El patrimonio más preciado de un caballista extraditado
El ejemplar más consentido de El Caballista pasa sus días en un criadero como uno más, lejos de los mimos y lujos de su dueño. Su fama se encumbró hace quince años cuando Joaquín Mario Valencia hizo de él una leyenda que hoy lo mantiene como el mejor reproductor del país.
El ejemplar más consentido de El Caballista pasa sus días en un criadero como uno más, lejos de los mimos y lujos de su dueño. Su fama se encumbró hace quince años cuando Joaquín Mario Valencia hizo de él una leyenda que hoy lo mantiene como el mejor reproductor del país.
Patrimonio del 8 era el caballo capaz de enmudecer a una tribuna de niños, quienes quedaban boquiabiertos al paso del animal que con sus patas martillaba el ta..ca....ta..ca....ta..ca....ta..ca.... del paso fino colombiano como una melodía que arrullaba su andar, para muchos, perfecto. Su fama se encumbró hace quince años cuando Joaquín Mario Valencia, conocido como El Caballista y propietario del criadero La Luisa, ubicado en Jamundí, hizo de él una leyenda que hoy lo mantiene como el mejor reproductor del país, a pesar de tener más de 20 años.Hasta su extradición en 2004, acusado por conspiración, narcotráfico y lavado de activos, El Caballista lo tuvo en su casa en Pance, lo mimó como a un niño y lo custodió como a un preso. Sería un suicidio robárselo; la custodia era por si le sobrevenía un cólico, lo que nunca ocurrió, dice un ex trabajador del criadero. Patrimonio vivió en una casa, con ventanas, puertas, paredes de cemento, lejos de las pesebreras de guadua que hay en el Valle. Incluso, se rumoró que vivía en una urna de cristal, lo que resultó falso. De los miles de caballos que Valencia tenía, era el único que vivía en su mansión, recuerda un policía. Se habló una vez que podría costar US$5 millones, pero lo real es que por él llegaron a ofrecer $2.000 millones.Se decía, por ejemplo, que Valencia solía recibir en el propio aeropuerto comitivas de extranjeros que invitaba para que vieran sus caballos en un establo cercano al terminal aéreo. No sólo los mostraba, sino que vendía las pajillas de los animales. Durante un par de horas los visitantes veían los ejemplares entre ellos a Patrimonio y en horas de la tarde regresaban a sus países de origen. Tras la captura de Valencia en el 2003, el caballo permaneció en su casa y no en el criadero. Por ese entonces, cada dosis del semen de Patrimonio valía US$15.000 (casi $30 millones) y el animal, se estimaba, tenía más de 500 hijos reconocidos, de los más de 3.000 que, según los expertos, creen puede tener hoy.Milton Barriga, que lo cuidó por años, cuenta que este caballo tiene movimientos sin mover las ancas, lo que da una buena posición . Tiene, además, finura, un color que nunca da luceros, sino colores cerrados, su oreja es pequeña, curva, siempre fija. Un andar preciso. A pesar de esa descripción, Patrimonio siempre fue un caballo desconocido para la mayoría de los caballistas porque jamás salió a las pistas a competir como adulto. Sin embargo, todo el mundo sabía que era un semental de renombre, que pertenecía a un criadero del Valle, que sus hijos se multiplicaban, que era un mito en el más importante de los andares el paso fino colombiano- y que su árbol genealógico era similar al de un rey europeo. Al menos así lo consideraba El Caballista. Se quedó chiquitoComo tantos capos del narcotráfico, Valencia era un amante de los caballos finos y de las mujeres hermosas. Adquirió a Patrimonio en el criadero La Margarita del 8, del extinto caballista de Medellín, Fabio Ochoa, famoso por ser el creador del paso fino colombiano. Al momento de adquirirlo, el equino tenía cinco meses. Se desconoce el monto que pagó, pero cualquiera que fuera la suma, fue un regalo para lo que después le representó a su propietario.El Caballista sabía que el potro provenía de Amadeus caballo favorito de Ochoa-, que a su vez era hijo de Resorte IV, ambos ejemplares Fuera de Concurso galardón que se da tras ganar más de una docena de campeonatos en ferias equinas grado A y B-. Su madre era Aristocracia, que a su vez era hija de Bochica, otro ejemplar mítico entre los amantes del paso fino colombiano. Sin embargo, Patrimonio sufrió en sus primeros años una inflamación del tejido celular en las