debe escribir con la misma pasión, sea para guardar en la mesa de noche o para una edición de lujo. Por otra parte, las dos manos que se juntan para aplaudir también te crean un barrote de la jaula. Carta en el buzón del tiempo Sin saber para quien, envío esta carta en el buzón del viento. Oscuros hombres han merodeado a mi puerta con gabanes abulados por la escuadra de una lugger, y en la noche, mientras leía a mis viejos poetas enlunados, una legión de sombras ha roto mi ventana. No son duendes. No son fantasmas los habitantes de este ebrio rincón del mundo, Y sin embargo, Nos hemos visto dando nombres propios a un vacío: Hay un poblado de hombres desaparecidos y es frecuente escuchar en las calles y en los bares a las gentes que hablan de abandonar un país como un barco que naufraga.Sin saber para quién, escribo esta carta puesta en el buzón del viento, desde una nación donde alguien proscribe el sueño, donde gotea el tiempo como lluvia envilecida y la risa es condenada por traición a los espejos.No sé a quién pedirle que abra su ventana para que entre esta carta puesta en el buzón del viento.

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