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Invierno se fue del Valle del Cauca y dejó polvo al igual que miseria

El País recorrió el Norte del Valle para ver las condiciones en las que viven los afectados por las lluvias. Encontró tierra árida, destrucción, e incertidumbre.

6 de febrero de 2011 Por: Jessica Villamil Muñoz, reportera de El País.

El País recorrió el Norte del Valle para ver las condiciones en las que viven los afectados por las lluvias. Encontró tierra árida, destrucción, e incertidumbre.

7 de noviembre del 2010Los pocos habitantes del corregimiento de Guare, en Bolívar, corrían desesperados con sus colchones, televisores, gallinas y perros al hombro; en lanchas y tractores evacuaban a los abuelos y demás familiares enfermos. La creciente del río Cauca, provocada por el invierno más fuerte en la historia del país, borró calles y sumergió decenas de casas. En menos de medio día el pueblo se convirtió en una Venecia fantasma.2 de febrero del 2011El agua que en algún momento alcanzó más de dos metros de altura ya se secó, pero la gente sigue sin volver. Todavía hay barro seco atorando las puertas. Las paredes —muchas de ellas en adobe— están agrietadas y cubiertas de moho, se incrementaron los moscos y zancudos y hay quienes dicen que las culebras y alacranes son los nuevos habitantes del pueblo.A 78 días de que arreciara la temporada invernal, El País recorrió otra vez el norte del Valle. En el camino encontró más rostros tristes que alegres. También casas sin techo, terrenos abandonados, cultivos secos y hectáreas enteras de tierra cuarteada y polvorienta, armarios olvidados y colchones podridos.La hierba y el agua estancada forman una mezcla que genera un hedor insoportable. Luis Hernán Castillo decidió volver a su casa hace nueve días. Sólo tres de sus vecinos han hecho lo mismo. Luis dice que no soportó vivir “arrimado” y se lamenta porque el invierno le dejó en la casa “un olor a mierda y un montón de cucarachas”.Su mirada azul refleja melancolía. Llegó a recoger los cuerpos de su perro y su gato, mascotas que no logró rescatar de la inundación. La creciente del río se llevó también doce gallinas, destruyó 23 árboles de aguacate y otros tantos de papaya que le daban para subsistir.Elizabet Murillas, su vecina, no ha regresado. Ella se fue con la llegada del invierno y su vivienda, que antes era de bahareque, ahora está siendo reconstruida en ladrillo. “En algún momento el invierno volverá y aunque tengamos que irnos por las inundaciones, cuando regresemos la casa va a estar en pie, no como ahora que se le cayó la mitad”, comenta Gustavo Dávalos, uno de sus sobrinos, quien ayuda en la obra.En La Herradura, a 10 kilómetros de Guare, en Bolívar, también hay vestigios del desastre. Allí se evidencian hoyos de casi un metro de profundidad. Según Olmedo Marmolejo, son huellas de la fuerza con que entró el Cauca a los cultivos.El agricultor reconoce el peligro inminente de vivir en la ribera, pero admite que sólo hasta ahora siente miedo.“Quedamos llevados, necesito préstamos para volver a empezar y lo peor es que los bancos ya me dijeron que pa’ estas tierras no tienen plata porque el 50% de ellas están en riesgo”.Los cultivos de maíz que se dañaron en cinco hectáreas no eran de él, pero de todos modos perdió dinero porque su arrendatario se fue sin pagar, luego de ver la magnitud del desastre.Dice que ahora adecuará el terreno para el pastoreo de reses y cuando toque volverá a coger sus maletas para huirle a la tragedia.En esa zona tampoco está Henry González. En noviembre el campesino intentó salvar su trabajo navegando entre los sembrados para poder recoger algo de maracuyá. Como un mal presagio dijo que el patrón se quedaría sin plata para la cosecha y él sin trabajo: Así fue. En su recorrido, El País halló una plantación seca y unos cuantos frutos arrugados en el suelo. Hace 78 días esto era un sembrado que se navegaba en canoa. Hoy no hay un trabajador.Y es que según los datos oficiales, por lo menos 35.000 hectáreas de la región se anegaron con los desbordamientos de los ríos y unas cien mil personas padecieron los estragos.José Luis Posso, técnico agropecuario y agricultor, sostiene que las pérdidas por invierno son difíciles de recuperar. Explica que muchas zonas tuvieron sobre saturación de agua y si no regresa el invierno —augurado por los meteorólogos— se requieren entre dos y seis meses para volver a sembrar, así ya la tierra ya se vea seca. “Hay que preparar el terreno, rastrillar, arar y renovar las semillas” y para cada hectárea afectada se necesitan por lo menos $500.000. Posso añade que generalmente los desbordamientos pueden acabar para siempre con las tierras porque residuos como el plástico no dejan germinar las semillas.Recuerdos bajo el aguaA la casa de Luz Dary Sarria la tienen en pié los recuerdos. Allí se festejaron las primeras comuniones de los niños que ahora hacen parte de tres generaciones de esta familia. También se celebraron matrimonios, se disfrutaron vacaciones y hasta se despidió para siempre a algunos de los familiares.La mujer no para de lamentarse porque su madre ya está enferma de tanto llorar. Es que a la señora se la tuvieron que llevar para Cali porque la humedad estaba deteriorando sus pulmones, pero ahora la dolencia es en el alma. “La casa tiene más de cien años y ya no aguanta más inviernos. Los vecinos dicen que si uno se mete otra vez, las paredes se caen”, explica Luz Dary .En noviembre las mujeres fueron censadas como damnificadas y aunque recibieron mercados todavía no obtienen los auxilios de vivienda que les prometieron. “Hace diez años tuvimos una creciente similar y también dijeron que nos darían plata para arreglar la casa y esta es la hora que no hemos visto un peso”, sostiene María, hermana de Luz Dary.José Hernán Ijín tampoco recibió auxilio de vivienda, pero se siente complacido con los mercados que trajo el presidente de Ecuador, Rafael Correa. “El hombre se portó bien”, asegura. También agrega que hasta diciembre recibió alimentos.En la vereda El Banco, de La Unión, el agua volvió al cauce del río. Los hijos de José Hernán juegan una partida de parqués en el andén de la casa. De lado quedaron las botas plásticas y los sacos para cubrirse del frío. Ahora lucen sin camisa porque la temperatura supera los 30 grados centígrados.El arenero conserva dos fotos que considera una reliquia. Una, tomada el 5 de febrero del 1999, cuando una creciente del Cauca lo obligó a salir de su casa; la otra, lograda el 15 de diciembre del 2010.“Ahí el agua ya había bajado porque la inundación comenzó el 17 de noviembre. El día anterior llegué del trabajo y como estaba tan cansado le dije a mis hijos que por la mañana nos salíamos, pero el río no nos dio tiempo”, narra mientras observa la imagen.Esta vez el agua se llevó dos caballos y siete marranos. Dice que ya la tristeza no es tanta porque con el tiempo aprendió que la naturaleza siempre gana.Cifras invernalesUn total de 41 municipios del Valle del Cauca declararon la emergencia debido a la ola invernal, que según el presidente Juan Manuel Santos, es la más fuerte en la historia del país.100.000 personas se afectaron de manera directa con las lluvias y 1,2 millones de forma indirecta.$417.558 millones en pérdidas dejó la temporada invernal en el Valle del Cauca entre octubre y diciembre.821 casas colapsaron y 10.647 viviendas resultaron averiadas en el sector urbano y 7.525 en la zona rural del Valle.

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