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Damnificados de Bendiciones, abandonados por el Estado durante conmemoración de la tragedia

El obispo de Buenaventura, monseñor Héctor Epalza Quintero, manifestó su molestia por la ausencia de los funcionarios de la Alcaldía, la Gobernación y el Gobierno Nacional en la eucaristía de los 10 años de la avalancha.

12 de abril de 2016 Por: Redacción de El País, Buenaventura

El obispo de Buenaventura, monseñor Héctor Epalza Quintero, manifestó su molestia por la ausencia de los funcionarios de la Alcaldía, la Gobernación y el Gobierno Nacional en la eucaristía de los 10 años de la avalancha.

En la conmemoración de los 10 años de la avalancha de Bendiciones y La 40, las víctimas de la tragedia volvieron a sentir como el Gobierno y el resto de la comunidad les dio la espalda una vez más.

A la tradicional eucaristía que se realiza cada 12 de abril, solo asistieron el Obispo de Buenaventura, Monseñor Héctor Epalza Quintero, acompañado de dos sacerdotes; miembros del Consejo Comunitario; y los afectados. La ausencia de los funcionarios de la Alcaldía, la Gobernación, y el Gobierno Nacional, brilló como nunca.

Una mesa de madera con un mantel blanco, unas 70 sillas y el obispo y los dos sacerdotes oficiando la eucaristía, fueron testigos de la poca importancia que tuvo la conmemoración de una década de uno de los peores desastres naturales que ha vivido Buenaventura.

Durante la conmemoración, las quejas de los beneficiarios de las viviendas que se entregaron oficialmente hace cuatro días no se hicieron esperar.

"La mía el día que la abrí estaba más o menos, pero ahora que llego veo que hay casas inundadas, porque los sifones están tapados, ayer (lunes) con el aguacero bajó mucha agua de las quebradas y fue a dar a las casas", dijo Clara Inés Ávila, una de las beneficiarias.

Al igual que ella, 225 familias más recibieron las llaves de sus viviendas el pasado sábado, después de que tuvieron que realizar una protesta para presionar la entrega, que venía postergándose desde el mes de diciembre.

"No podemos ocupar las casas porque no hay energía, ni agua, una cantidad de problemas que no sabemos cuando las van a solucionar, personas que han tenido problemas en otras partes del país y ya tienen casas y nosotros con 10 años y nada", dijo Fabian Bravo, otro beneficiario.

Molestia por la ausencia 

Además de las inconformidades por las condiciones en las que recibieron las viviendas, el obispo de la ciudad, Monseñor Héctor Epalza Quintero, manifestó su molestia por la ausencia de los funcionarios de la Alcaldía.

"Con todo respeto la ausencia de la Administración me impresiona. No hay ninguna persona. Yo creo que esta comunidad merece que se le trate con cariño, bondad", dijo el obispo.

Po su parte, el padre Jhon Reina, de la Pastoral Social, quien ha hecho un seguimiento exhaustivo a todo el proceso desde que ocurrió la tragedia, reiteró que hace falta más compromiso para que por fin los damnificados tengan condiciones dignas para vivir.

"Ya se entregaron las viviendas, pero hacen falta que solucionen el tema del agua y  la energía. Eso no va a suceder hasta que se arreglen algunas trabas de la administración con la Epsa", comentó el sacerdote.

A su turno, el representante del Consejo Comunitario del Alto y Medio Dagua, Manuel Riascos, reconoció los esfuerzos que se han hecho por tener la Ciudadela La Esperanza, pero admitió  que el proceso ha sido demasiado largo. "En medio de tanto abandono estatal esto es un granito de arena, porque a mucha gente le tocó retornar sin más que las ganas de seguir luchando", mencionó. Lo que falta Otra de las problemáticas que presentan estas viviendas, que además de los servicios públicos, también presentan averías por grietas y tejas rotas, radica en la falta de titulación de los predios. Este proceso, según la administración distrital, estaría listo en poco tiempo. Sin embargo, aún no se ha definido una fecha exacta. Asimismo, la falta de suministro de energía en las viviendas, a pesar de que ya están instalados los contadores, también es otra de las falencias que ha dejado un sinsabor a los damnificados. Pero las dificultades para esta comunidad no terminan ahí. El colegio y el puesto de salud, cuyas estructuras ya se han deteriorado por el tiempo, no tienen dotación, y la comunidad aún no sabe cuando entrarán en funcionamiento. Las familias damnificadas solo están a la espera de que después de una década de no vivir en buenas condiciones, el estado pueda devolverles en su totalidad un poco de lo que perdieron el 12 de abril de 2006, cuando la historia de sus vidas se partió en dos. 
Testigos de la tragedia José Riascos: "Eran como las dos de la mañana,  mi hermano salió de la casa y no volvió más nosotros salimos de la avalancha, pero a él lo cogió el río, pensábamos primero que él iba en el bus de adelante para buenaventura, pero a los dos días nos dijeron que ya se había muerto que apareció muerto". María Nelly Maldonado: "Estaba lloviendo como desde las 3 de la tarde, llovió toda la noche yo le dije a mi hijo que se levantara y que nos fuéramos para arriba, el me dijo quedémonos acá, donde hubiéramos salido no existíamos, hacia donde pensábamos ir ahí cayó mucho lodo, y se vino todo el derrumbe, la casa quedó entre el derrumbe, perdimos todo, llorábamos de vernos encerrados, y Dios nos mandó a muchas personas que fueron las que nos sacaron". Manuel Riascos: "Yo acaba de llegar, cuando nos amanecemos y lo primero que nos encontramos es con la magnitud de la tragedia, mucha tristeza dolor e impotencia de no poder hacer nada, gente llorando, nostalgia y tristeza por tantos muertos".

 

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