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Las Farc siguen sembrando miedo en zona rural de Tuluá

Hostigamientos, amenazas de bomba y cobro de vacunas tienen en vilo a Barragán y Santa Lucía.

18 de abril de 2011 Por: Elpais.com.co I

Hostigamientos, amenazas de bomba y cobro de vacunas tienen en vilo a Barragán y Santa Lucía.

Los hechos violentos registrados durante los últimos meses en la zona montañosa de Tuluá, atribuidos a las Farc, además de los hostigamientos y los ‘retenes’ que han instalado miembros de esa guerrilla, han invadido de miedo y zozobra todos los rincones de esta región. “Fue un error retirar la Brigada Móvil Número 20, que con tres batallones ejerció el control durante dos años”, declaró un oficial de inteligencia del Ejército.En eso coinciden ganaderos que tienen sus fincas en los corregimientos Barragán y Santa Lucía, y que ya dejaron de subir al páramo por temor a los insurgentes, pertenecientes a la columna Víctor Saavedra de las Farc, que opera en esta zona.“Aunque no nos han dicho nada, uno va a la finca muy prevenido. Ahora nos toca manejar los negocios a control remoto”, manifestó un ganadero de Santa Lucía, quien reconoció que a él, al igual que a muchos agricultores, le toca pagar una ‘vacuna’, casi siempre en efectivo. El hostigamiento hace unas semanas a la subestación de Policía del corregimiento de Ceylán, por parte de la columna Víctor Saavedra de las Farc, y la instalación de un carrobomba en el corregimiento de San Rafael prendió las alarmas de las autoridades.Ese día, por más de dos horas, ocho guerrilleros, vistiendo camuflado y portando armas de largo alcance, retuvieron a un grupo de ciclistas que pasaban por el sector y a los campesinos que iban a mercar, para entregarles unos panfletos titulados “Resistencia”, en los cuales reivindicaban su accionar delictivo.“Si la guerrilla se muestra, es porque se siente respaldada”, señaló un militar.Precisamente, fuentes de inteligencia sostienen que a la región llegó un grupo de subversivos por la presión que ejerce la Fuerza Pública en el norte del Cauca.En esto coinciden algunos habitantes de Puerto Frazadas, quienes han visto a guerrilleros pasearse por la escuela. Y es que el secretario de Gobierno y el Personero de Tuluá recibieron comunicados en donde los docentes les informaban que en esta institución educativa las Farc habrían dejado instalado un artefacto explosivo. Hasta el momento no se han comprobado dichas amenazas. El comandante (e) del Batallón Palacé de Buga, mayor Jorge Salazar Camargo, que tiene jurisdicción en esa región, dijo que “la zona está controlada”, al tiempo que le pidió mayor colaboración a la comunidad para que denuncie la presencia de los irregulares en esas veredas.El oficial indicó que “lo más difícil para las autoridades es que estamos en un territorio muy extenso, con una topografía muy quebrada y boscosa. Por eso los guerrilleros se vuelven invisibles”.Estas condiciones facilitaron un atentado con explosivos el pasado 18 de septiembre en la vía La Moralia-Naranjal, en donde perdieron la vida tres soldados y siete más resultaron heridos.Cuando operó la Brigada Móvil 20, que tenía en la región tres batallones con 1.200 hombres, el Ejército les propinó a las Farc golpes contundentes con el decomiso de explosivos, la captura de importantes cabecillas y la baja de varios comandantes. Y como retaliación a estos resultados, el año pasado fueron ajusticiados siete campesinos a quienes los subversivos acusaron de ser colaboradores e informantes de la Fuerza Pública.Entre las víctimas de los violentos está el presidente de la Junta de Acción Comunal del corregimiento de Puerto Frazadas, Hugo Barreto García, un panadero de 57 años, a quien cinco hombres armados sacaron a la fuerza de su tienda y le propinaron múltiples disparos. Le dejaron en el pecho un cartel que lo acusaba de ser colaborador de los militares.La situación es tan preocupante que el defensor delegado para la Evaluación de Riesgos de la Población Civil, Jorge Enrique Calero Chacón, pidió a las autoridades brindar protección a los habitantes de esta zona montañosa.En su informe al Sistema de Alertas Tempranas, el funcionario advierte que “la presencia soterrada de milicianos en la región está generando un ambiente de zozobra y temor en la comunidad, que prefiere no denunciar”.Rutas del miedo Recorrer los 74 kilómetros que separan el casco urbano de Tuluá con Barragán, un corregimiento de 2.000 habitantes, ubicado sobre el páramo, se ha convertido en un verdadero riesgo. “Uno no ve a los guerrilleros, pero sí siente su presencia. Se dice que se esconden entre los pinos y los eucaliptos”, dijo el conductor de un camión que transporta ganado por esas carreteras.Fue así como detectaron el pasado 3 de noviembre al patrullero Edward Alberto López Osorio, de 27 años, quien ese día tuvo que viajar a Tuluá a bordo de un camión que transporta la leche, porque tenía muy grave a su papá en una clínica de Cartago. Luego de unos pocos minutos de recorrido, insurgentes bajaron del vehículo al joven que iba vestido de civil y lo asesinaron sin piedad. De la Brigada Móvil 20 que tenía un puesto de mando en el Alto de la Italia, donde ejercía control a toda persona o vehículo que iba o venía de Barragán y Santa Lucía, sólo quedaron las instalaciones y las trincheras abandonadas. Ahora sólo el miedo ronda en la zona.

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