patas, llamada infosura, causada, al parecer, por mala alimentación, golpes o caídas. Eso, en caballos de paso, de tanta raza, es muy extraño, dice el veterinario Alfredo Isaza. Debido a esos padecimientos, el caballo se quedó pequeño, lo que implicaba que jamás podría participar en ninguna de las más de 130 ferias equinas según datos de la Federación Colombiana de Asociaciones Equinas, Fedequinas que se programan a lo largo del país cada año. Para que un caballo participe en ese tipo de eventos debe tener una alzada (entre el piso y la monta del caballo) de por lo menos 1,38 centímetros. A Patrimonio le faltaron dos centímetros.Eso no impidió que Valencia convirtiera a su caballo en un refinado reproductor. Según Barriga, al animal nunca se le puso una yegua por monta directa, todo era por inseminación artificial, y a partir de allí transferencia de embriones. Esa mecánica, recuerda, se hacía cada dos días y el semen se guardaba sigilosamente.Patrimonio fue el primer ejemplar que ingresó al mercado científico de la inseminación artificial, desarrollando posteriormente programas de transferencia de embriones que han derivado en la producción de animales invaluables tanto por su capacidad competitiva como por su condición reproductiva, recuerda un veterinario del criadero La Luisa. $30 millones por la pajillaEste caballo ha dado excelentes crías, condición que lo hace valioso para quienes deseen mejorar sus especies. Es un caballo inimaginable, mejor reproductor de Paso Fino en el 2001, 2003, 2004 y 2005, señaló Juan Pablo Gaviria, administrador del criadero en una entrevista al portal de Asdeoccidente, la Asociación de Criadores de Caballo de Paso y Fomento Equino de Occidente.Esos triunfos multiplicaron la leyenda del animal. Se llegó a exigir a toda persona interesada en el semen de Patrimonio un registro genealógico de la yegua que se iba inseminar, a fin de preservar la raza del animal.Curiosamente, la simiente de Amadeus, padre de Patrimonio y considerado el mejor caballo de paso fino colombiano de todos los tiempos, tenía un costo diez veces menor. Patrimonio fue un caballo de moda, explica un juez de Fedequinas. Por esa época, la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), manifestó que con el ánimo de democratizar los servicios de los caballos, se dispondrá (sic) la venta a las diferentes asociaciones del semen o pajilla de los reproductores. El gobierno no sólo ordenó confiscar el semen de los animales entre ellos el de Patrimonio- sino que resolvió bajar el precio de las pajillas, a fin de que todos los caballistas accedieran al ejemplar.Eso, seguramente, fue un duro para los aficionados que alguna vez pagaron una fortuna por el esperma de Patrimonio que pasó de venderse en US$15.000 a US$1.500 (casi $3 millones).No se jubilaTras la extradición de Valencia y luego de ser condenado por un juez de Tampa, Florida, Estados Unidos, a pagar una pena de 40 años de prisión, la DNE cedió a Asdeoccidente la administración del criadero La Luisa, otrora uno de los mejores criaderos de caballos de paso del país, según Fedequinas. Y es allí donde permanece el caballo, como un ejemplar más, sin lujos. Si alguien no lo conoce, pasa desapercibido. Hoy, la simiente de Patrimonio, según la asociación, vale escasos $2320.000. Para mí es el caballo número uno en la reproducción del paso fino. Hoy, sus hijos y sus nietos son referencia en cualquier campeonato y a pesar de que no alcanzó la alzada, su fuerza, su andar, son asombrosos, sostiene Rocío Garzón, directora editorial de la revista Fedequinas.A la fecha Patrimonio tiene tres hijos campeones del mundo: Insólito, campeón mundial en Cali 1997; la yegua La Encuesta, campeona reservada en el mundial de República Dominicana 2001, y Tormento de La Virginia, campeón mundial en Medellín 2003. El último, Tártaro del Encuentro, fue declarado Fuera de Concurso en el 2008. Y sus nietos ya suenan, como Tormento de la Guajira. A sus 20 años, Patrimonio dejó de ser un referente no sólo porque sus hijos lo pueden superar, sino porque, como lo dijo un juez equino, ya no está de moda. Y eso en los caballos es como una ley inalterable: ejemplar que esté sonando hay que apostarle. Y Patrimonio ha dejado poco a poco de sonar, como también lo hizo su dueño, hoy tras la rejas.