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Aspecto exterior de la construcción como fue presentada en los planos que fueron aprobados por la Subdirección de Ordenamiento Urbanístico. | Foto: Especial para El País

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El lío por las obras en la Sagrada Familia, una pelea 'de mucha altura'

La no aprobación por parte de Planeación del proyecto comercial en este Inmueble de Interés Cultural podría costarle al Municipio mucho dinero.

15 de octubre de 2017 Por: Redacción de El País 

El proyecto hotelero y comercial La Sagrada Familia, cuya construcción se inició en 2012 y que fue concebido por la firma Jero S.A.S como una alternativa tanto de conservación de un bien de patrimonio arquitectónico y un nuevo espacio comercial para la ciudad, se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para la Administración Municipal.

En enero de este año la Subsecretaría de Patrimonio junto al Departamento de Planeación del Municipio ordenaron la suspensión de varias obras del proyecto, argumentando la existencia de presuntas ejecuciones que no estaban consentidas en los planos iniciales presentados por la firma Jero S.A.S.

Durante todo este año, la discusión entre los funcionarios de la Alcaldía y Jero S.A.S se ha movido entre los intentos de la firma porque se le autoricen los nuevos planos de la obra, y la negativa rotunda de la Subdirección de Ordenamiento Urbanístico, que pertenece a Planeación Municipal. Hace poco menos de un mes, el asunto tomó un cariz diferente: Jero S.A.S, argumentando las pérdidas de dinero por la suspensión de la obra, anunció que tramitará una demanda por al menos $40.000 millones contra el Municipio, mientras que desde la Alcaldía se dice que esa firma no tiene argumentos para ganar un pleito de esa naturaleza. Tanto Jero S.A.S como los abogados de la Alcaldía, están convencidos de tener la razón y después de varios intentos de conciliación, no han podido llegar a un acuerdo.

Fue en 2011 que Jero S.A.S anunció su deseo de construir el Hotel La Sagrada Familia, en los predios donde funcionó por más de cien años un colegio femenino y, luego de que en 2012 la Subdirección de Ordenamiento Urbanístico aprobara los planos del diseño, se inició la construcción en 2013.

El diseño, como es norma para cuando se va a intervenir un BIC, Bien de Interés Cultural, había sido aprobado por un Comité Técnico conformado por arquitectos y urbanistas que asesora al Municipio en estos temas, y comprendía una serie de modificaciones menores en el interior del colegio y una moderna construcción en la parte trasera, zona que no se consideraba como un sector perteneciente al BIC. Las modificaciones en el interior del colegio obedecían la ley y ninguna comprendía el cambio de la fachada o de los ornamentos ni de los espacios originales del colegio.


Jero S.A.S inició la construcción y en marzo de 2015 Planeación realizó una visita de monitoreo a la obra y encontró modificaciones a los planos originales. En diciembre fueron encontradas otras variaciones, entre ellas, una de las más visibles: el edificio “moderno” que se construía en la parte trasera del colegio, debía tener un acabado en línea oblicua que siguiera la misma inclinación del techo del colegio, pero que no se estaba siguiendo. En enero del año siguiente los monitoreos de Planeación encontraron más modificaciones y ese mismo mes Jero S.A.S solicitó la primera modificación de la licencia de construcción. La Subdirección de Ordenamiento Urbanístico le contestó negativamente y en julio de 2016 Jero S.A.S adjuntó los nuevos planos de lo que sería la obra para, de nuevo, pedir una modificación a la licencia de construcción inicial.

Es justamente en este punto donde se inicia el gran problema. El 8 de septiembre, María Virginia Borrero, subdirectora de Ordenamiento Urbanístico, le contesta a Jero S.A.S que “los nuevos planos obedecen a lo encontrado en obra”. Para continuar con el proceso de expedición del Acto Administrativo que autorizara la modificación de la Licencia de construcción, esa firma debía presentar un estudio de movilidad de la zona. “Salvo lo anterior, se cumple con los requisitos legales” en la obra, contestó Borrero.

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Jerónimo Jiménez, gerente y representante legal de S.A.S manifestó que era ilegal que a esas alturas del proyecto le pidieran ese estudio de movilidad, que debió exigirse desde el inicio de la construcción de la obra. Sin embargo, el estudio fue presentado, pero el 16 de enero se le contestó que era insuficiente. Doce días después la Subsecretaría de Patrimonio, Bibliotecas e Infraestructura Cultural le negó la modificación de la licencia a Jero S.A.S.

Fue entonces cuando se dio la orden de parar parte de las obras.

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Jerónimo Jiménez explica que en ningún momento ha ocultado o negado la modificación de los planos iniciales. El asunto, dice, es que ese tipo de cambios son casi que inherentes a cualquier proyecto de construcción en todo el mundo.

“Uno modifica por muchas razones. A veces hay que construir de más o excavar de más para que quepan las volquetas que sacan la tierra, las excavadoras, para tener muros que sostengan vigas, etc.. Entonces se construye de más o se excava de más, pero luego se vuelve al proyecto original”.

