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Campus Party, el hogar de los futuros revolucionarios

Los genios en gestación ya no son propiedad del primer mundo. Historias de prodigios hechos en casa.

6 de julio de 2014 Por: Jorge Enrique Rojas | Editor Unidad de Crónicas

Los genios en gestación ya no son propiedad del primer mundo. Historias de prodigios hechos en casa.

Son distintos pero iguales entre sí. Con el paso del tiempo, la vida los ha ido programando desvestidos de teclas y cables. Son inalámbricos. Y su polo a tierra lo almacenan en La Nube. Así que están acostumbrados a volar. A toda hora. Su imaginación, entonces, los lleva lejos. Mucho más allá de lo que es posible imaginar para quienes nacimos hace mucho tiempo, en el mundo análogo donde los teléfonos solo servían para llamar.Les llaman Geeks y esta semana 2910 de ellos se reunieron en el Campus Party que tuvo como sede el Centro de Eventos Valle del Pacífico. 1273 eran del Valle. El resto llegó de ciudades de todo el país. Los Geeks, se supone, no solo son amantes devotos de la tecnología y las soluciones que ofrece, sino que se caracterizan por invertir buena parte de su tiempo habitando el universo dos-punto-cero para hacerlo suyo de distintas formas. Aquella entrega, se supone también, es más importante que la aceptación social en la dimensión más convencional de la vida donde unos chicos que se encierran un fin de semana a jugar videojuegos o a programar una computadora o a tratar de hacer caminar un prototipo robotizado, son vistos como bichos raros.El Campus Party es una concentración anual de aficionados a la informática que desde 1997 se realiza en distintas partes del mundo. El objetivo, más allá de ofrecer a los interesados conferencias de expertos, talleres de emprendimiento, conversatorios, es un intercambio de conocimientos para que todos se puedan nutrir de todos y así, unos y otros, sacar adelante proyectos o empezar a materializar ideas que hasta el momento permanecían en el aire. “Mi modelo son Los Beatles: eran cuatro buenos músicos que se complementaban a la perfección y que lograron un resultado mayor que la suma de sus partes. En los negocios, incluido el mío, nada realmente importante se consigue de forma individual sino gracias al trabajo en equipo”, dijo una vez Steve Jobs (creador de Apple), quizás el Geek más universal del planeta al que en su momento también llamaron bicho raro.Pero aún así, al verlos allí, haciendo su cambalache de saberes, resulta imposible prever lo que pasará. Nadie, por más que sepa del tema, podría advertir con exactitud lo que sucederá con sus proyectos y sus iniciativas. Y mucho menos con ellos. Pero al escucharlos, es posible elevarse a la nube de la imaginación y pensar que muchos serán los futuros revolucionarios. Algunos ya lo son. ***Juan David Muñoz tiene 23 años y en el 2012 se graduó como ingeniero telemático de la universidad Icesi. Caleño. Si fuera actor, nunca podría personificar al típico nerd que ridiculiza el cine: es alto y flaco, vestido con una sonrisa digna de comercial de pastas de dientes, camisa a cuadros, arete, tenis rojos; un celular sin teclas da vueltas en su mano mientras habla. A veces, el teléfono le recuerda cosas que luego harán parte de la conversación.Creció en un barrio del oriente de la ciudad y su carrera fue una apuesta personal: en determinado momento sus padres le dijeron que no tenían lo suficiente para pagarle el estudio, por lo que decidió hacer un préstamo y poder cursar la ingeniería que soñaba. Tal vez alguien lo habrá llamado bicho raro por haber tomado esa determinación, quién sabe. Lo que sí es seguro es que de haber sucedido a él no le importó. Ni antes ni mucho menos ahora: Juan David obtuvo uno de los mejores puntajes de todo el país en las pruebas Saber Pro que miden la calidad de la educación superior, por lo que es posible que parte de la deuda que adquirió con Icetex pueda serle condonada. “Sí, soy un Geek”, admite sonriente.Este Geek de cara angulosa hace parte del grupo de investigación I2T del Icesi que desarrolló Spectra, un sistema de información web para la vigilancia del mosquito Aedes Aegypti que transmite el virus del dengue. La finalidad de la aplicación es identificar los potenciales criaderos de zancudos para entregarle esa información a las autoridades responsables del monitoreo, prevención y control del virus. A través de una especie de formulario que es llenado por quienes tengan que chequear zonas específicas, los datos ingresados permiten que cada caso sea analizado en tiempo real. “Se hace georreferenciación y con las coordenadas del lugar se empieza el trabajo específico”. Dentro de algún tiempo, dice él, el desarrollo en el que están trabajando dará la posibilidad de que con solo tomar la foto de un pozo de agua estancada se pueda establecer el tipo de larvas que hay allí y las acciones que deban tomarse.En una ciudad como Cali, donde en la primera mitad