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Expansión urbana, contaminación y tráfico amenaza a la fauna vallecaucana

Según investigaciones realizadas por el Dagma y la Asociación Calidris, en Cali habría 270 especies de aves, lo que representa el 14% del total de especies en Colombia.

27 de abril de 2013 Por: Iván Felipe Duque Hernández | Especial para El País

Según investigaciones realizadas por el Dagma y la Asociación Calidris, en Cali habría 270 especies de aves, lo que representa el 14% del total de especies en Colombia.

Zorros cañeros, guatines, nutrias, buitres de ciénaga y algunas aves como la espátula rosada, la garza cabeza de hueso, el pato colorado y el brasilero, ya no hacen parte del paisaje caleño.Animales como estos, que solían acompañar los días de muchas familias en los años cincuenta, hoy solo hacen parte de relatos de abuelos y de libros sobre la fauna de la región. ¿Qué ha hecho que estos habitantes del Valle estén desapareciendo de este territorio?El problema radica, según Luis Fernando Castillo, biólogo y director de la Asociación Calidris, en que “el medio ambiente, en especial el del Valle del Cauca y Cali, se ha transformado abruptamente y son los animales los que llevan la peor parte. Sufren las aves, que son mayoría en esta zona, como también mamíferos que alguna vez se vieron en nuestros ríos, humedales y praderas”.Dice Castillo que esa transformación se ha llevado consigo el 90 % de los humedales que había en la región, lo que equivaldría a 15.000 hectáreas.“Ahora estamos en tres mil hectáreas de humedales. Estos sitios, junto con los bosques, son vitales para que cantidades de especies puedan mantenerse”, explicó.Según la CVC, tan solo en el Valle existen 1491 especies de animales, entre peces, anfibios, dulceacuícolas, reptiles, aves y mamíferos. De ellos, 818 son aves, de las cuales 161 se encuentran amenazadas. Esto significa que el 20% de la avifauna del Valle del Cauca está en peligro de extinción.Esto pasa, de acuerdo con Luis Fernando Castillo, por cinco razones. “Los sitios de refugio y alimento para aves y mamíferos, como bosques y humedales, se han reducido. Los humedales que teníamos ahora son el lugar de más de 200.000 hectáreas de caña de azúcar”.A esto se suman, según el experto, la contaminación en todas sus formas, la explotación de recursos, el cambio climático y el tráfico de fauna.Es por eso, afirma Castillo, que tipos de aves como las pavas, el coclí y las ocho especies de pato comunes en la región, no se volvieron a ver en el área metropolitana.Sin embargo, destaca que se hacen esfuerzos para que pájaros como el coquito y el buitre de ciénaga (este último habitante de la laguna de Sonso), se puedan recuperar, puesto que según las investigaciones adelantadas por Calidris, solo quedan 30 buitres en el Valle del Cauca.De acuerdo con Alan Giraldo, biólogo de la Universidad del Valle, las aves no son los únicos animales que hemos perdido.“Mamíferos y reptiles también han ido desapareciendo del área urbana de la ciudad. Los sectores de Univalle y el Club Campestre eran un paraíso para armadillos y serpientes. Allí fácilmente podías tropezar con ellos”.Tiberio Díaz, un caleño de 72 años de edad, da fe de ello.“Eran amaneceres únicos, ruidosos por la multitud de pájaros. Y por ahí, de repente te encontrabas un guatín, una pava o una nutria en el río”. Carlos Andrés Galvis, jefe del área biología del Zoológico de Cali, coincide con Giraldo y manifiesta que “en Cali era muy común encontrar lobitos (mejor conocidos como lagartos de colores), zorros cañeros y guatines. Hoy esas probabilidades son bajas”.Advierte, además, que no se deben pasar por alto acciones como el tráfico de fauna, que en palabras de Galvis, continúa siendo el tercer negocio del mundo más lucrativo después de las drogas y las armas. También hay que tener en consideración la contaminación de las aguas de los ríos Cali y Cauca, que no permiten que existan recursos alimenticios para las especies.Por el momento, los expertos coinciden en que no se debe hablar de extinción total, sino mas bien de migración de las especies. Pero advierten que si no se adquiere conciencia sobre la vida animal y nuestro ecosistema, en unos quince años, el panorama será mucho más desalentador.

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