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"No descansaré hasta que mi hijo quede libre": padre de bonaverense condenado en EE.UU.

Emiliano Arboleda, padre de Abelardo, siente que con el anuncio del presidente Obama de cambiar la pena de muerte por la cadena perpetua para su hijo, ganó una de las primeras batallas.

18 de enero de 2017 Por: Redacción de El País Buenaventura

"Me volvió el alma al cuerpo". Eso fue lo que dijo el señor Emiliano Arboleda al conocer que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cambió la condena de pena de muerte por cadena perpetua para su hijo, Abelardo Arboleda Ortiz, quien al parecer, padece de discapacidades mentales.

Aunque para Emiliano, que su hijo ya no este condenado a pena de muerte es un alivio, insiste en que es inocente y no detendrá su lucha por demostrarlo para lograr su libertad.

Dice que después de 16 años de insistir con cartas al presidente de EE.UU, Barack Obama, sobre el cambio de pena para su hijo, hoy ganó una de las batallas y cuenta cómo ha sido el calvario para su familia

Abelardo, oriundo de Buenaventura, fue condenado a pena de muerte en 1998 en Estados Unidos, por el asesinato de Julián Colón, durante un episodio de distribución de drogas en el que se vieron vinculados otros tres hombres. Además, también le fueron sindicados los delitos de porte de armas y posesión de drogas.

Lea aquí: Obama cambia pena de muerte por cadena perpetua a vallecaucano preso en EE.UU.

“Hoy estoy inmensamente feliz, fueron muchos años enviando cartas al Papa, visitando el Congreso de la República y enviando documentos al Presidente Obama. Hoy recibo con la mayor alegría esta noticia, me vuelve el alma la cuerpo”, pronunció Emiliano desde Buenaventura, con una lágrima en su rostro.

Antes de tomar su tinto todas las mañanas,  Emiliano elevaba sus oraciones para que esta condena, la que él considera como injusta, fuera derogada. Hoy la sonrisa regresó a su rostro con la esperanza de que el proceso penal continúe y puede ver sentado en la sala de su casa, en el barrio La Playita, a su hijo Abelardo.

Con nostalgia recuerda que vio partir a su hijo hace 26 años con destino a Estados Unidos, con el propósito de conquistar el sueño americano y escapar de la violencia que azotaba a Buenaventura.

“Eran muy pocas las oportunidades en la ciudad, por eso mi hijo después de prestar su servicio militar en La Guajira, decidió irse como polizonte para los Estados Unidos. En esta época era común que muchas personas tomarán esa alternativa para mejorar sus condiciones de vida”, afirmó.

Abelardo llegó a Estados Unidos en el año de 1991, consiguió empleo en obras de construcción, a lo que se dedicó por cerca de 10 años. En ese tiempo conoció a la mujer que sería su compañera sentimental, y con la que tuvo dos hijos. Pero ella murió posteriormente.

“Para él fue terrible, no solo la condena sino la muerte de su esposa. Para todos fue un golpe muy duro. Cuando me enteré de esa terrible noticia me dió un pre infarto. Yo llegué al mediodía, estaba almorzando cuando en el noticiero escuché que mi hijo fue condenado a cadena perpetua, para mí fue como si acabaran con mi vida”, dijo Emiliano.

“Eso fue injusto, mi hijo no tuvo nada que ver en ese homicidio, el solo recibió una visita de dos amigos que también eran de Buenaventura, después la Policía afirmó que mi hijo era el autor intelectual, pero eran mentiras”, asegura el señor.

Su hijo fue condenado a muerte en el 2001. “A él le decían bomba porque corría muy rápido por todo el barrio, le gustaba mucho jugar fútbol; siempre fue honesto y serio nunca presentó problemas con las autoridades”, relata.

Pero la infancia de Abelardo no fue fácil. Es el mayor de 19 hijos, a sus tres años falleció su madre, por lo que su abuela paterna se hizo cargo de su crianza. A los cuatro años, cuenta su padre,  padeció meningitis, lo que le produjo problemas mentales que no le permitieron concluir sus estudios y por lo que nunca pudo aprender a leer, escribir o hacer simples cuentas matemáticas.

Es debido a ello, que el señor Emiliano ha reclamado que se analice la responsabilidad de su hijo, teniendo en cuenta sus discapacidades.

Por ahora, el señor Emiliano adelantan gestiones para que el Gobierno Nacional le ayude a recuperar la libertad de su hijo.

“No descansaré en paz hasta que mi hijo este en este paraíso. Ahora solo quiero viajar para poderlo ver porque el único recuerdo que me acompaña es esta fotografía que siempre llevo a mi lado”, dice.

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