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Christine Armitage, hija de Maurice Armitage | Foto: Foto: Wirman Ríos / El País

MAURICE ARMITAGE

Christine Armitage se confiesa después de cuatro años a la sombra de su padre

La hija del alcalde de Cali, Maurice Armitage, advierte que su presencia y gestión tras bambalinas en el CAM no fue caprichosa y que quiere seguir trabajando por la ciudad, lejos de la política.

22 de diciembre de 2019 Por: José Luis Carrillo - editor de Cali

Durante los cuatro años de mandato del alcalde Maurice Armitage, la constante en los pasillos del CAM era que Christine Armitage, su segunda hija, era quien movía los hilos en la Alcaldía. Ante esas afirmaciones ella ríe y sostiene que eso muestra lo poco que conocen a su papá.

Durante la Alcaldía de su padre, Christine fue excesivamente prudente, nunca accedió a una entrevista en los medios de comunicación -esta es la primera-, no tenía redes sociales e, incluso, su oficina es la más oscura, lejana y aislada del tercer piso del CAM. Ni ventanas tiene.

A ocho días de que termine la gestión del Alcalde habló del rol que asumió en la Administración Municipal y de la visión que tiene de Cali. También dejó muy en claro y con firmeza porqué no es la niña rica estrato seis que quiere cambiar el mundo, como fue señalada en su momento por algunos concejales.

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¿Cómo su papá llega a ser candidato y después Alcalde de Cali?

Rodrigo Guerrero -exalcalde de Cali- comenzó con los coqueteos, pero hay un rumor, en el que Nelson Garcés -concejal y político fallecido- habría dicho en su momento que el único problema con Armitage es que nadie lo podía manejar (ríe)...

No me diga que ustedes -su familia- en medio de un matriarcado tan fuerte (esposa y dos hijas), no influyen en las decisiones del Alcalde...

Es un personaje bien difícil. Cuando le hiciste una pregunta en una entrevista a Lina Sinisterra -antigua Secretaria de Gobierno-, donde le decías que el poder detrás del Alcalde eramos ella y yo, me dije: Dios mío, no lo conocen. Imagínese un señor de 70 años que ha hecho y desecho, y que muchas veces me ve como la ‘culimba’ estrato seis, termine siendo manejado en sus decisiones. Pero sí le puedo decir que el hecho de estar tan unida a él en estos cuatro años le ha permitido no perder su esencia, en dónde está, para qué está y para dónde va. Mi presencia incomodó a una cantidad de gente que quería llevarlo a hacer otras cosas.

Siento que usted quiso proteger demasiado al Alcalde y en algún momento eso lo cohibió a él de tomar algunas decisiones, en especial en el tema del Zanjón del Burro, donde quería hacer una obra para mejorar la movilidad del Sur...

Desde afuera gobernar se ve muy fácil, pero una vez dentro del CAM hay 50.000 limitaciones. Por ejemplo, en lo del Zanjón del Burro, así hubiera querido mi papá ejecutar la obra no hubiera podido porque jurídicamente se la bloquearon.

¿Cuál fue su nivel de injerencia en la Alcaldía de Cali?

Creo que he sido un punto de referencia para que él (Maurice Armitage) no pierda su esencia, eso me costó momentos duros entre los dos.

¿Qué momentos duros?

Nos dejamos de hablar un mes por una decisión que tomó, no te voy a decir porqué... Esto es difícil de manejar, pero hemos tratado de blindar esta Alcaldía.

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¿Qué sentía usted cuando la opinión pública le daba duro a su papá y lo hacían llorar?

El que llore mi papá no me preocupa, y de eso me di cuenta con un ‘hashtag’ que salió por esos días y que decía: prefiero un alcalde llorón a un alcalde ladrón. Lo que necesitamos en este país es que la gente llore y no se mate. Tiene un mensaje de humanidad inmenso que un señor de 70 años se deje conmover.

¿Después de estos cuatro años quiere seguir trabajando por Cali?

He tenido momentos en que quise tirar la toalla, pero quiero seguir trabajando por la ciudad.

¿Desde el escenario político?

Yo no creo en el cuento de los delfines políticos. La verdad es que yo tengo una ventaja muy grande y es que conozco el sector empresarial, social y público; ese triángulo, bien alineado, hace maravillas.

¿Qué momentos duros afrontó la Alcaldía de su papá?

Obviamente los desordenes del 21 de noviembre, pero también el 23 de diciembre del 2017. Cuando empiezan a jugar políticamente con las graderías de la Feria. El 23 de diciembre de ese año entra una tutela para bloquear el Salsódromo... a un grupo de personas le convenía que a Maurice Armitage le fuera mal y, por ende, a la ciudad.

¿Usted se imagina salir y decir que se canceló la Feria de Cali porque existía un supuesto muro de la infamia (graderías) que era igual al del Festival de Blancos y Negros en Pasto, al del Carnaval de Barranquilla? Ver eso, sistemático y organizado, es fuerte.

¿Cuál es su línea ideológica?

Creo en el desarrollo económico, en el principio de la libre empresa, en la importancia de líderes empresariales que sean jalonadores de oportunidades; creo que si los de arriba se caen, los que están abajo terminan peor. La ciudad tiene que apuntarle a la productividad; el país, a la competencia; pero también creo que hay que replantearse muchas cosas y todas las marchas que se están presentando nos lo demuestran. Hay un tema grande de inequidad en el país y los que tenemos -recursos- y los que podemos debemos ejercer una acción más activa.