del 2013 doce personas murieron como consecuencia del dengue, nadie podrá decir que lo que hace Juan David y el grupo de investigación al que pertenece es cosa de bichos raros. ***Óscar Eduardo Rosero es caleño, vive en Jamundí y estudió mecatrónica en la universidad Autónoma de Occidente. Cuando niño, fue el típico niño capaz de desbaratar algo solo para entender cómo funcionaba. Hijo de un comerciante y una ama de casa, dice que no tuvo una influencia directa para convertirse en lo que es hoy. Pero siempre lo supo. “Desde pequeño sabía lo que iba a ser”. El chico ahora es el cofundador de El Laboratorio del Medio, una empresa multimedia que desarrolla aplicaciones móviles y soluciones digitales que ya ha participado en trabajos reconocidos, como la aplicación móvil Ciudad Delirio.Otra muestra de lo que hacen es el Bicimulador, un juego de realidad mixta desprendido de un proyecto mayor que aún se encuentra en fase de desarrollo y se llama Rodamos. El Bicimulador consta de una bicicleta física que tiene un sensor de velocidad y un transmisor wifi que manda la información del pedaleo a un computador que la procesa para, a su vez, enviar esos datos al juego que se proyecta en una pantalla. El juego consiste en recorrer Cali en Bicicleta. Una Cali 3D, con sus edificios icónicos y sus calles más representativas, donde lo que se premia es el número de calorías quemadas y de emisiones de carbono evitadas. “En el grupo de trabajo hay un ingeniero multimedia y un ecologista y lo que queremos es promover el transporte verde. Cali es muy pequeña pero en carro se hace grande”.En otra fase, cuenta Óscar, cabeza rapada, camisa a cuadros, chivera de días, la aplicación mostrará puntos de interés para los ciclistas: donde desvararse o comprar un repuesto. Pero para eso falta: “En este momento estamos en el perfeccionamiento físico, la aplicación móvil está quieta. Tenemos una empresa y quisimos mostrar lo que somos capaces de hacer: esto es totalmente inalámbrico, funciona con baterías”.Cuando piensa en lo que será cuando sea ‘más grande’, el muchacho lo dice sin dudarlo: un emprendedor. Últimamente Óscar ha estado leyendo sobre la bolsa de valores y en un futuro le gustaría tener una empresa cotizando. Tiene tiempo: apenas cumplió 25 años.***Héctor Satizábal (Popayán, 28 años), Miguel Alegría (Popayán, 21 años), Yeyson Jiménez (Cali, 20 años) y Edith Huelgas (Mocoa, 23 años), echaron a andar en la capital del capital del Cauca un invento que desde hace rato funciona en ciudades del primer mundo y que de este lado del planeta todos hemos anhelado alguna vez: tener la posibilidad de saber con exactitud a qué hora pasará el bus. En Popayán, donde no hay paraderos establecidos, más que anhelo era una urgencia.Héctor y Miguel, estudiantes de ingeniería de sistemas de la Autónoma del Cauca, dicen que todo empezó con su propia necesidad: “Estábamos haciendo trabajos de la universidad, era tarde y queríamos saber cómo llegar a la casa. Pensamos que habría algo que nos ayudara con la información, pero nos dimos cuenta que no: ¿por qué no lo hacemos nosotros? Con esa pregunta empezó todo”.Desde ese día hasta ahora han pasado nueve meses y la pregunta ya es una respuesta convertida en una aplicación web y móvil que hasta el pasado jueves contabilizaba 1046 usuarios registrados. Todos los días, entre 5 y 10 personas descargan en sus celulares o computadores Ubibus, el invento de estos muchachitos que aún no se han graduado.Ubibus, básicamente, funciona como un mapa de alertas que funciona a través de GPS: tras el registro, la aplicación toma la ubicación del usuario y según sean sus necesidades de movilidad le muestra cuáles rutas le sirven, cuánto tardan en llegar hasta donde se encuentra y en cuánto tiempo preciso (no estimado) lo dejarán en su destino. Y si lo quiere, Ubibus puede programarse para que le avise cuando el bus esté a dos cuadras. O en la esquina. Para eso, gracias a una alianza estratégica, han instalado equipos GPS en 33 buses y adelantan el proceso en otros 20. La aplicación también sirve para que los usuarios califiquen el servicio prestado en tiempo real y así las empresas de transporte sepan cómo corregir los errores más frecuentes. “La idea inicial no tenía un espíritu monetario. Hemos tenido una gran retroalimentación de los usuarios y eso nos motiva. Nuestro modelo de negocio ahora ha evolucionado y nuestra idea es aportar a las ciudades inteligentes”, dice Héctor Satizábal: lentes recetados, jeans, zapatos de goma. Por ahora Ubibus, ni siquiera con las descargas, les revierte dinero a sus bolsillos estudiantiles. Pero pasará. A ellos, sin embargo, no parece parece importarles mucho cuándo. Los Geeks (no todos, pero sí la mayoría) tienen preocupaciones superiores a la plata. Suena raro, cosa de otro mundo, de bichos raros: ayudar a otros los hace felices. Héctor y Miguel, sonríen con su teléfono en la mano.

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