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En la calle, muchos ancianos sólo tienen acceso a una comida al día. En los hogares tienen la posibilidad de alimentarse bien.

Entre las alegrías y las tristezas de los años dorados

La situación de los ancianos en la Villa de Robledo es de contrastes. Mientras unos cuentan con apoyo familiar, otros son dejados a su suerte por sus propios hijos, pese a que es un delito. En los seis hogares de la ciudad hay más de 800 internados. Diagnóstico a propósito del Día Internacional del Adulto Mayor.

6 de febrero de 2017 Por: Cartago hoy

La situación de los ancianos en la Villa de Robledo es de contrastes. Mientras unos cuentan con apoyo familiar, otros son dejados a su suerte por sus propios hijos, pese a que es un delito. En los seis hogares de la ciudad hay más de 800 internados. Diagnóstico a propósito del Día Internacional del Adulto Mayor.

Llevan 51 años juntos, pero todavía conservan la timidez de un par de adolescentes enamorados que se hablan con las miradas para no dejar expuestos sus sentimientos.Ana Isabel, diez años menor que Luis Ángel, recuerda que sellaron su amor con un beso en la única parroquia de Albán, un corregimiento de El Cairo, de donde son oriundos y donde nació este amor que luchó contra los obstáculos políticos y raciales de la época y que ahora pelea contra el paso del tiempo.‘Los abuelos’, como los llaman en el grupo de la tercera edad ‘Club de Amigos La Milagrosa’, siguen tan fuertes y unidos como el primer día de casados, pese a que ya enterraron a seis de sus nueve hijos y a que han ayudado a criar a sus cuatro nietos.Sin embargo, la ilusión que sigue viva en este par de ancianos no es el mismo sentimiento que pesa sobre cientos de adultos mayores de Cartago que, a diferencia de Ana y Luis, terminan sus días abandonados en un ancianato o en las calles de la ciudad.Las historias parecen sacadas de un libro de cuentos en el que abundan las hadas malvadas, los bosques oscuros y los ogros ‘robaniños’.Alfredo Hormiga, un hombre de 65 años de edad, es uno de los protagonistas de estas historias. Los últimos cinco años los ha pasado en el Hogar El Buen Samaritano, sin saber cómo ni cuándo llegó allí, tras ser atracado y dopado con escopolamina en las calles de Pereira.Este hecho lo dejó sin familia, sin una pierna y sin un peso, pues la última sorpresa que recibió fue la visita de su esposa, en compañía de un abogado, para que firmara el traspaso de todos sus bienes.Alfredo hace parte de los 700 abuelos que viven en el Buen Samaritano o el hogar de Clarita, como es más conocido. Y es que recorrer las quince casas de este hogar, que se unen por escaleras y patios, es pensar que llegar a viejo es un castigo y que sin almas caritativas como la de Clarita o de la Emma, la secretaria del lugar, sería mejor morir joven.Según ésta última, los abuelitos llegan allí porque la familia quiere deshacerse de ellos “porque vuelven a ser niños, son caprichosos y no tienen soporte económico”.Por eso, no es raro verlos horas y horas en la ventana en una espera que se hace eterna, añorando divisar a sus hijos o a sus nietos. Otros, entre tanto, ni siquiera tienen a quien esperar.Es el caso de Elvia Rosa Hincapié, una apiana de nacimiento que a sus 80 años y con su memoria intacta, dice que su única compañía es Dios, la Virgen y sus compañeros del hogar, pues hace 30 años está allí.“Todos los que están aquí son mi familia”, resalta entre risas, mientras recuerda que llegó donde Clarita remitida del hospital de Obando el 16 de febrero de 1980 y que, antes de estar postrada en la cama por una enfermedad en sus piernas, ayudaba con el cuidado de sus compañeros.El hogar de Clarita es de los pocos donde los adultos mayores no pagan por su estadía, pues en la Villa de Robledo existen cinco más y en la mayoría se debe cancelar una mensualidad.Si se hacen cuentas, el problema parece no tener solución, pues la atención de un abuelo al mes puede costar alrededor $700.000 y mucho más si requiere medicamentos de control o máquinas de oxígeno, como es el caso de la mayoría de quienes permanecen en el Buen Samaritano. Dura situaciónLas autoridades locales saben que la situación de los adultos mayores en la ciudad es difícil, pese