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"Los colombianos deben entender que no puede haber abstención": Humberto de la Calle

Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador de las Farc, asegura que el 3 de octubre “debemos estar unificados en que no hay violencia buena”.

26 de septiembre de 2016 Por: Miguel Garrido y Argemiro Piñeros | Colprensa

Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador de las Farc, asegura que el 3 de octubre “debemos estar unificados en que no hay violencia buena”.

A pocas horas de la firma  del acuerdo para poner fin a la  guerra con las Farc,  la posibilidad de que las cosas no marchen como debe ser en cuanto a la implementación de los acuerdos de La Habana, y que la gente no entienda que se necesita del concurso de todos, son  aspectos que le preocupan a Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del Gobierno, quien revela que con 40 proyectos de ley se buscan llenar esos posibles vacíos. Cronología: los momentos claves del proceso de paz con las Farc.

¿Cómo ve el país hoy, frente al de hace cuatro años? Está más polarizado. Hay una altísima temperatura política. La polarización no es mala en sí misma; es más, la democracia es un sistema que alberga diferencias de pensamiento y se construye sobre la diferencia, pero la democracia tiene que tener métodos para resolver las contradicciones, y el plebiscito es eso precisamente.  ¿Qué debería pasar el día siguiente de la firma del plebiscito? Deberíamos hacer un compromiso de acatar el resultado, cualquiera que sea. Debemos valorar la dejación de armas de las Farc y luchar contra la  corrupción, mejorar la política, llevar al disco duro de todos los colombianos el tema de que no hay violencia buena, y luego trabajar en la equidad. Algo que le preocupe… Que el 3 de octubre se prolonguen esas discusiones por diferencias en pro y en contra, siendo ese el momento de unión de los colombianos.  Al iniciar las negociaciones, ¿cuál pensó que iba a ser el tema más duro de manejar en la mesa? Siempre pensé que era el relacionado con la justicia y así fue. Y es que este tema arrancó de puntos muy opuestos, de visiones muy diferentes. El tema de la dejación de armas era algo muy fuerte también, aunque es claro que debe ser una de las conclusiones de un proceso como este. ¿Por qué las Farc le dijeron sí al presidente Santos y no lo hicieron con Pastrana u otros gobiernos? No hay una respuesta única. Creo que desde la izquierda ha venido creciendo la idea de que el terreno electoral es mucho más fructífero que el de las armas...  Algún día dije, y creyeron que era un chiste, que la fuerza más conservadora de Colombia eran las Farc. Me ratifico en ese punto, las Farc impidieron muchas de las movilizaciones de carácter social en el país. Todo esto generó un entorno en el exterior y en Colombia de fuerzas que le transmitieron a la guerrilla que ya pasó el momento de las armas. Este es un edificio que se  ha construido por muchos gobiernos. ¿Cómo analiza  las posturas de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe? Pastrana y Uribe cooperaron con el logro de la paz. Pastrana abrió la guerrilla, fue más conocida para nosotros y mejoró la capacidad militar. El doctor Uribe logró un cambio en la correlación de Fuerzas Militares. La verdad no he entendido por qué ellos, que deberían estar cobrando su éxito, se han encargado de enturbiar su propio legado. Deberían estar cobrando lo que hicieron en el pasado. ¿Qué piensa de las versiones sobre el castrochavismo en Colombia? Al principio me parecieron un chiste, me sonreía, pero con el tiempo empecé a ver que había gente que las creía. Hoy ha bajado la creencia, pero aún hay personas que creen. Hay cierta desconfianza, y es válida, pues hemos sufrido mucho. Las Farc han cometido hechos que hacen que el escepticismo sea razonable, pero hay garantías en el acuerdo para todos. Lo esencial no es que las Farc cambien de ideología, eso no va a ocurrir, lo importante es que el método no sea el uso de las armas. El juego legítimo de la democracia es que se respeten las reglas del juego.  Nosotros negociamos de manera genuina y leal. Si las Farc tienen algún éxito electoral, hay que respetarlo en la medida de que hayan cumplido los compromisos, como ocurrió con el M-19, que desde que firmaron la paz ha trabajado en democracia. ¿Políticamente, a quién impactará más  la llegada de las Farc a la política? Creo que el miedo no lo deben tener los partidos; es más, los beneficiados serán todos. Mire, en la propia izquierda va a haber una recomposición de fuerzas y cada una querrá mantener la unidad. La izquierda no es fácil y ahora habrá un nuevo protagonista. Las fuerzas de centro van a recibir un influjo benéfico en la medida en que tanto el Estado como las Farc cumplan los compromisos. Y si de la derecha más dura se trata, pues es claro que la presencia de un rival ideológicamente fuerte