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A pesar de la metida de pata, los Juegos Mundiales van con toda

A pesar de los errores con la medallería, el show en Cali tiene que continuar con los Juegos Mundiales. Este evento tiene orgullosos a los caleños y felices a los extranjeros. Lo ha dado todo y puede dar más.

29 de julio de 2013 Por: Evelyn Rosero Ramírez | Subeditora Elpais.com.co

A pesar de los errores con la medallería, el show en Cali tiene que continuar con los Juegos Mundiales. Este evento tiene orgullosos a los caleños y felices a los extranjeros. Lo ha dado todo y puede dar más.

Sin duda, Cali se puso su mejor vestido para los Juegos Mundiales 2013. Nuestra ciudad luce más limpia, más alegre de lo usual y también más elegante y distinguida. Y tiene razones para mostrarse, para presumir ante las demás ciudades del país. Está estrenando escenarios deportivos y, para estar a la altura de otros países, de otros mundiales, de otros eventos igual de importantes, desplegó su mejor recurso humano y material para hacer sentir como en casa a sus invitados. Los extranjeros no pueden sentirse más acompañados y deslumbrados por una ciudad amigable, una ciudad que les hizo olvidar que no están en casa. Ya lo dijeron que un reciente informe de El País: son la comida, las calles, las mujeres hermosas, pero sobre todo la amabilidad de la gente de Cali, esos grandes atractivos que los cautivan. Los caleños están felices. Desde que empezaron las justas deportivas, parece que nadie se quiere quedar en casa. Y me tocó ser testigo de ello. Nada más el sábado 27 de julio, segundo día de competencias, me fui hasta la Plaza de Toros, escenario del Baile Deportivo. Eran más de las 6:30 p.m., 15 minutos más tarde de la cita, y las filas para entrar parecían no tener fin. La gente llegaba por montones esperando tener un lugar. No había fatiga, ni disgustos, lo que importaba era no perderse detalle de uno de los acontecimientos más importantes para la ciudad. Lo verdaderamente importante era no perderse siquiera uno de los eventos y arrepentirse después por no haber hecho el mínimo intento. La fiebre mundialista se esparce por toda la ciudad. Bastaba con darle la vuelta a la Plaza de Toros para ver un panorama muy similar en el Velódromo, donde se dieron cita los mejores en patinaje artístico. Los alrededores de ese escenario lucían como una verdadera Villa Olímpica, como si fuera otra ciudad del mundo. Con las zonas verdes iluminadas, y con el eco de los aplausos y los gritos de emoción de los espectadores que ya estaban adentro disfrutando la velada.Entrar tampoco fue fácil. Las graderías estaban a reventar, pero seguía llegando gente con boleta buscando ocupar un lugar vacío. La situación provocó algunos roces con los organizadores, que no permitían a los asistentes sentarse sobre las rutas de evacuación. Pero si no había lugar y muchos tenían boleta ya comprada ¿cuál era la solución?Y aquí me detengo un momento para decirle a las autoridades locales ¡cuidado!, la asistencia masiva es un buen síntoma. Pero que no fallemos de nuevo en la logística, en la organización. La inauguración fue bella y sublime, pero muchos de los que pagaron por verla se quedaron afuera. Si los controles se realizan con rigor, los espacios no pueden ser insuficientes. Y por esto, fuimos objetos de críticas y jalones de oreja. También lo fuimos por un error gramatical en la medallería de los Juegos Mundiales, un descuido que no podíamos darnos el lujo de tener a la luz de un evento que pone los ojos sobre nuestra Sultana del Valle. No hay justificación. Pero si vale la pena recordar que el de Cali no es el primer error en un evento de relevancia. En la lista de errores de Juegos Olímpicos que pasaron a la historia y que registran algunos medios digitales aparecen, por ejemplo, el incidente ocurrido en el partido del torneo olímpico de fútbol femenino entre Colombia y Corea del Norte el año pasado, cuando junto a las fotos de las jugadoras asiáticas apareció la bandera de Corea el Sur, o el penoso incidente del 2011 cuando el himno franquista celebró la victoria del español Alberto Contador en el Giro, en Milán. Ahora le pasó a Cali, pero toca sobreponerse, corregir y levantarse. Que el debate no se quede en la burla y en los cuestionamientos, que la crítica tenga un objetivo: ser mejores mañana. Cali brilla y tiene motivos de sobra para continuar con los Juegos Mundiales.

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