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Diez años tardaron en entregar las casas a damnificados de tragedia de Bendiciones

A la tragedia de la avalancha que sepultó a 38 personas en este corregimiento de Buenaventura, se sumó la de una larga década esperando un techo.

12 de abril de 2016 Por: Lina Marcela Díaz | Reportera de El País

A la tragedia de la avalancha que sepultó a 38 personas en este corregimiento de Buenaventura, se sumó la de una larga década esperando un techo.

Aún los relatos de la tragedia que marcó la vida de 217 familias bonaverenses siguen vivos, como ese  12 de abril, cuando  las veredas Bendiciones y La 40, sobre la vía a Buenaventura, quedaron sepultadas por una avalancha de tierra y lodo.

“Era la 1:00 de la mañana, la gente me llamaba pidiendo auxilio, muchos  ya no estaban en las casas porque buscaban la salida por la montaña, fueron dos comunidades totalmente desaparecidas”, rememoró  Lucila Martínez, asesora del Consejo Comunitario de Alto y Medio Dagua.

Esa madrugada todo fue confusión, los que pudieron  fueron a parar a albergues temporales en el Coliseo del Centro en zona urbana de Buenaventura y la Pastoral Social, algunos pocos llegaron a casas de familiares. Ese 12 de abril de 2006, la avalancha  no solo se llevó más de 100 viviendas del sector, también terminó con la vida de 38 personas.

Hoy, después de diez  años, las historias son lucha, espera  y  esperanza.  Ulpiano Riascos no estaba en el momento en el que sucedió la tragedia. Él  venía de pescar, pero al ver el mar sucio imaginó lo que pasaba. Después de la angustia que vivió por varias horas, en las que  no supo  de su familia, hoy agradece que podrá volver a vivir en techo propio, aunque le falte la titulación. 

Se refiere a las 226 casas de la Ciudadela de La Esperanza, que  el Gobierno construyó a diez kilómetros del sitio de la tragedia para reubicar  las familias damnificadas, 217 de Bendiciones y La 40, y 9 para habitantes  de Peñas Lisas, quienes sobrevivieron a una avalancha similar en octubre de 2011.

 “Gracias a Dios, porque es un orgullo para uno que por fin cumplieron los que estuvieron al frente de todo; mucha gente no lo vio, mi mujer perdió la vista hace años, por eso ahora no puede ver la casa con sus propios ojos”, lamentó Ulpiano.

“Para mí es una alegría, ya vamos a cumplir diez  años, pero al menos ya tengo dónde estar con mi familia, pedimos que nos colaboren también para tener el agua potable”, mencionó José Antonio Campo, habitante de la Ciudadela La Esperanza.

Las historias de la tragedia son similares, personas que sienten nostalgia porque perdieron a sus allegados y amigos, pero también  por   quienes no alcanzaron a ver las viviendas donde iban a ser reubicados.

 “Fueron muchos los que murieron esperando las casas, por ejemplo don Juan Pablo Angulo, Rosario Vargas y Cundumí Castillo”, comentó Lucila.

Un década de lucha

Inmediatamente  después de  la tragedia, las familias comenzaron a sentir los estragos de la situación que estaban viviendo, sin casa, hacinados en albergues y con pocas posibilidades de recuperar lo que habían perdido. Eran algo así como  desplazados por la naturaleza.

La Alcaldía de entonces gestionó  ante el Gobierno Nacional para atender a los damnificados y  mientras se reconstruían las viviendas,  recibieron un subsidio de arrendamiento.

 “El subsidio lo recibieron por cuatro años, de ahí no se les dio más nada”,  denunció Lucila. Es decir, que durante seis años, las familias de Bendiciones han estado a su suerte, viviendo con la esperanza de la anhelada entrega de las casas.

El entonces alcalde Bartolo Valencia atribuyó la demora de diez años de un programa de vivienda que no  toma más de un año, a la falta de articulación entre los gobiernos nacional, departamental y local. 

Cada 12 de abril, aniversario de la tragedia, es tradicional oficiar una  eucaristía en el lugar donde las familias lo perdieron todo, y las protestas a las afueras de la Alcaldía también hacían parte de la conmemoración por los incumplimientos de los gobiernos nacional, departamental y local.

Los sobrevivientes de la tragedia vivieron el drama  mientras los ex alcaldes Saulo Quiñones, José Felix Ocoró y Bartolo Valencia intentaban dar respuestas a las demoras que se presentaron en el largo proceso.

En diciembre  pasado, bajo la administración saliente, culminó la construcción de las unidades habitacionales, y en un acto protocolario las asignaron a cada familia.

 Sin embargo, el pasado viernes, cuatro días antes de cumplir una década del desastre, los damnificados volvieron a protestar porque esperaban la entrega de las llaves de las viviendas y la actividad fue suspendida sin previo aviso.

 “El sábado pudimos entregar las llaves a las familias, no los vamos a abandonar, los requerimientos adicionales que tengan las casas se le enviarán al contratista”, explicó  Marcial Minotta, director técnico de vivienda de la Alcaldía de Buenaventura.

  Aún les hacen falta los títulos de propiedad, trámite que está en proceso y que sería el final de una década de lucha y aguante por parte de la comunidad.

[[nid:525996;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/04/b4abril12-16bendiphoto03.jpg;full;{Las familias esperan para poder trasladarse a las casas nuevas, que tienen 90 metros cuadrados, 42 de ellos construidos. Foto: José Luis Guzmán | El País}]]

Eusebio Aramburo, habitante de La 40,  donde vivían 32 de  las 38 víctimas, dijo que el proyecto se alargó porque primero le agregaron los damnificados de Peñas Lisas (2011) y luego, la gente del corregimiento de Triana, que había que reubicar. 

“Por otra parte, el terreno era complicado  para construir las terrazas, porque había mucha humedad y había que sacar toda esa tierra”, dijo Aramburo.   

Manuel Riascos, presidente del Consejo Comunitario del Alto y Medio Dagua,  como muchos damnificados, hoy tiene más esperanzas que antes. 

“Lo que era una utopía en un tiempo ya es una realidad”,  dijo.

Aunque el sueño de tener casa propia está por  cumplirse hoy, cuando se hará la entrega de las llaves, a los damnificados les preocupan los títulos de propiedad, las calles que aún faltan por pavimentar y verificar que  el servicio del agua potable funcione, pues según Aramburo, en algunas de ellas las tuberías están tapadas y el agua no corre bien.

“Les damos gracias a las personas que hicieron posible esto, diez años esperando la casa, y hoy ya estamos cerca de poder disfrutarla, pero esperamos tener el título de propiedad, porque si no nos los dan es como si no tuviéramos nada”, concluyó  María Luisa Mosquera, damnificada.

Aportes El distrito de Buenaventura  aportó $700 millones de pesos para la compra del lote, y  $1500 millones para las obras de urbanismo. El Fondo de Calamidades  aportó $1200 millones de pesos para la construcción de 226  viviendas de las familias  afectadas, 217 en Bendiciones.  Hoy, a las 9:00 a.m.,  el padre John Reina  oficiará la Eucaristía  en La 40, donde está la cruz, en  memoria de las víctimas en el sector de Bendiciones al cumplirse diez años de la tragedia. Angélica Rivas,  beneficiaria del programa, dijo que la demora estuvo en la  construcción de la Ptar, porque era difícil de realizar,  y en el acueducto, cuyo trayecto era muy largo para que llevara el agua a todas las casas.

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