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Así erosionó la peste de la politiquería a la CVC

Pese a que el propósito del gobierno del ex presidente César Gaviria era optimizar el funcionamiento de las corporaciones autónomas del país, la Ley 99 de 1993 terminó convertida en una iniciativa lapidaria para la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC.

23 de enero de 2011 Por:

Pese a que el propósito del gobierno del ex presidente César Gaviria era optimizar el funcionamiento de las corporaciones autónomas del país, la Ley 99 de 1993 terminó convertida en una iniciativa lapidaria para la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC.

Pese a que el propósito del gobierno del ex presidente César Gaviria era optimizar el funcionamiento de las corporaciones autónomas del país, la Ley 99 de 1993 terminó convertida en una iniciativa lapidaria para la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC.Esa es la conclusión a la que llegan analistas cuando se detienen a mirar la manera como ese articulado echó por la borda la labor de destacados dirigentes, que con su trabajo hicieron que hasta mediados de los 90 la CVC fuera orgullo del Valle y ejemplo a seguir en el país.En esencia, la Ley 99 de 1993 lo que hizo fue romper el cerrojo que le permitió a la CVC orbitar durante 40 años lejos de la esfera política porque modificó la estructura administrativa, amplió los órganos directivos y circunscribió la maniobrabilidad de la entidad al Valle del Cauca, que antes operaba en otras regiones.El “epitafio” para la CVC, dicen los analistas, estuvo en el Artículo 24 de la ley, que ordenó que ya no habría uno, sino tres órganos directivos: “Asamblea Corporativa, Consejo Directivo y Director General, lo que facilitó la llegada de politiqueros más interesados en el contratación que en conservar el medio ambiente”.“Cuando se creó la Ley 99 había una euforia ambiental. No contábamos quienes de alguna forma le apostábamos a la democracia participativa en la capacidad de cooptación de grupos políticos clientelares en entidades como la CVC”, explicó el ex director Alejandro Delima.“La CVC aún con Ley 99 se manejó en varios periodos con criterio técnico. El espíritu original de la ley se perdió fue en el Congreso porque el proyecto hablaba de visión ecosistémica y sale del Congreso departamentalizado. Hablaba de 16 corporaciones y del Congreso salió con 32 . Es decir, la voracidad empieza cuando algunos congresistas ven la posibilidad de apropiarse de algunas corporaciones, como en efecto sucedió” señaló Delima.Esta situación desembocó en la intervención del Gobierno a la entidad, decretada el pasado viernes en la noche junto con la de las otras 32 Corporaciones Ambientales Regionales. Pero antes de que los políticos se la tomaran por asalto, la CVC se dedicaba a velar por el desarrollo del Valle, el manejo de los recursos naturales y la generación eléctrica, dejando como prueba de ello un paquete de megaobras entre las que se destacan las represas de Salvajina, Anchicayá y Calima. Óscar Mazuera, quien dirigió durante cerca de 15 años la CVC, cree que el éxito de la corporación era que operaba como una empresa privada moderna y era apolítica. “Al modificarse la estructura, se fue dejando de lado el mejoramiento permanente en la gestión y se trató de darles gusto a quienes intervenían en el Consejo Directivo, que ahora tienen una representación demasiado amplia”.Por su parte James Ortega, funcionario de la CVC y subdirector regional de Sintrambiente, señaló las diferencias entre las labores de antes y las de hoy. “Antes de la Ley 99 de 1993 la CVC cumplía funciones específicamente de desarrollo económico y social, pero con la reforma pasó a ser una autoridad ambiental con unas funciones más de administración de los recursos naturales y del medio ambiente”. El juego de banderillasCon la entrada en vigencia de la Ley 99 de 1993, que abrió el boquete por cual se coló en los cargos directivos la dirigencia política, se empieza a ‘descuartizar’ la entidad hasta llevarla a la situación que condujo a su intervención.La siguiente estocada la sufrió en junio de 1994 con el Decreto 1275, que le quitó a la entidad el componente de electricidad y le pasó a la Empresa de Energía del Pacífico, Epsa las funciones de generar, transmitir y distribuir energía. Para Ramiro Tafur, consejero de la CVC, es indudable que ese fue un golpe muy fuerte. Delima cree que eso era previsible, pero que lo grave fue haber vendido. “Cometió un error histórico la dirigencia del Valle al permitir vender ese componente cuando debió juntarlo con Emcali y armar una gran entidad de generación, distribución y venta de energía, pero hoy la energía del Valle es de Antioquia”.El tercero y definitivo golpe se le dio en el 2007, cuando el grupo político del ex senador Juan Carlos Martínez y Juan Carlos Abadía tomó control de la empresa.Para el ex director Mazuera “la politización se acentuó con la llegada a la Dirección de José William Garzón, quien reconoció que hizo arreglos con Martínez. “Hasta el 2007 hubo alguna participación, pero no como hoy que los políticos se tomaron por asalto la administración”.También terminó jugando en contra de la CVC, dicen, la participación que en sana igualdad se otorgó a las ONG ambientales, indígenas y negritudes “donde algunos delegados olvidaron lo ambiental por ir tras el presupuesto y algunos contratos”.“No hay duda que las ONG participan activamente en la contratación y manejan buena parte de los recursos y no debería ser así porque no es el patrimonio de ellas, sino el de los vallecaucanos”, dijo Tafur, quien indicó la necesidad de reformar la junta para que haya “más gente técnica que propenda el manejo ambiental y menos por sus propios intereses”.“Con el cambio en la estructura entraron a las directivas personas que ante el menor ofrecimiento burocrático o económico, terminaron obedeciendo a intereses clientelistas”, aseguró Delima.La ‘hecatombe’Según Mazuera, la politiquería en la entidad alcanzó su clímax hace exactamente cuatro años, cuando llegó a la Dirección José William Garzón. El propio Garzón reconoció en entrevista concedida a El País que comprometió el manejo de la empresa al grupo del ex senador Martínez para que éste lo apoyara para posesionarse como cabeza de la CVC.“Acepto amistades. Cuando vine al Valle, y luego de ganar el concurso (de méritos), entendí que sin los votos que acompañan al senador Martínez era imposible ocupar el cargo. Hablé con él y me apoyó, y siempre le tendré gratitud”, dijo Garzón en noviembre del 2008 a El País.De un plumazo borraron la memoria histórica de la CVC y el esfuerzo que hizo la entidad en preparar al personal se fue por la borda para dar paso a los recomendados políticos, según fuentes de la Corporación, donde sostienen que esa misma politiquería fue la que sacó a Garzón, quien se negó a cumplir acuerdos a sus jefes partidistas.Para funcionarios de la CVC es claro el papel de los senadores Dilian Francisca Toro y Roy Barreras para sacar de la arena a Garzón, lo que les significó una participación burocrática importante.“Para ser politiquero hay que ser cínico. Cómo puede Roy Barreras pedir que se acabe la politiquería, cuando todo mundo sabe que el Jefe de Planeación anterior, que fue un desastre, fue recomendados por él; y que la regional Suroccidente la maneja un recomendado suyo”, aseguró Ortega.El senador Barreras le salió al paso a las declaraciones del sindicato y aseguró que no tiene a nadie en el Consejo Directivo, que no tiene cuotas burocráticas y que ha sido él una de las personas que más ha insistido en la necesidad de intervenir las CAR para alejarlas de la politiquería. “Porque a la CVC hay que cambiarle el rumbo para que deje de ser el coto de casa de algunos políticos locales”.La muestra de la decadencia en la que ha entrado la CVC, señalan funcionarios, es que en ocasiones los permisos ambientales ya no se tramitan ante la entidad, sino ante algunos congresistas.

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