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¿Quiénes son los 'nuevos' dueños de los parques públicos de Palmira?

El abandono, la deserción escolar y la relativa facilidad para comprar alucinógenos estarían jugando un papel determinante en el consumo de sustancias psicoactivas en más del 90% de la zonas verdes de Palmira. La comunidad reclama que las autoridades les devuelvan estos espacios para el disfrute de niños y ancianos.

21 de octubre de 2012 Por: Luz Stella Cardona | Palmira Hoy, El País

El abandono, la deserción escolar y la relativa facilidad para comprar alucinógenos estarían jugando un papel determinante en el consumo de sustancias psicoactivas en más del 90% de la zonas verdes de Palmira. La comunidad reclama que las autoridades les devuelvan estos espacios para el disfrute de niños y ancianos.

“La droga es una enfermedad sin vacuna” dice con resignación un habitante del barrio San Pedro, mientras mira hacia el parque infantil en el que desde hace algunos meses la risa de los niños ha sido absorbida por una espesa nube de marihuana.Agrega que es un problema sin horario: a cualquier hora del día se les puede ver, aunque se agudiza los fines de semana. Con una pinta característica: gorra, saco con capucha y arete llegan a la zona verde y se camuflan alrededor de la casa destinada al uso de la tercera edad.“No temen ser vistos. Ahora son más ‘frenteros’” asegura otra vecina, pues saben que la Policía no se los puede llevar detenidos por aquello de la dosis personal. “Eso, la dosis personal, ha sido una maldición para nuestros jóvenes”, asegura otro vecino.Esta zona, destinada a la recreación y el disfrute de pequeños y grandes, fue rebautizada hace poco. Ahora se conoce como ‘parque marihuana’. Un recorrido por diferentes espacios verdes de la Villa de las Palmas arroja una verdad que da escalofríos: más del 90% de estos sitios están viciados por consumidores y expendedores.Poblado de Comfaunión, Obrero, La Factoría, Sesqui, El Prado, El Sembrador, El Recreo, Palmeras, Las Américas, Alameda: la lista es amplia.El abandono, la apatía, el descuido de los padres con sus hijos el aumento de la deserción escolar y la fácil consecución de los alucinógenos estarían jugando un papel determinante en este flagelo.Enjambre de jóvenesUna característica de este problema es que los menores ‘vuelan’ en grupo, como enjambres de abejas.Por eso no es raro ver grupos de 15 ó 20 muchachos armando un ‘cacho’, un ‘bareto’ o un ‘poste’ de marihuana o basuco. En Poblado de Comfaunión la historia se repite, pero con un nuevo ingrediente: el Parque de las Llantas sirve de colchón verde para los amantes de la naturaleza.“Aquí no sólo fuman marihuana y otras drogas, también hacen el amor; por eso me tocó quitar el palo de limón que tenía detrás de la casa, ¿no ve que no me dejaban dormir mi niño de 10 años?”, revela una madre consternada.Un domingo, señala, habían cerca de quince jóvenes ‘metiendo’ vicio delante de los niños que allí jugaban.“Esto está muy verraco, la Policía dice que es la dosis personal, pero por qué tienen que fumar aquí, por qué no se van para el monte”, se pregunta.Entre tanto, otra habitante asegura que el miércoles de la semana pasada se registró un hecho que estremeció todo el barrio: un menor de 9 años de edad fue descubierto intentando replicar lo que vio hacer a los otros en el parque.El pequeño tomó una botella donde aún quedaban rastros de droga e intentó prender la mecha para inhalar la sustancia. Afortunadamente fue detenido a tiempo.“Necesitamos ayuda, esto está tenaz”, manifestaron los pobladores.El Obrero, parque emblemático de la Villa de las Palmas, tampoco escapa a esta problemática. Frecuentado por pensionados, niños y jóvenes en bicicleta y patineta, tiene su pico de peligro más alto a las 11:00 de la mañana y las 6:00 de la tarde, cuando el olor se vuelve insoportable.“Uno no puede respirar, se llama a la Policía, que viene y los retira, pero luego regresan”, afirma un vendedor.En una banca cercana, un joven aguarda para ‘armar’ su cigarrillo. Al ser interrogado sobre por qué lo hace y desde cuándo, dice que empezó a consumir a los 15 años “por curiosidad”. Ahora tiene 21 años.Sin embargo, afirma que no es ningún ‘chirrete’ (término usado para referirse a los delincuentes), sino que la marihuana le produce un efecto relajante.En La Factoría, en pleno centro de Palmira, ni siquiera la presencia de un CAI de la Policía los persuade. “Ese círculo que usted ve en la mitad, es el círculo del vicio”, muestra con tono irónico una vendedora, antes de enfatizar: “A la Policía el olor la pone conforme, porque no sale del CAI. Uno atiende relajado, chévere, no ve que esa ‘chauma’ (olor) lo pone bien”.Entre tanto, en Portales del Recreo las cosas tampoco son fáciles. Algunas mujeres juegan con dos niños en el parque, pero revelan que tienen miedo, pues hace algunos días se robaron la cadena y el candado con los que tenían amarrada una banca.“¿Los niños solos, en el parque?. No, nunca con esos muchachos”, sostienen.El dedo en la llagaEl coronel Víctor Reina, comandante del Distrito de Policía de Palmira, señala que se está trabajando de manera mancomunada con la comunidad y la Fiscalía para recuperar estos espacios.Asegura que ya van más de seis, pero explica que hay aproximadamente seis mil jóvenes que han abandonado las aulas y andan sin ningún control de los padres de familia. Anota que entre los 11 y los 23 años es el promedio de edad en el que los menores caen en “ese gran monstruo que es el consumo de drogas”.Agrega que una de las siete u ocho variables de descomposición social que se registran en la Villa de las Palmas es el descuido de padres y madres. “Muchas veces delegan la responsabilidad en la Policía y demás autoridades y también en los profesores, cuando la obligación primaria la tienen ellos”, asegura Reina.Entre tanto, hordas de muchachos siguen llegando a parques y zonas verdes de todas las comunas de Palmira en un círculo vicioso de nunca acabar.

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