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Pedro Nolasco Sierra, una leyenda viva de la dirigencia del Valle

Conozca el perfil del arquitecto que diseñó y construyó la mayoría de escenarios deportivos del departamento. Fue pieza clave en los Panamericanos.

23 de marzo de 2012 Por: Marco Antonio Garcés, reportero de El País

Conozca el perfil del arquitecto que diseñó y construyó la mayoría de escenarios deportivos del departamento. Fue pieza clave en los Panamericanos.

Han pasado 41 años desde la realización de los Juegos Panamericanos en Cali y la memoria de uno de los miembros del Comité Organizador de las justas sigue lúcida e imperturbable. Nolasco Sierra, una viva leyenda de la dirigencia deportiva del departamento, el arquitecto que construyó la mayoría de escenarios de los 42 municipios de la comarca, llegó de Suiza, donde reside con su familia, para disfrutar otra vez del calor de su ciudad y evocar grandes recuerdos.A los 84 años de edad su claridad mental es evidente, tanto como el amor que profesa por su esposa Ligia Minig. Los dos han compartido más de la mitad de sus vidas y ahora se pasan la mayor parte del tiempo con sus hijos y nietos, en una población ubicada en el norte del país europeo.Su casa-finca en Dapa, hecha completamente de madera por él, es un paraíso. Rodeado de árboles, pájaros y en medio de un clima sensacional, atendió a El País para retroceder en el tiempo. Su vinculación al deporte viene desde la época en que era profesor, secretario y decano de la Facultad de Arquitectura en la Universidad del Valle. Allí lo nombraron presidente del Consejo Deportivo, posteriormente se vinculó a la Junta Departamental de Deportes, después de graduarse de arquitecto en la Universidad Nacional.“En la Universidad del Valle pasé por todos los escalafones: profesor, decano, miembro del Consejo Académico y del Consejo Superior y, por último, organicé la Oficina de Planeación de la universidad; con la ayuda de los doctores Mario Carvajal y Alfonso Ocampo presentamos el primer estudio para el Banco Mundial para la sede de la institución. Así empecé a figurar en un área que me ha gustado siempre”, recuerda.Sierra Navia dice que en su juventud no practicaba una disciplina específica, al contrario, lo escogían para todo, ya que si le tocaba, jugaba fútbol, y lo hacía con la misma facilidad con la que se le medía al béisbol. Tal vez la impulsión de la bala fue la que le dio su mejor figuración, al salir campeón universitario con la Nacional.Sin embargo, el único deporte que le permitió representar al Valle el Cauca fue el voleibol, en un Campeonato Nacional en Pereira, donde obtuvo el subtítulo.Los Panamericanos lo marcaronNolasco enfatiza que su carrera como dirigente inició con los VI Juegos Panamericanos, en los que fue director técnico. Humberto Zuluaga lo vinculó como director de la Junta Administradora de Deportes del Valle en 1972, entidad en la que se quedó hasta 1980. En ese periodo se preocupó por dejar una buena infraestructura en materia de escenarios en toda la región, al lado de recordados personajes como Jorge Herrera Barona y Alfredo Carvajal.Por ejemplo, para construir el Velódromo Alcides Nieto Patiño tuvo que ir a Alemania a mirar varios proyectos, como el que realizaron para los Juegos Olímpicos de Munich. También estuvo involucrado en escenarios como el Coliseo El Pueblo, el antiguo Hipódromo del Valle y la Piscina Olímpica de Tuluá, entre otros. La consigna era convertirlos en espacios múltiples, para que tuvieran más vida y se programaran distintas actividades.Por ello, guarda especial agradecimiento con exmandatarios como el presidente Alfonso López Michelsen, los gobernadores Marino Rengifo Salcedo y Carlos Holguín Sardi, el alcalde Alfredo Carvajal. así como el exministro de Educación Rodrigo Lloreda Caicedo (q.e.p.d.). Incluso, menciona como muy cercano al deporte en ese momento al actual alcalde de Cali, Rodrigo Guerrero Velasco.Sin querer hacer una comparación entre la dirigencia de entonces y la actual, sostiene que a ellos les alcanzaba la plata y por ello existía confianza de todos los sectores. “La Junta Administradora de Deportes en ese tiempo era bien manejada y la gente se peleaba un puesto en la institución. Carlos Holguín Sardi decía que tenía dos entidades para mostrar en el departamento: El Comité de Cafeteros y la Junta Administradora de Deportes, porque eran ejemplo”.Con dineros de la misma Junta y de las alcaldías municipales, procedió a la construcción de coliseos que aún se conservan. “Entre todos conformábamos un equipo y se hacían las cosas”, afirma. En ese tiempo lo alertaban sobre el riesgo de ir a poblaciones del norte del Valle en las que la presencia de grupos insurgentes sembraba terror, pero él no se asustaba, ya que su premisa era siempre la de llevar espacios de recreación a la comunidad. Siempre comprometía a los alcaldes de cada jurisdicción a aportar el 50% para cada obra y nunca le pasó nada.“En 1975 fuimos a inaugurar una cancha de fútbol en Lituania, había que ir al El Dovio, montarse más de cuatro horas en un caballo hasta Garrapatas y luego volver a subir. ‘Los muchachos’ nos recibieron con cabalgata”, dice en medio de risas.Una de las más preocupadas con sus correrías era su esposa, hasta que un día la llevó a presenciar la inauguración de dos canchas en Riofrío y otro corregimiento cercano. Después de probar un suculento sancocho de gallina, pudo corroborar el respeto y admiración que le tenían a Nolasco en cada rincón del departamento.“Para ser un buen dirigente hay que mirar dos frentes de trabajo: la línea física (construcción y desarrollo de los escenarios deportivos) y la línea humana (capacitación de los técnicos para que transmitan esos conocimientos a los deportistas). Pienso que si se cumple con las dos cosas, se llega a ser un buen dirigente”, agrega mientras un grupo de pericos se acerca a probar el alimento que les brinda en su apacible jardín.“Firmé varios convenios de ayuda con la Universidad de Colonia, de Alemania, así como con la de Tokio y el Comité de Cafeteros, para apoyar a los deportistas”, remata Nolasco, mientras disfruta los últimos días en su terruño antes de reencontrarse con la cultura que lo adoptó.Vive en el norte de Suiza con su familiaCon el buen humor que le caracteriza, Nolasco Sierra dice que está dedicado a “compartir las últimas peluqueadas” que le quedan con sus nietos, en una población tranquila, de 8.000 habitantes, situada entre Lucerna y Araau.Llevan diez años de residencia y se sientes plenos allí, ya que encuentran a su servicio cinco bancos, seis almacenes de cadena, colegios y hospitales, lo necesario para no tener nada que envidiarles a ciudades como Zurich o Basilea.La idea de trasladarse a ese país fue de su esposa, Ligia Minig, de descendencia suiza, quien les dio la nacionalidad a sus hijos: Clara, Fernando y Juliana.Sin embargo, cada año en enero o febrero, vienen a Cali durante tres meses para evitar temperaturas bajo cero. Entre los pasatiempos de Nolasco está escribir reflexiones sobre problemáticas como la violencia en el fútbol.

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