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Con ayuda de la comunidad, Versalles cumple un año sin homicidios

Reunidos en el parque principal, los habitantes del ‘Pesebre del Valle’ conmemoraron un año sin homicidios. Historias de retorno y de quienes desde sus labores cotidianas hicieron que este municipio del Norte volviera a ser ejemplo para el departamento y el país.

14 de septiembre de 2012 Por: Mónica Garzón Valencia | Reportera de CartagoHoy

Reunidos en el parque principal, los habitantes del ‘Pesebre del Valle’ conmemoraron un año sin homicidios. Historias de retorno y de quienes desde sus labores cotidianas hicieron que este municipio del Norte volviera a ser ejemplo para el departamento y el país.

Mientras relata la dantesca escena, el miedo que sintió aquel 11 de abril se apodera de su mirada y apenas si puede ocultar la indignación que le produjo verse reducida por ese sujeto armado.Ese año 1992 ó 1993, no recuerda muy bien, quizá no lo desea, Luz Helena Jiménez Arias esperaba, como de costumbre, viajar desde su natal Versalles hacia Cartago.“El transporte llegó a mi casa y noté que iban otros cuatro hombres. Aunque me pareció incómodo, lo abordé”, asegura antes de agregar que quedó en medio del conductor y uno de los pasajeros.No habían transcurrido 20 minutos del trayecto cuando uno de los sujetos le gritó al conductor que se detuviera. “Sacó un arma y le disparó en cuatro ocasiones al que iba a mi lado”, relata señalando la cicatriz que le dejó una de las balas que impactó en su pierna.Días después, la mujer supo que aquella víctima fatal era un policía encubierto. Nada la había preparado para ese momento, ni siquiera el saber que su pueblo se estaba convirtiendo en la guarida de células sicariales al servicio del narcotráfico. Sin querer saber más, tomó a sus tres hijas y se fue a vivir al municipio de Jamundí, donde estaban sus padres.Hoy, casi 20 años después de esa tragedia, Luz Helena se encuentra nuevamente en su casa de ‘La tierra prometida’, como llama a Versalles. Decidió volver cuando supo que era el lugar ideal para vivir. No en vano durante el último año ha ocupado el primer lugar en reducción de homicidios en el Valle del Cauca. Al igual que Luz Helena, Sandra Viviana García salió del municipio hace ocho años buscando más oportunidades para su familia. Llegó a Cali, pero fue justo allá donde uno de sus niños estuvo a punto de ser secuestrado, razón por la cual se trasladó a Palmira, donde la realidad también estaba lejos de la tranquilidad que buscaba.“Decidí volver a mi Versalles y mis hijos están felices. Salen sin ningún problema, incluso aquí estrenaron sus bicicletas, lo que no pudieron hacer donde vivíamos porque no era seguro”, indicó.Como ellas, el pasado lunes 8.206 habitantes del ‘Pesebre del Valle’ celebraron un año pacífico. Y la pregunta es ¿cómo logró este municipio reducir a cero la cifra de muertes violentas?Según su alcalde Darío Rodríguez, la vinculación de la comunidad a las labores de seguridad ha ayudado a este resultado: “A Versalles no llega un foráneo sin que las autoridades no sean avisadas, la gente está pendiente de quién es su vecino, a qué se dedica, porque no quieren que la historia se repita”.De procedencia campesina y quien pese a su cargo aún vive en Puerto Nuevo, corregimiento ubicado en límites con el Cañón del Garrapatas, ha experimentado en carne propia la zozobra de vivir cerca de uno de los corredores más importantes para el negocio del narcotráfico.“Desde niño he visto como todos los actores de la violencia se paseaban por allí, señalando incluso a la gente de auspiciar a unos u otros. Por fortuna esas escenas ya no se ven”, agrega.Con él concuerda el intendente Carlos Eduardo Delgado, comandante de la Estación de Policía de este ‘remanso de paz’, como ha sido conocido por años, quien se propuso concienciar a la ciudadanía sobre la importancia del trabajo mancomunado.Oriundo de Pasto, llegó a esta población hace tres años y, además de visitar los barrios, capacita a la comunidad a través de la radio y el canal de televisión local en ese propósito.“Nos damos a la tarea de ir a la comuna, visitar la gente que llega, preguntarle a qué vino, de dónde viene”, asegura el uniformado que desde hace un año dedica su tiempo y el de los once hombres a su cargo al trabajo social.De hecho, dice que alcanzó a tener seis llaves de casas encomendadas por las familias que salieron huyendo en épocas de violencia y que hoy no tiene ninguna, pues la gente volvió a reiniciar su vida.Pero en Versalles todos ponen su granito de arena, desde el párroco Diego Fernando Osorio Ramírez, que en sus sermones siempre alude a la paz y la reconciliación.

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