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Estos son los tres guardianes que protegen felinos silvestres en el Valle

En el mundo entero se han descubierto 36 especies de felinos. De estas, seis habitan en Colombia y cinco de ellas han sido observadas en la zona rural del Valle del Cauca.

24 de agosto de 2015 Por: Lina Uribe | Reportera de El País

En el mundo entero se han descubierto 36 especies de felinos. De estas, seis habitan en Colombia y cinco de ellas han sido observadas en la zona rural del Valle del Cauca.

Don Álvaro no sabe si fue un tigrillo o un puma. Un día llegó a su finca, la cual bautizó con el nombre de ‘El Silencio’ por la tranquilidad que reina en la zona, y encontró a diez de sus ovejos despedazados en el suelo: habían sido presa de un felino silvestre de los que habitan Santa Lucía, un corregimiento de la alta montaña de Tuluá. Ante el afán que le produjo saber que estaba perdiendo su ganado hizo un cerco de alambre para proteger a sus animales. Sin embargo, no contó con que el felino fuera más astuto que él. Durante la noche saltó desde un árbol, burló el cerco y cenó con otra tanda de ovejos. Los muertos ya eran 23. Situaciones similares se vivieron en otras zonas rurales del Valle del Cauca: en su vagar por el pedazo de bosque que naturalmente habitan, especies de felinos como jaguares, oncillas, margays, pumas, ocelotes y jaguarundis se topaban con fincas llenas de ganado y encontraban la oportunidad perfecta para llenar sus estómagos. Este acto tan instintivo no era del agrado de los dueños de las vacas, las gallinas y los ovejos que amanecían despedazados y por eso en muchas ocasiones se unían para cazar al felino que les estaba causando problemas. En ese punto se dibuja la paradoja: los felinos entran en peligro a pesar de que fueron los humanos los que llegaron a disminuir su territorio. [[nid:456724;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/08/masallab3ago24-15n1photo10.jpg;full;{Con una de las cámaras trampa se logró captar la imagen de un puma devorando una oveja en la finca El Silencio. Especial para El País}]] Para Óscar Moreno, Manuel Fonseca y Luis Cabrera, el problema se puede sintetizar de una manera muy simple: los humanos y los felinos pelean por la comida. Estos tres investigadores hacen parte de la Fundación Panthera Colombia, una organización que lucha por el bienestar de los felinos en el mundo. Desde  finales del 2014 Panthera estableció un acuerdo con la CVC para poner en práctica un programa que busca conocer el estado de los felinos silvestres en el Valle del Cauca y crear estrategias para su conservación. La razón es solo una: si los felinos silvestres desaparecen o disminuyen, se vería afectado todo un ecosistema y esto traería consecuencias negativas para los seres humanos, pues ante la ausencia de los gatos mayores aumentaría la población de sus presas. Estas presas, que por lo general son cerdos de monte, venados, chigüiros, vacas, ovejas y gallinas, se alimentan de pastos, árboles y arbustos con flores y frutos, que a su vez necesitan de un suelo bien conservado y eso depende de que los ríos estén bien. Con la caza de estos felinos lo que se logra es quitarle un eslabón a esa pirámide, algo que repercute de inmediato en el aumento de las presas que arrasan con los arbustos, árboles e incluso las huertas de los campesinos. Eso cambia la estructura del bosque y llega la erosión, lo que a su vez produce evaporación y menores niveles de agua. Esteban Payán Garrido, director de la Fundación Panthera Colombia, resume la ecuación de forma simple: “tener felinos silvestres asegura el acceso a un vaso de agua limpia”. Trampas para preservar la vida El Silencio fue una de las fincas seleccionadas para aplicar parte de la estrategia con la que la Fundación Panthera pretende proteger a los felinos del Valle del Cauca. El veterinario Óscar Moreno sabe que, después de la tala de bosques, la principal amenaza para los felinos silvestres es la caza retaliativa, es decir, por venganza. Una cerca con electricidad encierra el área en la que duermen los ovejos de don Álvaro, protegidos de cualquier animal que los esté acechando. En dos de sus costados tiene reflectores que se activan ante cualquier movimiento.  