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Malnutrición, un peso para la salud

Los problemas alimentarios de los palmiranos se evidencian en diversos casos de bajo peso y obesidad. En el primer caso, los más afectados son los niños, pero, según los expertos, la principal causa de ello no es necesariamente la pobreza. Anuncian que el Banco de Alimentos de la Villa volverá a abrir sus puertas.

20 de julio de 2010 Por: Luz Stella Cardona | Palmira Hoy

Los problemas alimentarios de los palmiranos se evidencian en diversos casos de bajo peso y obesidad. En el primer caso, los más afectados son los niños, pero, según los expertos, la principal causa de ello no es necesariamente la pobreza. Anuncian que el Banco de Alimentos de la Villa volverá a abrir sus puertas.

Sara González tiene tres nietos, todos ellos con bajo peso. Vive en una casa de inquilinato en el barrio Las Delicias, en pleno sector de la galería.Su día a día es como el de miles de palmiranos que sobreviven en la informalidad y deben salir a rebuscarse el ‘pan’. Sin embargo, igual que ellos, no siempre esta mujer logra su cometido y el alimento en casa es magro.Así se puede evidenciar en el mal estado nutricional de su familia, especialmente de sus nietos, que son los que llevan las peores consecuencias. Sin embargo, éste es sólo un lado de la moneda de los malos hábitos alimentarios que se registran en la ciudad. En el lado opuesto están los que, teniendo cómo nutrirse bien, no saben hacerlo y dan a sus hijos alimentos ricos en grasas y azúcares refinados, criando niños obesos, pero con iguales deficiencias nutricionales que los nietos de Sara.Esta problemática, que tiene graves incidencias en la salud de los palmiranos y golpea con mayor fuerza a la población infantil, llevó a que el Programa Mundial de Alimentos, PMA, de la ONU, se fijará en la Villa.Alimentando el futuroLuis Bernardo Palomino y Johan Burbano, dos jóvenes inquietos y preocupados por esta situación, lograron crear hace dos meses un programa de ayuda alimentaria para mujeres gestantes y lactantes y niños entre los 2 y 6 años de edad con bajo peso.Con la base de datos de los programas de promoción y prevención de la salud de los hospitales San Vicente y Raúl Orejuela Bueno y la Cruz Roja se dieron a la tarea de seleccionar un grupo de 149 personas: 87 mujeres gestantes y lactantes y 62 menores.Reconocen con tristeza que fue difícil, porque el día de la convocatoria asistieron no menos de 300 personas.Los escogidos de sectores como la Comuna 1, Bolo Azul, los de corregimientos Amaime y Guanabanal, San Pedro, Las Delicias, La Emilia y Loreto ya presentaban, en algunos casos, grados desnutrición. Ahora recibirán, durante nueve meses y cada 40 días, un paquete nutricional.Palomino y Burbano, que no son ajenos a esta cruda realidad, insisten en que el programa va más allá del asistencialismo. Por eso, plantean la ejecución de talleres de capacitación que abarquen aspectos como planificación familiar, prevención del maltrato infantil, reforzamiento de la autoestima de la familia y la posibilidad de vincularlos a programas que les faciliten la creación de sus propias unidades productivas.Burbano afirmó que la mala nutrición no obedece necesariamente a la falta de recursos, sino también a factores como el machismo, por absurdo que se crea.“Encontramos que en la casa la mejor comida es para el hombre, bien sea padre, esposo o hijo, sin considerar que son los niños los que más requieren una buena alimentación”, agregó.Palomino anotó que otros factores son la violencia intrafamiliar y los problemas de salud de los menores: “Un niño desnutrido no asimila bien los nutrientes”.Planteando solucionesAdemás de los programas de promoción y prevención de los hospitales, Familias en Acción y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, también tienen la misión de ayudar a disminuir el hambre en la Villa.Para la enfermera jefe del Raúl Orejuela Bueno, Sandra Zafra, la mala nutrición es también un problema de pobreza mental y de facilismo a la hora de alimentar a los menores.“Mucha gente prefiere comprar una gaseosa litro para acompañar las comidas, que vale $2.000 y no alimenta nada, a comprar mil pesos de guayaba para hacer jugo, que es una de las frutas más baratas y nutritivas”, agregó.Al respecto, Aiza Calderón, nutricionista del Centro Zonal del Icbf en Palmira, enfatizó que el aumento de adolescentes embarazadas ha contribuido a esta problemática.“Tenemos niñas teniendo niños. Incluso, algunas de ellas también con deficiencias nutricionales. Por eso, muchos bebés vienen desde el vientre ya desnutridos”, indicó la funcionaria. Añadió que, por vanidad, algunas mujeres no lactan a sus hijos para evitar que se les dañen los senos, pasando por alto que la leche materna es el principal alimento de los bebés, además de que fortalece su sistema inmunológico y es vital para su desarrollo psicomotriz.“El Icbf apoya la recuperación nutricional de los menores, a través de los hogares comunitarios e infantiles. Más de dos mil niños hasta de 6 años de edad se benefician de los mismos”, subrayó la nutricionista, quien insistió en que la falta de educación y la sociedad de consumo han llevado a generar malos hábitos alimentarios en la población.También afirmó que es importante que la gente haga una buena combinación de los alimentos y privilegie aquellos ricos en vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos.Es claro que la malnutrición puede ser una combinación del exceso y la deficiencia que provocan dos males igual de mortales: el sobrepeso y la desnutrición.Sobre el particular, Adriana Arango, profesional especializada de la Secretaría de Salud, sostuvo que e Municipio, con el apoyo del Icbf y la Gobernación del Valle, tiene un Plan de Alimentación y Nutrición para los niños de preescolar, básica primaria y bachillerato. En el 2007 se hizo un diagnóstico nutricional de los menores utilizando una línea de base conformada por t res mil pequeños de Bienestar Familiar y algunos colegios públicos.El estudio arrojó que el 30% de los niños presentaba un estado nutricional normal, el 10% estaba en riesgo de desnutrición aguda y el 15% en riesgo moderado. Asimismo, el 16% en riesgo de desnutrición severa y otros indicadores como el sobrepeso fueron de un 10% y 20% con obesidad.“Esto nos indica que tanto los problemas de desnutrición como malnutrición están bastante marcados para el ciento por ciento de la población estudiantil”, señala el informe. La enfermera Emilse Alvarado, coordinadora del Programa de Crecimiento y Desarrollo y Recuperación Nutricional del Hospital San Vicente, explicó que los menores con bajo peso tienen problemas de comunicación y aprendizaje y que son tímidos y retraídos. De igual forma, aseguró, su cabello es ralo, su piel opaca y presentan muchas caries. Y los obesos, a su vez, tienden a sentirse mal con su figura, además de que se multiplica el riesgo de que cuando sean adultos sufran enfermedades cardiovasculares o diabetes.Por eso, la recomendación a seguir es ingerir una dieta balanceada, en la que los excesos y las deficiencias no convergan en el mismo plato.

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