a que existen programas para su apoyo y protección.Martha Andrade, gerontóloga de la Secretaría de Salud Municipal, resaltó, por ejemplo, que en el programa de almuerzos calientes existe un déficit, puesto que aún no se logran completar los 1.702 cupos que hay diariamente.El problema, aseguró, es que muchos abuelos prefieren estar en el programa de media pensión -$150.000 cada dos meses- que recibir su almuerzo diario. De éste se benefician 2.202 adultos mayores.A esto se suma que muchos ancianos se encuentran en la indigencia, tras ser abandonados por sus familiares o por ser alcohólicos o drogadictos.Gloria Martina Jaramillo, quien hacía parte de la Fundación Alma y Afecto, reconoció que hay muchos ancianos adictos y en estado de indigencia, a los cuales alimenta con su programa ‘La olla gorda’, que atiende diariamente a cerca de 200 personas, entre ellos muchos abuelos.No al abandonoLo que no saben muchos hijos, esposas y nietos es que abandonar a los abuelos es un delito contemplado en el Código Penal Colombiano.Santiago Nieto, Personero Municipal de Cartago, señaló que son muchos los casos que llegan a su despacho y que precisamente esta semana instauró una demanda en la Fiscalía porque dejaron una anciana abandonada en una clínica de la ciudad: “La verdad es que la problemática se presenta sobre todo en los estratos 1 y 2, por lo que creo que de la pobreza es que se deriva todo”.Por eso recordó que cualquier persona que conozca un caso de abandono o maltrato puede denunciarlo ante esa dependencia y destacó que a su despacho llegan en promedio cinco casos diarios relacionados con los adultos mayores, por estas causas o porque no les prestan los servicios de salud en las EPS o IPS.Pero no sólo las instituciones oficiales saben de la difícil situación de los ancianos, pues ellos mismos son conscientes de ello.Amanda Gutiérrez de Rivadeneira, quien ha sido directora de varios grupos de adultos mayores, sostuvo que hay muchos abuelitos que necesitan de mucho amor y aprecio “porque en sus casas no los tienen”.Por eso estos grupos -32 en total en la Villa de Robledo- se han convertido en una opción de revivir, de sentirse útiles y amados. Ella ha sido fundadora de dos.“Es un apoyo para nosotros, los de la tercera edad, todos estamos pendientes de unos y otros, jugamos bingo, rezamos el rosario, bailamos, es lo mejor que podemos tener”, señaló Ofír Ramírez. Además de los grupos, en Cartago hay institucionalizados varios eventos, como el Reinado del Adulto Mayor, las olimpiadas donde juegan sapo, parqués y dominó, el festival de danzas y la banda marcial.Según la gerontóloga Andrade, el problema es que en este momento los ancianos ya no tiene ese rol de la persona que toma decisiones, por eso la razón de ser de estos programas, a través de los cuales reciben apoyo en salud, deporte y prevención.Así, la realidad de los adultos mayores de Cartago y tal vez del país es una historia de contrastes.Para algunos, su experiencia, entrega y dedicación es ampliamente recompensada con el apoyo y cariño de hijos, nietos y demás familiares. Pero para otros sus años dorados se han convertido en oscuros laberintos donde permanecen rodeados de indiferencia y desamor por parte de aquellos a quienes les dieron la vida. Apoyo a los abuelitosLa Secretaría de Salud del Municipio está haciendo un diagnóstico para determinar el estado de discapacidad de los adultos mayores de la localidad, mientras se consolida la información sobre el estado nutricional que en un principio reveló que muchos ancianos sufren de desnutrición.Por eso, en este momento se cuenta con cinco comedores para ancianos en los sectores de Carlos Holmes, el Banco de Alimentos, San Pablo, Bellavista y San José, donde los abuelos inscritos pueden recibir diariamente su almuerzo caliente.Martha Andrade, gerontóloga de la Secretaría de Salud, explicó que los adultos mayores pueden inscribirse en este programa, mientras son aceptados en el de media pensión y así no perder este beneficio, más cuando muchos no tienen dinero para comprar alimentos.La condición es que las mujeres tengan 52 años o más y los hombres 57, además que pertenezcan a los niveles 1 ó 2 del Sisbén.

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