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"Cali tiene la oportunidad de volver a ser cívica": Walter Ricardo Cotte

El Subsecretario de la División de Programas de la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja, habló sobre cómo Cali debe asumir los desastres naturales y la violencia.

8 de noviembre de 2014 Por: Diana Carolina Ruíz | El País.

El Subsecretario de la División de Programas de la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja, habló sobre cómo Cali debe asumir los desastres naturales y la violencia.

Walter Ricardo Cotte es caleño de nacimiento y voluntario de la Cruz Roja de corazón. Su camino en las labores humanitarias lo comenzó a los diez años, en el pabellón de niños quemados del Club Noel de la ciudad.El primer acercamiento con la resiliencia fue disfrazarse de payaso y sacarle sonrisas a aquellos pequeños pacientes que afrontaban la adversidad de sus dolencias. Con esas ‘payasadas’, como él las llama, aprendió a que ayudar a ser feliz a los otros era gratificante y que podía hacerse gratis. Son 45 años de experiencia al interior de la Cruz Roja que lo involucraron en la atención de inundaciones como las del río Cauca, coordinar la evacuación de personas tras la toma del Palacio de Justicia y rescatar gente en la tragedia de Armero.Desde hace dos años, Cotte, de 55 años, es el subsecretario de la División de Programas y Servicios de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Vive en Ginebra, Suiza, y esta semana volvió a reencontrarse con Cali, después de muchos años de ausencia.Lo hizo gracias al Foro Mundial Sobre Resiliencia Comunitaria que terminó ayer en Cali, donde fue invitado especial para hablar de cómo las comunidades del mundo pueden reponerse a las adversidades propias de fenómenos climáticos, de la guerra y sus conflictos.En entrevista con El País, Cotte da su visión sobre la Cali que lo vio nacer. Dice que tiene todas las oportunidades para volver a ser cívica. ¿Por qué Cali se convirtió en el epicentro de este foro mundial?Cali es una ciudad simbólica en todos los sentidos, aquí la resiliencia es algo real. En la Cali en la que yo nací no había violencia, éramos de fiestas, lo más importante en ese entonces era saber de poesía, saber bailar y nadar, hacer cola para esperar el bus, saber respetar el derecho de los otros, divertirse sanamente. Después, la ciudad cambió por efectos y presiones externas, porque se le abrieron las puertas a todo el que necesitó ayuda y buscó oportunidades después de terremotos, emergencias y hechos del conflicto. Su resiliencia fue afectada gravemente, se salió de las manos el control y equilibrio de los ciudadanos, y eso generó consecuencias de violencia, desbalance y el civismo se perdió. Pero lo que veo es que la ciudad tiene una experiencia para mostrar sobre cómo ha empezado a recuperar esa resiliencia, porque la tiene en la memoria.Hoy en la ciudad hay preocupación por la violencia. Aunque los homicidios han bajado, se siente temor frente a situaciones como ataques sicariales en centros comerciales o sitios públicos...Acabo de estar en Gaza, Siria y otros países donde la violencia es demencial, como la que hay en Colombia, en Buenaventura y algunos barrios de Cali. Pero esas violencias tienen factores comunes: la pobreza, la delincuencia organizada que no está suficientemente controlada, la incomunicación con la sociedad civil, la estigmatización de grupos étnicos, sociales e ideológicos, la falta de argumentación positiva. ¿Cómo combatir la violencia?La violencia se combate con calidad de vida, con derechos recuperados y ejerciendo deberes ciudadanos. En Cali se están tratando de garantizar servicios públicos, educación, cultura, recreación. La Cruz Roja está trabajando en zonas marginadas, difíciles, Potrerogrande, Siloé, para lograr esa resiliencia, allí también trabajan la Alcaldía, la Gobernación y el Gobierno Nacional. Me acuerdo que en Cali antes peleábamos con argumentos y nunca se llegaba a la violencia física. Lo que creo que pasó es que mientras la mayoría de personas en la ciudad madrugaba a trabajar, había una minoría que se dedicaba a hacer daño, a la plata fácil a través de la delincuencia y esa minoría se tomó la ciudad y dañó su equilibrio. Hoy, Cali tiene la oportunidad de recuperar su resiliencia, la de hace 30 años, para volver a ser esa ciudad cívica que todos conocimos. En medio de la violencia de ciudades como Cali, se adelantan los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc. ¿Cuáles serán los retos que se deberán asumir en un posible escenario de postconflicto?El tema del conflicto le corresponde a todos los ciudadanos. Se requiere una participación social seria, balanceada, muy humanitaria, más que política, pero sobre todo aprender a perdonar. También hay que ejercer unas labores de indemnización, mejora de condiciones de aquellos que fueron víctimas o familiares de las víctimas en todo sentido, para que se sientan incluidos y que esa pérdida que tuvieron no sea una pérdida total, que se daría si nunca se lograra la justicia y la reparación. En ese sentido Colombia ha hecho unas labores importantes en los últimos años, todo eso es la base para conseguir la paz.El otro tema que concentró el foro de esta semana fue la resiliencia frente a la atención de desastres. ¿Cómo ve a Cali en esa materia?Cali ha aprendido mucho a manejar desastres, y , en general, creo que en Colombia el Gobierno Nacional ha hecho un esfuerzo enorme de crear un sistema fuerte, con una composición de entidades públicas, privadas y comunitarias. La gestión de riesgo es participativa y eso lo hace resiliente. Sin embargo, hace tres años, por ejemplo, las inundaciones no solo en Cali sino en todo el país dejaron ver, según expertos, las falencias en prevención y posterior atención de damnificados...Las inundaciones son el principal reto de Colombia. Lo que nos han enseñado es que sabemos responder ante ellas, pero nos cuesta mucho. Atender mensualmente a una persona cuando está afectada por una inundación, cuesta entre US$7 y US$14. Si hiciéramos prevención, nos costaría US$1 al mes por persona, se ahorraría mucha plata. La tarea de la prevención es de todos, pero particularmente del Estado. También hay que pasar del asistencialismo a la resiliencia, desarrollar procesos fuertes y comunidades capaces de sobrevivir a la adversidad. ¿Qué más hay que mejorar?En la implementación de tres tipos de resiliencia: La estructural, que es la que se da con inversión en obras que nos permitan controlar las cuencas y moderar volúmenes de agua que se transportan por las redes hidráulicas; también se necesita resiliencia funcional, es decir el desarrollo de sistemas de investigación, comunicación, reacción e integración comunitaria, que haga que la gente se entere de lo que necesita para tomar decisiones; y la resiliencia social, que la gente aprenda a tener cultura frente a la gestión del riesgo.En Cali, en el jarillón del río Cauca, que cuida a la ciudad de una posible inundación, muchas personas instalaron viviendas y tomaron este lugar como su hogar permanente ¿Cómo fomentar cultura en estos casos? Se necesita cultura por parte de las comunidades para no tapar cañerías, no botar basuras, esa cultura de que la gente no viva sobre diques de ríos como pasa en Cali, donde hay 7500 familias encima de la estructura de protección del río Cauca en Aguablanca. Se ha logrado comenzar a trasladar a la gente y aumentar la altura del dique. La soluciones que se planteen para crear resiliencia siempre tienen que estar equilibradas. Yo no creo que un alcalde o gobernador puedan resolverlo todo, se necesita masa crítica que ayude al cambio, por parte de jóvenes, mujeres organizadas, adultos mayores, niños en los colegios, prácticas positivas en comunidad.

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