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El padre José González celebra su segunda vida

Hace 47 días el padre José González fue trasplantado de páncreas y un riñón. Historia de milagros y gratitud. El Instituto Nacional de Salud registró 828trasplantes en el país entre enero y septiembre del 2011, frente a 835 del mismo periodo del 2010.

18 de marzo de 2012 Por: Jenny Aguirre I Editora Entorno

Hace 47 días el padre José González fue trasplantado de páncreas y un riñón. Historia de milagros y gratitud. El Instituto Nacional de Salud registró 828trasplantes en el país entre enero y septiembre del 2011, frente a 835 del mismo periodo del 2010.

El padre José camina rápido, habla fuerte y luce una vital delgadez vestida de traje gris. Saluda efusivo y sonríe, sonríe mucho, lo hace mientras conversa, cuando sube las escaleras, cuando le pregunta algo a la señora que lo atiende en su casa.Y no es que antes no lo hiciera, es que ahora se le nota tanto que es imposible evitar la pregunta de “¿qué le estará pasando al padre José?”.Le suceden muchas cosas. Se siente feliz, agradecido, optimista, saludable. Unos de esos sentimientos los cuenta él mismo, los otros los adivina uno con sólo escucharlo.Hace 47 días este sacerdote, párroco San Fernando Rey, líder del proyecto Samaritanos de la Calle y hasta conductor del programa de la Arquidiócesis de Cali por Telepacífico, fue partícipe de lo que él llama un “milagro”.La denominación terrenal y técnica de este hecho es trasplante de órganos. Ocurrió en la Fundación Valle del Lili de la mano de un grupo de profesionales encabezado por el doctor Luis Armando Caicedo. Duró cinco horas, tras las que al despertar tenía páncreas y un riñón nuevos. Así ocurre un milagro Todo empezó por una diabetes que lo aquejaba desde cuando cursaba tercer año de filosofía en el seminario y que lo hizo insulinodependiente. En octubre pasado un dolor en la rodilla avisó que las cosas no andaban bien y el dictamen médico señaló que debía ser trasplantado. Confiesa que sintió mucha preocupación y contando el cuento recuerda que hace justo diez años hizo en su programa un capítulo sobre donación de órganos.“¿Quién lo iba a creer? ¿Acaso uno se imagina que esto le puede pasar?” Tal vez muy pocos de los al menos 1.500 colombianos que están esperando por un trasplante se formularon ese interrogante antes. El asunto es que pasa y ahí es cuando la generosidad de quienes han tomado la decisión de ser donantes potenciales se convierte en uno de los regalos más invaluables de los que se tenga noticia: la vida.Entró en el protocolo para ser receptor, pasó por más de 70 exámenes y duró cuatro meses en lista de espera. Fue afortunado, dice, pues los ‘turnos’ para lograr un órgano dependen no sólo del orden de llegada sino de que se cumpla el máximo de compatibilidad con el donante. Incluso, relata que pasó por un ‘falso positivo’, cuando durante una eucaristía le pusieron un mensaje anunciando que había un posible donante para él. Pero después se estableció que otro paciente era mucho más compatible para recibir esos órganos.Su momento fue en la madrugada del 31 de enero. Compartió la espera con un hombre y una azafata que recibirían corazón y tráquea (respectivamente) del mismo donante. La intervención de esta última duró la módica suma de 20 horas.Jorge Iván Villegas, cirujano de la Unidad de Trasplantes de Valle del Lili, y quien participó en la cirugía, hace cuentas de al menos otros cuatro pacientes operados gracias a los órganos de la misma persona.Nueve días después de la operación el padre José ya daba caminatas de quince minutos y ahora no perdona hora y media diaria de este ejercicio. Pudo volver a probar los postres, pero practica una abstinencia preventiva y producto de la costumbre. Celebra la misa, aunque no puede compartir todos los abrazos que quisiera porque debe cuidarse de posibles infecciones.Tras esta experiencia, argumenta con vehemencia que “la donación es una acto de generosidad, desprendimiento y amor en el que se ve plenamente la mano de Dios”. Pero cuenta que no son pocos los mitos religiosos y culturales que hay entorno a esta práctica. “...Que no me pueden poner sangre de otro, que los órganos los venden a los más ricos, que es peligroso... Puedo decirles con mi testimonio que esto se hace con absoluta seriedad...” Tal vez esos tabúes hacen que Cali esté muy por debajo de la media en esta materia. El doctor Villegas explica que en países como España hay 37 donantes por cada millón de habitantes; en Medellín, 25 y en Cali sólo once.Aún así no se deja de trabajar en el tema. En la ciudad actualmente están autorizados por el Instituto Nacional de Salud para hacer trasplantes el Centro Médico Imbanaco, Dime (que recientemente hizo su primero de corazón), el HUV (tejidos) y la Fundación Valle del Lili. Sólo en esta última institución de adelantan más de 150 procedimientos anuales y se practica uno que es único en el país: el trasplante de hígado en niños con donante vivo.Suena paradójico, pero también existen creencias que hacen que la gente se resista ser receptora. El religioso cuenta que pacientes en su misma condición lo han buscado para decirle que “ahora sí” se van a operar y que su caso les quitó el miedo.“¡Esto es calidad, es calidad de vida! !es una nueva oportunidad!. Además de la salud, el trasplante le dejó al padre José otras cosas. Se encontró de frente con el amor de una ciudad que preguntaba por él por la radio, le dejaba cartas y frutas en la parroquia y mandaba a celebrar eucaristías por su recuperación. Hubo casos en los que el regalo no era una manzana sino que pretendió ser un riñón, ofertas de amigos, conocidos o simplemente personas que por algún motivo consideraron que una parte suya podía salvar justo aquella vida. Algo habrá hecho bien este sacerdote al que los feligreses decidieron cantarle una noche en la ventana de su casa, cuando apenas iniciaba la recuperación de su cirugía.Quizá haya algo especial en este dagüeño, de 51 años, a quien habitantes de la calle de El Calvario fueron a buscar en grupo a San Fernando para decirle en una nota “ahora nosotros estamos pidiendo por usted...”

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