La magistrada más joven de Colombia es una palmirana
Tiene 31 años y fue asignada a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura (CSJ), Seccional Valle. Conozca su historia.
Tiene 31 años y fue asignada a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura (CSJ), Seccional Valle. Conozca su historia.
En la puerta hay una hoja pegada con cinta y chinches que dice Mag: Dra. Silvana Uribe López. Está cerrada, pero desde afuera se alcanza a escuchar una voz fuerte que habla por un micrófono, entre otros temas, de estados procesales y sanciones. También de que la Ley tiene unas exigencias muy claras. Son las 9:30 de la mañana del miércoles 8 de julio y la funcionaria está en audiencia. Puede ser una de las seis o diez que realiza todos los días en el tercer piso de un edificio del centro de Cali, como lo viene haciendo desde que recibió el despacho, el 11 de mayo pasado. Silvana Uribe López tiene 31 años recién cumplidos, es de Palmira (Valle), y actualmente es la magistrada más joven del país. Fue asignada a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura (CSJ), Seccional Valle, hoy llamado Comisión Nacional de Disciplina Judicial, debido a la Reforma de Equilibrio de Poderes. Ahora son las 10:30 de la mañana y en medio de un receso obligado, la magistrada saca unos minutos para hablar con El País de su cargo, lo que significa y del momento por el que pasa la justicia colombiana. ¿Cómo llega a un cargo tan importante como el de magistrada? Fue un paso totalmente inesperado. Yo me estaba desempeñando como defensora de familia y a comienzos de mayo pasado me informan del CSJ de mi nombramiento. Fue algo excepcional porque el país no está acostrumbrado a que un magistrado tenga mi edad, pero yo simplemente cumplí con los requisitos de Ley. ¿Cómo sabe que es la magistrada más joven del país y qué significa para usted? Lo sé por la información que he recibido por parte de la Rama Judicial, que dice que soy la magistrada más joven de Colombia. Pero también lo confirman en mi posesión el presidente de la Sala Disciplinaria del CSJ, Néstor Osuna, quien renunció hace poco, y el presidente del CSJ, Wilson Ruiz Orejuela. Es una responsabilidad muy grande porque dentro de esta Corporación yo adelanto las investigaciones disciplinarias de jueces, fiscales y abogados litigantes. Es depositar la confianza de alguna parte de la justicia del país en una sola persona y a veces no es fácil enfrentarse a capacidad versus edad. Es muy común que lleguen las personas a las audiencias y les parezca extraño que una joven, que puede ser 20 años menor que ellos, les esté disciplinando. Pero qué bueno que en la justicia colombiana se crea en la juventud, porque estamos ante un paradigma frente a los perfiles que se deben desempeñar en los altos cargos. Su nombramiento se da en un momento de cambio del CSJ debido a la reforma de Equilibrio de Poderes. ¿Qué opina respecto al resultado de esa reforma en el Congreso? No es fácil que de un momento a otro desaparezca una Corporación con más de 20 años de vigencia. En la reforma quedaron muchos vacíos y creo que podría verse perjudicada la administración de justicia en el país, porque no sé hasta dónde se tuvieron en cuenta las consecuencias y el traumatismo que puede llegar a generar el cambio. Mientras tanto, la Comisión Nacional de Disciplina Judicial, como hoy se llama, sigue cumpliendo con las mismas funciones. Es decir, que coincide con otros magistrados que dicen que fue un error eliminar el CSJ, pues esto no solucionará los problemas de justicia... Tal vez. Con la reforma hay funciones que cambian o más bien que se suprimen, pero lo que sí pasará es que la carga laboral aumentará. Por ejemplo, Cali es una de las ciudades donde más congestión hay en procesos disciplinarios y la carga que se viene ahora es mucho mayor, pero habrá que esperar cómo se da este proceso de transición y finalmente cómo la Comisión Nacional de Disciplina Judicial va a quedar posicionada a nivel nacional. Luego de esto se podrá evaluar sí la reforma cumplió con las expectativas que se tuvieron al momento en que se pensó en eliminar el CSJ o si por el contrario hubo un detrimento en la administración de justicia nacional. ¿Pero entonces cómo enfrentar esa carga de trabajo y que todos los procesos salgan adelante? Con más personal o recurso humano, para que se pueda sacar avante los mil procesos que hoy en día puede llegar a tener un solo magistrado. Pero también con la colaboración de las diferentes instituciones y entidades a las cuales se les solicita colaboración frente a la fluidez de las investigaciones. Esto y más hace parte de la operatividad judicial que necesitamos implementar en el país. ¿Qué pasará con los procesos que tienen vencimiento de términos y que pueden llegar a prescribir, por ejemplo? Eso es uno de los problemas más grandes que tiene la administración de justicia porque hay muchos procesos que están a término. Pero se está trabajando en eso, de hecho se crean despachos en descongestión como en el que estoy en este momento, para poder ayudar a descongestionar el sistema. La justicia, se sabe, está colapsada. La Institución ha sido muy cuestionada por escándalos de corrupción, como los excesivos y costosos viajes y el carrusel de pensiones. ¿Cómo cambiar esa imagen? Esa es la gran inconformidad que tiene la opinión pública frente a la actuación de algunos magistrados. Desafortunadamente en la memoria queda lo malo. Pero hay que cambiar el chip. Cambiarlo desde la rectitud y honestidad de las personas que lleguemos a ocupar los cargos. Tienen que llegar personas con la suficiente formación en valores y principios y que realmente se pueda impartir justicia de una manera adecuada, no valerse ni de recursos, ni de las prebendas que se tienen por el solo hecho de ser un operador judicial a este nivel. Las condiciones laborales para administrar justicia siguen siendo precarias en la ciudad... Estamos en despachos de descongestión creados y la Rama Judicial no ha propiciado mejores instalaciones para que se puedan ubicar. Las audiencias se realizan en oficinas dentro de un centro comercial, en pleno centro de la ciudad y sin ninguna seguridad, pues en cualquier momento pueden entrar personas armadas o con alguna intención dolosa en contra de alguien y no hay control. Ojalá pronto podamos tener tranquilidad y mejores condiciones para administrar justicia, como está pasando después de unos años en el remodelado Palacio de Justicia.
Mi caso puede resultar ser novedoso en la justicia colombiana, pues es la oportunidad para demostrar que los jóvenes también podemos impartir justicia y que hay que ser flexible en ese tipo de pensamientos.