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"El asesino de una mujer en el MÍO pasó casi rozándome"

Este es el dramático relato de una pasajera del bus del sistema de transporte masivo, MÍO, que fue testigo del asesinato de una mujer a manos de un hombre identificado como Hernando Lucumí, el pasado sábado.

5 de abril de 2011 Por: Redacción de El País

Este es el dramático relato de una pasajera del bus del sistema de transporte masivo, MÍO, que fue testigo del asesinato de una mujer a manos de un hombre identificado como Hernando Lucumí, el pasado sábado.

“Pensé que el bus se estaba incendiando. De repente, los pasajeros de adelante empezaron a correr hacia atrás, como si una bola de fuego los persiguiera. El articulado se detiene en la estación Manzanares. Las mujeres gritan. El conductor agita la mano tratando de decirle algo al guarda de la estación. Algo pasa, pero sólo atino a salirme del bus.Los pasos acelerados de un hombre alto que lleva algo blanco en la mano me distraen. Pasó casi rozándome. Parece nervioso. En cuestión de segundos sale de la estación. ¡Cójanlo, cójanlo!, gritan unos pasajeros. Se robó algo, pensé. En ese momento, ni siquiera sospechaba de la escena macabra de la que sería testigo. El bus no vuelve a arrancar. Los rostros de los pasajeros que viajaban en los puestos de adelante están pasmados. Ahora el articulado está vacío. Me acerco lentamente al vagón del conductor. Parece una película de terror. Un charco de sangre cae de uno de los asientos y recorre todo el pasillo. Los puestos cercanos también están manchados. El estuche de un cuchillo, más bien ancho y pequeño, está tirado en el suelo. Me pongo la mano en la boca. Quiero vomitar. Abordé el MÍO a las 7:00 a.m.. No me pregunté por qué, pero justo el sábado me hice atrás y no adelante, como acostumbro. Cosas de la vida, del destino, quizá. En los primeros cinco minutos parecía que iba a ser un recorrido normal. Miré hacia adelante y casi todos los asientos estaban ocupados. Además, unas 25 ó 30 personas estaban paradas a lo largo de todo el articulado. Créame que parecía imposible que alguien pudiera asesinar a otra persona y luego salir así, como si nada. Luego de ver el estuche del arma, me acerco más. El horror era tal que me negaba a creerlo. En el suelo, a la salida delantera del bus, se ven los pies de una mujer. Las sandalias blancas que tenía están manchadas de sangre. Es real. Alguien se atrevió a matar a una persona en pleno bus del MÍO. Una sábana le cubre el cuerpo, desde la nariz hasta el ombligo. El hombre, el mismo que casi me rozó, le enterró el cuchillo tres veces en el tórax. Quienes estaban adelante cuentan que se paró y, como si se tratara de la estocada de un torero, le clavó hasta el fondo el cuchillo en el cuello. Me quedé inmóvil”.

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