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Bibliotecas familiares en la ladera de Cali, una iniciativa que cambia vidas

En zonas de ladera y lugares apartados nacen bibliotecas familiares. Una historia de cómo cambiar el mundo.

1 de diciembre de 2013 Por: Margarita Rosa Silva | Reportera de El País

En zonas de ladera y lugares apartados nacen bibliotecas familiares. Una historia de cómo cambiar el mundo.

Esta no es una biblioteca cualquiera. No hay que guardar silencio, ni acomodar los libros por orden alfabético, ni compartir la mesa con desconocidos. No. Se trata de una biblioteca mágica donde se juega al ‘gato y al ratón’, donde se leen los cuentos de ‘la Sirenita’, y donde todos son amigos.No es nada muy elaborado. Una mesa de madera, sillas hechas con tablas, piso de tierra. El resto se resume en amor, risas y disposición para ayudar. Ubicada en la vereda Atenas, corregimiento de Los Andes, arriba del Zoológico, esta es una de las 19 bibliotecas familiares que la fundación La Guaca ha creado en la ciudad, en aquellos lugares a los que, a veces, ni siquiera llega el MÍO. Meléndez y Bellavista son algunos de esos otros lugares donde ha llegado la magia. En este caso son doña Miriam y doña Rosa quienes tienen sus bibliotecas en sus casas. En ellas ayudan sus hijas, y entre todas guían a los niños, les ayudan a hacer las tareas, les leen cuentos, los abrazan, les dan cariño. Todo comenzó hace dos años, con 30 libros que les dio la fundación. Antes de eso, hacer la tarea para sacar un excelente o tener una carita feliz, implicaba caminar varios kilómetros hasta la biblioteca más cercana. Exponerse al robo, al peligro. Ahora que hay una enciclopedia en casa y libros de consulta, ya todos ganan el año, todos reciben medalla. Y además, se divierten aprendiendo.“Esto me cambió la vida”, dice doña Rosa. Y acepta que cuando no está ahí, en su casa, enseñando y jugando, se siente como si le faltara una pieza importante. Pero, lamentablemente, dice, debe ausentarse un día sí, otro tal vez, porque trabaja “en lo que salga”. Además dice que lo más importante es que esto la hizo unirse con los de su alrededor. Con su compañera antes solo se saludaban. Ahora son casi como familia. Y en el caso de la casa de Miriam, llegan niños de los vecinos, los amigos, la gente de la zona. En su casa, hecha de ladrillo, con dos camas y una cocinita, hay espacio para todos. Amando al prójimo La Guaca nació hace 23 años. Esta semana fue la ganadora del premio ‘Por una Cali mejor’ que reconoce esas iniciativas que cambian la vida de la gente. Recibió $13 millones.Surgió de un grupo parroquial que Ignacio Ojeda, trabajador social, creó con unos amigos, que se llamaba Cristo y la Pandilla. Cuando se disolvió y, en Bellavista, donde vivía, creó un espacio donde se daban clases de danza y nació una pequeña biblioteca.Ignacio es la mejor muestra de aquella frase de cajón, “el que quiere puede”. Trabaja de lunes a viernes, de 7:00 a.m. a 5:00 p.m. en la vicerrectoría académica de la Universidad del Valle. Y aún así saca tiempo para intentar hacer del mundo un lugar mejor. El trabajo no lo puede dejar: es para sostener la fundación, porque ayudar a los más necesitados cuesta. Tanto es así que actualmente la sede de la fundación está en peligro. Se trata de un lote en el Mameyal, propiedad de la Dirección Nacional de Estupefacientes, por el cual debe pagar arriendo. Pero como recientemento no ha habido cómo, ya tiene una advertencia de desalojo. “Estamos pidiendo que nos transfieran el bien, que entiendan que lo que hacemos aquí es por el bien de la gente”, dice. Ahora, con los $15 millones, la idea es construir un teatrino almbulante, para hacer actos culturales en las comunidades. “Nuestro mayor aporte es que fomentamos los lazos de afecto. Nuestro fin es prevenir la violencia”, cuenta. Se trata de amar al prójimo para construir paz. De recordarles a los malos que la gente buena es más”.

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