De este modo, si algún felino del bosque se acerca, la luz que se enciende puede ser suficiente para alertarlo y lograr que se vaya. Si resulta ser más osado y entra en contacto con la cerca, una pequeña descarga eléctrica termina de anunciarle que en ese lugar no es bienvenido. Así, sin necesidad de cazarlo, ya deja de ser una amenaza para el ganado. Aunque el mecanismo puede parecer simple, los tres investigadores han tenido que hacer un trabajo previo con los  campesinos para que entiendan la importancia de convivir con los felinos y alejar ese temor que experimentan cada vez que se topan con uno en el bosque. “El ser humano no es presa para los felinos que habitan en América del Sur”, dice Óscar. [[nid:456721;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/08/masallab3ago24-15n1photo03.jpg;full;{A 50 centímetros del suelo se instalan las cámaras trampa, un aparato equipado con sensores de movimiento para fotografiar a los animales sin que se den cuenta.Especial para El País}]]Manuel, Luis y Óscar llevan cerca de 10 meses viajando por municipios y corregimientos del Valle del Cauca como El Águila, El Cairo, El Queremal, Dagua, El Dovio, La Unión, Barragán, Santa Lucía y San Cipriano. En todos han indagado sobre el estado y la presencia de felinos silvestres a través de encuestas y charlas con los habitantes del sector. Aunque ese trabajo los obliga a tener poco tiempo de descanso y los mantiene separados de sus familias, estos tres guardianes han encontrado en la selva una tranquilidad incomparable. “Cuando regresamos a la ciudad ya nos sentimos extraños, nos da ‘guayabo post-bosque’”, cuenta Manuel. Satisfacciones de cuatro patas El descubrimiento más reciente es que en la cordillera central habita el margay negro, una especie de tigrillo que nunca se había visto en el territorio comprendido entre México y Uruguay.  En esta misma cordillera, exactamente en la Serranía del Paraguas, los investigadores lograron registrar tres especies de tigrillos que no se habían encontrado antes en el mismo sitio. Además de esto, encontraron que a 2420 metros de altura vive un oso de anteojos en compañía de aves y otros mamíferos poco comunes. ¿Cómo lograron tales hallazgos? La otra parte del proyecto de la Fundación Panthera y la CVC consiste en hacer un registro de las especies de felinos silvestres que habitan en el valle geográfico del Valle del Cauca.  Para esto se han instalado cerca de 60 cámaras trampa, un artefacto desarrollado a finales del siglo pasado con el que se pueden hacer fotos de los animales que habitan en determinados bosques sin necesidad de que haya alguien presionando el obturador. Las cámaras trampa no miden más de 30 centímetros y se amarran en los árboles, a medio metro del suelo, en sitios donde se han encontrado rastros de felinos como huellas o heces. Tienen un sensor de movimiento que hace que se tome una fotografía cada vez que algo pasa en frente suyo y acumulan material durante cerca de un mes. Cuando los investigadores las recogen, observan todas las fotografías y hacen un inventario de las especies que habitan la zona para saber qué tan equilibrado está el ecosistema. Gracias al foto trampeo fue que lograron descubrir los margays negros, los tigrillos y el oso de anteojos. Estrategias similares se han aplicado en otros departamentos de los Llanos Orientales y de las costas Caribe y Pacífica, pues la fundación Panthera también ha establecido convenios con las corporaciones autónomas de estas regiones para lograr la conservación de los felinos silvestres y no desequilibrar los ecosistemas. Actualmente, Colombia cuenta con cerca de 120 cámaras-trampa para caracterizar a la población de felinos. Sin embargo, en el Valle del Cauca aún no aparecen pistas del jaguar, el felino más amenazado en Colombia. La esperanza es poder encontrarlo en Bahía Málaga, lugar donde continúa el proyecto. Para brindarle una protección especial a esta especie, la Fundación Panthera Colombia puso en marcha otro proyecto llamado ‘Corredor Jaguar’, que busca conectar territorios de Centro y Suramérica, exactamente entre México y el norte de Argentina,  para garantizar la supervivencia del felino más grande del continente. Por lo pronto, estos tres guardianes seguirán recorriendo las cordilleras del Valle tras la pista de los gatos mayores. Todos coinciden en que esta es una región privilegiada por la gran cantidad de ecosistemas que hacen presencia, pero ese no es motivo de tranquilidad.  

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