Hay otros cambios, sin embargo, que obedecen a razones diferentes. El proyecto de la Sagrada Familia inicialmente se había concebido como un hotel boutique con una sala de convenciones y algunos locales comerciales, pero los cambios lo transformaron en un hotel y centro comercial con salas de cine.

Jiménez sostiene que esos cambios se dieron porque se trataba de un proyecto comercial en el que fueron apareciendo socios y que, además, necesita ser sostenible en el tiempo. “Nosotros fuimos a vender el proyecto a varias ciudades europeas. Muchas firmas le creyeron, no solo a la Sagrada Familia sino a la ciudad y decidieron invertir, por eso se fue cambiando el proyecto”, explica Fabiola Aguirre, directora de mercadeo del Hotel. Y, por otro lado, dice Jerónimo Jiménez, fueron modificaciones que “no están por fuera de la ley”. “La fachada no solo la hemos mantenido sino que la hemos restaurado, así como los elementos interiores del colegio. Lo que hemos hecho es aumentar el espacio de los sótanos para parqueadero y aumentar las subdivisiones internas para locales. Pero esas subdivisiones no son definitivas, es decir, no cambian la disposición original del bien”, comenta.

Jiménez agrega, además, que en lo que tiene que ver con la construcción del edificio moderno, sí es cierto que se cambió el diseño en diagonal y que se aumentó la altura de los pisos. Sin embargo, dice, a ese edificio no le aplican las normas de los Bienes de Interés Cultural y, por tanto, las modificaciones hechas tampoco son ilegales.

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La secretaria de Cultura de Cali, Luz Adriana Betancourth, es de otra opinión. La funcionaria sostiene que los cambios realizados a los planos iniciales del proyecto sí afectan el Bien de Interés Cultural. “El proyecto era un hotel con bolera, gimnasio y locales comerciales. Pero se pasó de 4 locales a 30, con cines, un supermercado, etc. Ese proyecto tiene unas implicaciones diferentes, incluso, sobre la movilidad, por eso se le pidió también un estudio de movilidad a Jero S.A.S”.

De otro lado, los informes realizados por los arquitectos de Planeación determinaron que las modificaciones en el colegio cambian, entre otras cosas, la amplitud y la continuidad de algunos pasillos y las características del patio central, que era en césped y que fue transformado en concreto. “Eso sin contar el aumento del tamaño del edificio moderno, que no estaba contemplado en los planos iniciales”.

Según los datos que tiene la Secretaría de Cultura, ese aumento de área en la nueva estructura es de alrededor de 4,384 metros cuadrados, mientras que la sociedad Jero S.A.S dice que es de 2,500. Más allá de ese cambio, Jerónimo Jiménez insiste en que no es ilegal, pues se hace sobre una construcción que no hace parte del Bien de Interés Cultural.

En suma, los cambios en el proyecto inicial por los cuales parte de la obra fue parada a principios de año fueron, a grandes rasgos, el aumento del tamaño de la construcción “moderna”, el aumento de subdivisiones en el Colegio, el cambio del césped del patio central y la disminución del área para transitar de algunos pasillos, con el objetivo de tener más áreas en los locales.

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Los problemas del proyecto, sin embargo, van más allá. Jerónimo Jiménez sostiene que es “evidente que desde la Alcaldía no se tiene la suficiente experticia para manejar este tipo de proyectos” y que, además, ha tenido que sufrir los constantes cambios de funcionarios.

Cuando se inició el proyecto, el director de Planeación era León Darío Espinosa. Luego el proyecto pasó a estar bajo la tutela de la Subdirectora de Ordenamiento Urbanístico, María Virginia Borrero. Luego, en agosto de 2016 llegó a la dirección de Planeación María de las Mercedes Romero. Ahora mismo, con la reforma administrativa que entró en vigor en 2017, la dependencia encargada del proyecto es la Secretaría de Cultura, encabezada por Luz Adriana Betancourth.

“Mire el mensaje que el Municipio está dando a cualquier inversionista. Primero me aprueban un proyecto, luego hay cambios en los funcionarios, después un funcionario me dice que sí me van a modificar la licencia, pero que haga un estudio de movilidad, yo lo hago y días después me comunican que ya no me van a modificar esa licencia. Este proyecto tiene más de 100 inversionistas, muchos de ellos extranjeros, y espera posicionar entre 50 y 60 marcas. Pero ahora mismo el banco no está desembolsando dinero y los inversionistas están preocupados. ¿Quién va a querer invertir en una ciudad en la que los procesos administrativos pasan de mano en mano y se mandan mensajes contradictorios? Parece que el Alcalde no ha pensado en eso ni en lo que esto le significa a la ciudad en términos de imagen respecto a inversionistas”, dice Jerónimo.

Por ahora, una parte de las obras de este hotel, que se tenía planeado inaugurar el Día de la Madre de este año, están paradas. Tanto Jero S.A.S como los funcionarios de Planeación y Secretaría de Cultura están convencidos de tener la razón. En caso de que un juez falle a favor de la firma, serán los dineros del Municipio los que deban pagar la millonaria indemnización. En caso contrario, la obra será parada definitivamente y Jero S.A.S tendrá que pagar una multa.

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