¿Cree que al empresariado caleño le ha faltado más compromiso con la ciudad?

Sí, pero esto no es una lucha de clases. Así como una empresa para cumplir un objetivo tiene que pasar por varios procesos, en la parte social y política tenemos que tener iniciativas de largo aliento. Por ejemplo, aquí estamos un poco acostumbrados a que el sector empresarial apoya en el momento de las campañas y el resto del mandato no están... el sector empresarial caleño no puede pretender, cada cuatro años, lanzar candidatos sacados del sombrero ocho meses antes de la elección, eso es irresponsable con Cali.

¿Cuál es la mayor deuda que deja la Alcaldía de Maurice Armitage?

Quedan muchas cosas por hacer, he sido muy crítica de la gobernabilidad con el Concejo, me hubiera gustado ser más contundente en los temas del Concejo; pero creo que la frustración más grande fue no haber logrado que la gente de Cali entienda el poder y la capacidad que tiene de transformarse a sí mismos. Aquí prevalece la mirada del Gobierno asistencialista.

¿Cómo es Maurice Armitage como papá?

Él no es muy cariñoso, no es el hombre que está abrazándote y diciéndote que todo está bien... un aspecto difícil en esta cosa pública es que no estamos acostumbrados a que nos alaben. Él es todo lo contrario, es exigente y es fuerte. Te pica constantemente para que uno alce la cabeza, eso ha sido difícil.

¿Cómo termina las relaciones con su papá luego de trabajar cuatro años junto a él?

Nos hemos conocido mucho más. La verdad es que hemos manejado momentos de tensión muy fuertes, ha sido muy duro, pero a la vez le doy gracias a la vida por darme esa oportunidad. Y me he ganado el respeto de él, desde el punto de vista laboral, y eso es complicado.

¿Por qué se dejaron de hablar durante un mes usted y su papá?

No por decisiones de gobierno, sino por personas que lo rodeaban y con las cuales yo no he estado de acuerdo y en eso he dado una pelea importante acá adentro -del CAM- porque el poder obnubila y la gente te dice lo que quieres oír y te ensalsan; él tomó decisiones de tener algunas personas en su equipo de trabajo que no fueron las adecuadas y eso me costó mucho trabajo asumirlo. El tiempo me terminó dando la razón, él lo sabe pero nunca lo va a admitir.

¿Usted cree que entre las élites caleñas están emergiendo nuevos liderazgos políticos y sociales?

Yo creo que sí, celebro esa transformación generacional pero también creo que esos liderazgos tienen que ser más abiertos a otros grupos sociales de la ciudad. Las conversaciones de ciudad no se pueden dar solo entre la élite empresarial y política, tienen que ser más amplias en género, tiene que haber más presencia de mujeres y de otros grupos de interés y parte de lo que nos pasa a los caleños es que no nos reconocemos entre nosotros mismos, independientemente del estrato social.

¿Cuál fue el legado que dejó su papá como alcalde de Cali?

La transformación social de Cali es lo más importante, hemos recibido muchas críticas y nos han dado duro porque Maurice Armitage no representa a ningún grupo político y eso genera incomodidad y el ciudadano del común requiere soluciones inmediatas, le preocupa principalmente la seguridad y la movilidad.

Este Alcalde tuvo la fortuna de decir: a pesar de que me quieran o no, yo le voy a apostar a lo que a largo plazo puede transformar la ciudad y eso es la educación. Aquí no vinimos a dejar la popularidad del Alcalde en 80 puntos, no vinimos a garantizar el futuro político de nadie. Era una oportunidad única de una familia de trascender en una sociedad, por eso digo, gracias, porque además la Alcaldía es un potro bien difícil de cabalgar.

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Trabajo social

Cuéntenos qué hacía antes de que su papá fuera elegido Alcalde de Cali

La que empezó con el trabajo social de nuestra familia, en el año 2005, fue mi hermana Vivian. Ella empieza con la Fundación Sidoc y un sueño que se llama ‘Siloé Visible’, que busca transformar la Comuna 20.

Yo entro a la Fundación en el año 2016 con el objetivo de generar oportunidades para niños, niñas y adolescentes. Entramos como una orquesta Sinfónica y allí es donde empiezo a engancharme, después de eso ella sale del país y yo quedo con el liderazgo de la Fundación. Allí empezamos a generar una confianza con la comunidad que siempre había visto el sector privado como el diablo.

La ciudad tiene una deuda muy grande con esa comuna, creo que la barrera invisible más grande que tiene Cali es la Avenida Circunvalar y toda la ciudad le da la espalda a la Comuna 20. Lo que aprendí en Siloé es tener esa misma dinámica de apertura, de ponernos en los zapatos del otro.

Allí conoció calle...

Sí, conocí calle y aprendí que a pesar de las diferencias nos tenemos que comunicar, he tenido una relación con los líderes de Siloé y en especial con uno de ellos tengo una relación entrañable (David Goméz de la Fundación Nueva Luz), aunque llevemos un año sin hablar, porque llega un momento en que me dan tanto palo que yo dije: Yo resisto todo, menos palo suyo. Pero esa discrepancia se solucionará.

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