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Polémica por papel de Enrique Santos en las negociaciones de La Habana

Algunos creen que ha contribuido a dinamizar los diálogos y otros dicen que afecta la institucionalidad.

1 de diciembre de 2015 Por: Lorena Beltrán | Colprensa

Algunos creen que ha contribuido a dinamizar los diálogos y otros dicen que afecta la institucionalidad.

En septiembre pasado el presidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las Farc, alias Timochenko, anunciaron en un encuentro histórico que el acuerdo de justicia, uno de los más complejos y discutido,  estaba listo. Lea también: Santos envió a su hermano a La Habana, para reunirse con 'Timochenko'

Sin embargo, con el paso de los días se reveló que la puja en la mesa de La Habana seguía candente. Hasta que Enrique Santos, hermano del Jefe de Estado colombiano, llegó a la isla la semana pasada para tratar de destrabar la negociación.

 El hermano del Presidente arribó a Cuba entre críticas y apoyos porque hubo quienes consideraron que la designación eclipsó la labor de los negociadores oficiales, y quienes calificaron su mediación como símbolo de confianza para el Gobierno y las Farc. 

La misión

Esta vez Enrique Santos fue  a llevarle al máximo cabecilla de las Farc una propuesta para cambiar el modelo de negociación. Es decir, que las delegaciones se reúnan en una especie de cónclave hasta alcanzar un acuerdo. 

La reunión dejó como resultado la aceptación de la guerrilla de adoptar este sistema. Y, al parecer, recibió  como beneficio el indulto a 30 guerrilleros presos en cárceles del país, que cumplen condenas por  rebelión. 

Antes de esto, el hermano del Presidente ya había ido dos veces a Cuba. Una, en noviembre del 2013, y la otra, en abril pasado, después de la masacre de diez soldados en el Cauca.

En opinión de algunos analistas, luego de tres años de negociación y 45 ciclos en la mesa, la aparición  de Santos como un factor dinamizador ha sido positiva para los diálogos.

Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, considera que no se está afectando la labor de De la Calle, puesto que el hermano del Jefe de Estado actúa como un emisario, no como un plenipotenciario. “Creo que el proceso necesita un mediador, la idea de que haya este cónclave es buena y Enrique Santos puede ser un mediador porque tiene la confianza tanto del Gobierno como de las Farc”.

 No obstante, advirtió que no es un mediador ideal, pues no tiene las capacidades técnicas ni la independencia para aportar en temas como la justicia o la dejación de armas.

En ese punto, Clara López, presidenta del Polo y miembro de la Comisión Asesora de Paz,  aseguró que a estas alturas un mediador ya no es necesario.  “Me parece que están en los últimos detalles y si logran en el cónclave salir adelante, es mejor así”.

Una opinión similar tuvo el exasesor de paz Lázaro Viveros, quien aseguró que los diálogos continuos han traído logros  como la creación de la comisión de búsqueda de desaparecidos o el anuncio de la subversión de detener el reclutamiento de  menores de edad.

Consideró que “no se puede olvidar que fue Enrique quien inició este proceso hace varios años y, gracias a su gestión, se logró abrir esa posibilidad de ponerle fin al conflicto armado”. 

Sin embargo, Camilo Gómez,  exalto comisionado de Paz durante el gobierno de Andrés Pastrana, opina  que es necesario aclarar en qué condición viaja Enrique Santos a La Habana. 

“Nadie sabe si viaja a destrabar un problema muy grande, en calidad de negociador del Gobierno, si reemplazará a De la Calle o a Jaramillo. Los colombianos tenemos derecho a saber qué fue lo que negoció Enrique Santos”, señaló Gómez, refiriéndose al lobby que supuestamente habría hecho el hermano del Presidente para indultar a los miembros de las Farc.

En ese sentido, el constituyente Carlos Holmes Trujillo  aseguró que, antes de entrar en una negociación ininterrumpida, el Gobierno debe alcanzar un consenso  frente al acuerdo de justicia y el mecanismo de refrendación de lo pactado, porque “esta situación podría llevar a un fenómeno de desbordamiento que sembraría factores de inestabilidad en el futuro”.  

¿Y los políticos?

Como era de esperarse, el Centro Democrático reaccionó ante la presencia de Enrique Santos con críticas sobre “el irrespeto a la institucionalidad”.

El senador Alfredo Rangel señaló que fue un claro mensaje de que Humberto de la Calle no pudo cumplir con lo encomendado. “Y si (De la Calle) tuviera un poco de dignidad, debería renunciar porque ha sido relevado de su cargo y de sus funciones”.

Por su parte, la senadora Paloma Valencia rechazó que supuestamente el hermano del Mandatario colombiano  esté cumpliendo funciones públicas que “deberían ser transparentes y conocidas por el país”. 

El senador de la U, Mauricio Lizcano, defendió la presencia de Enrique y aseguró que su labor dinamizó los diálogos, pues su visita se enmarcó en un gesto de desescalamiento por parte del Gobierno, y un consenso con la guerrilla para iniciar el cónclave. 

“Hay que reconocer que el Presidente es el director técnico del proceso de paz y le corresponde tomar la decisión de mover sus fichas. Él tiene unos negociadores oficiales, pero en cualquier momento puede presentar uno o mover otro”, dijo el congresista.

La historia En septiembre del 2010,  cuando apenas iniciaba su primer mandato, el presidente Juan Manuel Santos le pidió a su hermano Enrique integrar el equipo negociador del Gobierno con las Farc. La petición tuvo eco en la guerrilla, pues el periodista conocía a sus jefes y sabía de su interés de sentarse a negociar.  Fue entonces cuando Enrique se reunió con los encargados del acercamiento: Sergio Jaramillo, Frank Pearl, Lucía Jaramillo, Jaime Avendaño y Alejandro Éder. La gestión del hermano del Jefe de Estado  llegó hasta la firma del Acuerdo General de La Habana, el 26 de agosto de 2012, fecha en la que inició la fase pública del proceso y en la que él  decidió abandonar el equipo. Se dice que Enrique Santos ha sido un acompañante tras bambalinas y que hace aportes  a la mediación política cuando ocurren momentos en los que la negociación del proceso se ‘empantana’ y, según él  mismo, ocurre así para  “evitar figuraciones innecesarias”.

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