El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Valle

Artículo

Así se observan los animales desde las dos caras: los que están encerrados y los que son libres. | Foto: Valentina Echeverry

Un día en el albergue de perros callejeros más grande de Colombia

El País hizo un recorrido para conocer la fundación Animal Safe que alberga 900 perros callejeros en Ginebra, Valle. Su situación actual es crítica por falta de recursos, por eso está a punto de cerrar.

3 de agosto de 2017 Por: Valentina Echeverry Segura / Reportera de El País  

"Conocerás el botadero de perros más gigantesco del Valle del Cauca". Con estas palabras me invitaron a una de las fundaciones animales más grandes que tiene el país.

Qué particular la manera como le llaman, pensé. Decidí emprender mi viaje y salí un miércoles a las 8:30 a.m. Tomamos la recta Cali-Palmira y, después de una hora de camino, avanzamos 1500 metros por la vía Ginebra-Buga. Llegamos.

El lugar pasa desapercibido. Solo observé varias estructuras metálicas, cubiertas por una malla negra. No había un aviso que lo identificara. Sin embargo, el carro se detuvo en plena carretera por una sola razón: el impresionante bullicio. Cientos de ladridos al mismo tiempo.

El olor era fuerte. Muy parecido al de una toalla húmeda cuando está mucho tiempo en un rincón. Se sentía desde afuera, desde adentro, desde cualquier parte.

Cuando las puertas del refugio animal se abrieron, más de 30 perros se abalanzaron sobre mí. Sentí temor de una caída o de una mordida. Quise avanzar, pero no pude. No me dejaban.

Todos se me montaban. Los altos ponían los pies sobre mi pecho, los pequeños sobre mis rodillas y los más 'flojos' sobre mis pies. Tenía, al menos 10 perros, sobre mi cuerpo.

Y fue en ese instante, cuando supe que estaba en la fundación Animal Safe, un refugio que alberga alrededor de 900 perros callejeros en Ginebra, Valle del Cauca.

Pensé que todos iban a estar revueltos. Pero no fue así. Al entrar me encontré alrededor de 60 perros en una sola parte. ¿Y los otros?

Estaban divididos en jaulas gigantes. Y eran 24 de esas mismas, en un área total de 6200 metros cuadrados. En algunos lugares estaban los más pequeños, en otros los más grandes e inclusive los más bravos estaban aislados, para evitar enfrentamientos entre ellos mismos.

Ellos necesitaban de adopción y de cariño. Lo sentí. Todo el tiempo en el lugar me abrazaron y jugaron conmigo.

Reinel, un hombre canoso, con camisa de rayas azules con rojo, fue el trabajador que me recibió. Algunas veces lo veía acariciando a los animales, otras sirviendo el poco concentrado que tenía y unas cuantas más recogiendo excremento. "Al día se recogen 3mil kilos" -me contó-. Quedé asombrada con solo imaginar cómo sería.

Ese poco alimento fue una de las señales que me mostró que el lugar estaba necesitando ayuda. Su director, Édgar Tascón, quien llegó a los minutos, entró manifestando que "desde mayo no recibimos donaciones y estamos a punto de cerrar".

Por eso el apoyo es vital, me dijo. Animal Safe invierte un millón y medio de pesos al día, es decir que al mes su presupuesto de gastos es de $45 millones. "Hasta el momento no los tenemos", afirmó.

Mientras me relataba la historia del refugio, al hombre, de pelo negro, camisa azul, pantalón gris y botas, lo rodeaban más de 10 perros.

"Se tiene el riesgo de crear un problema sanitario y ambiental si la fundación llegara a cerrar. No sé qué haría con los perros. Animal Safe se sostenía con aportes que hacían algunos benefactores. También con las ganancias que producía una rifa que se hacía cada seis meses y con la recolección de concentrado en algunas jornadas. A los perros solo se les está suministrando la mitad de la comida que requieren", relató Tascón, quien sentía angustia. Un nudo en la garganta que a veces le impedía hablar y sus ojos algo llorosos.

En el refugio animal ya no hay dinero para droga veterinaria ni para pagarle el sueldo a los 10 empleados que hay. Es por eso que están buscando donaciones, ayudas comunitarias o cualquier aporte que la comunidad pueda hacer.

Pese a esto, la fundación sigue operando, tal como lo ha hecho desde 2001. En ella se han invertido aproximadamente $1600 millones. Empezaron con 25 perros y poco a poco fueron acogiendo más, al punto de que hoy albergan alrededor de 900. Todos vienen de la calle o son dejados en abandono en la puerta de la fundación.

En ese lugar me encontré con historias de alegría, pero también de dolor y esperanza.

Hace aproximadamente 10 años, al refugio animal llegó un furgón proveniente de Ibagué con aproximadamente 40 perros. Muchos de ellos murieron a los días por el tetano, debido a las heridas que traían. Estuvieron encerrados en el camión durante cuatro días.

Otra historia es la de Morgan. Un perro que sufrió hace algún tiempo una escena de desesperación. Sus dueños, luego de abandonarlo, volvieron al lugar para llevárselo. Me contó Édgar que estaba escondido detrás de una pared, desesperado, angustiado, exasperado.

Al parecer no lo trataban de la mejor manera. Su familia al ver que ya estaba siendo acogido por una mejor persona, arribó al refugio para que volviera a casa. Pero nunca fue así. Él no se dejó ver. Ni tampoco coger.

Uno de los perros más particulares que me encontré en el recorrido fue Logan. Otros saltaron sobre mí, me abrazaron, lamieron y hasta mordieron. Él no. Ni siquiera me miró. Todo el tiempo estuvo recostado sobre un muro intentando dormir.

Hace dos meses le dio catarata y perdió parte de su vista. Antes era uno de los más juguetones del lugar. Ahora su único interés es el reposo, el descanso y tener sus ojos cerrados.

Unos estuvieron felices. Otros no hicieron nada. Los demás ansiosos por salir. Esa fue la situación que me mostró la fundación. El año pasado llegaron 600 perros, de los cuales 250 se fueron adoptados.

Los otros perros se quedaron. Como Matilda. La más antigua del lugar. Murió en julio tras 10 años de vivir en el sitio. Ya estaba afectada del corazón. A diario se trataba con medicamentos, pero debido a las altas temperaturas falleció de un infarto provocado por un golpe de calor.

Todos los animales que vi eran recogidos de la calle. Estaban ahí para aliviarse del maltrato y la violencia. La mirada de Dexter me lo dijo. En sus ojos reflejaba sentimiento de apego. De querer salir conmigo. De tener una familia. Quería llevármelo para mi casa.

Y en esas se la pasaron... jugando. Saltando. Corriendo –como Marshall-, mientras tanto, otros encima mío -como Romeo-, mirando a ver si yo era la persona que decidía llevármelo al calor de un hogar para que fuera feliz.

…Detrás de esas historias, existen cien, quinientas o hasta ochocientas más. Todas con algo en común: la espera de tener un hogar. Una familia. Alguien que juegue con ellos. Que les dé cariño.

En el Valle del Cauca hay alrededor de 55.000 animales abandonados en las calles. Todas las fundaciones albergan aproximadamente 2.000. Es decir que el resto sigue errante, vagando sin orientación.

Pueden donar a las siguientes cuentas de ahorro:
Bancolombia No. 84841732307
Banco de Bogotá No. 346220272
A nombre de la fundación Animal Safe.


Las donaciones virtuales se hacen a través de la página web www.fundacionanimalsafe.com, utilizando tarjetas crédito, débito y cuenta corriente y de ahorro. 

Otra opción para donar son los Giros a nombre de Édgar Tascón Robles C.C.14.936.998 por Gane, Baloto o Efecty de Servientrega.

Para mayor información llame al celular:
 311 6327238

AHORA EN Valle