les puede convenir para acentuar su discurso. ¿Y cómo ve la política desde la llegada de ese grupo al Congreso? Se va a ver una política más dura, más ideológica, pero también más moderna y contemporánea. Los partidos tradicionales tienen que prepararse porque en el nuevo escenario van a pesar más las ideas y la discusión política y menos el clientelismo. ¿Qué tanto daño le va a hacer al nuevo escenario de paz la presencia del ELN, las bandas criminales y demás actores ilegales? La paz es un proceso más profundo, lento y difícil de lo que se ha hecho hasta ahora y de lo que se verá hasta el 2 de octubre. El ELN está ad portas de un proceso de paz, aunque con un obstáculo por el tema del secuestro. Con las bandas criminales el único camino que hay es el del sometimiento. Los colombianos deben distinguir lo logrado con las Farc, la búsqueda de la paz y el cierre del conflicto con ese grupo, esto frente a lo que va a suceder con otros movimientos. El expresidente Uribe propone una paz en otros términos. ¿Han  entendido esa paz, sí hubiera sido mejor esa paz a la alcanzada? Las expresiones mejor o peor son términos relativos. Nosotros tenemos la certeza de que el acuerdo alcanzado fue el mejor  posible. Desde el Centro Democrático se reclama la renegociación… ¿De verdad creen que eso se puede lograr? Eso es una ilusión. Usted cree que el 3 de octubre, si ganara el No, las Farc van a alzar la mano y decir: Ahora sí me quiero ir para la cárcel… Me parece que la postura de quien vote No es absolutamente respetable. Lo que sí me parece es que quien asuma esa postura medite bien las consecuencias, para que no vaya a pasar lo que pasó en el Reino Unido cuando unos aprobaron la salida de la Unión Europa, y al día siguiente muchos se preguntaban aterrados qué había sucedido.  ¿El Estado está preparado para la implementación de la paz? Con Rafael Pardo, consejero del Posconflicto, y el director del DNP, Simón Gaviria, se tiene una clara misión de lo que implica el flujo de recursos para atender las necesidades del posconflicto. Hay un proceso de alistamiento en materia jurídica y legal, estamos detectando las necesidades de desarrollo de procesos legales para poder concretar lo que viene. Prevemos alrededor de 40 proyectos de ley. Somos un país en el que la burocracia demora mucho los procesos. ¿No le preocupa eso? El Estado colombiano habitualmente es tan incapaz, y la burocracia es tan lenta, que realmente esa sí es una preocupación grande para mí. Tenemos que ser capaces de cumplir muy rápidamente para no caer en las estadísticas que existen acerca de que procesos exitosos se retrotraen en los primeros años porque el Gobierno no es capaz de cumplir. A eso se suma el que la gente no es capaz de entender y acoplarse.  ¿Qué términos se han fijado para esos proyectos? Tenemos una hoja de ruta clara en lo significa la implementación inmediata, como son temas legales y la puesta en marcha de la jurisdicción, y estamos dando pasos para preparar el tema de justicia. En esto ya se está trabajando. Hay temas a largo plazo, como los rurales, pues se requieren recursos y la situación fiscal del país no es la mejor. Pasar el plebiscito con apenas el umbral o una ventaja muy corta es peligroso para la credibilidad, ¿no? Los colombianos deben entender que ese día no puede haber abstención. Los jóvenes y todos los colombianos deben sacarse de la cabeza que ese conflicto es de las regiones y no de las ciudades. La violencia en la periferia del país tiene sus ecos en la ciudad. Este debe ser un interés de todos. No se puede predecir un nivel de votos para el 2 de octubre, pero creemos que la votación debe ser abrumadora, es necesario que el apoyo sea masivo, mayoritario. ¿Los colombianos entienden a esta altura que este proceso va a cambiar la vida de cada quien? Espero que sí. Ojalá la gente entienda que, por ejemplo, se busca saldar una deuda con el campo colombiano. Los países vecinos han logrado recuperar el campo, se avecina una escasez de alimentos, y Colombia debe prepararse para eso. Algo similar pasa con lo político, pues se dio la apertura de instrumentos de participación, el narcotráfico a todos nos concierne. Esta agenda es nacional, es para todos, no solo para las Farc. ¿Estos 50 años de guerra han llevado a que no sepamos perdonar? A los desafíos económicos y de justicia están los espirituales.  Mientras una violencia se justifique como buena porque lucha contra otra, ese es el problema. El 3 de octubre debemos estar unificados en que no hay violencia buena, y que la justicia privada debe ser desterrada de Colombia. El país no va a cambiar si seguimos justificando la violencia que ejercemos en la pregunta de quién empezó… eso significa que espiritualmente nos falta evolucionar. La única fuerza legítima es la del Estado aplicada conforme a la Constitución. Las fuertes condenas contra las Farc desde la gente del común son válidas, porque cometieron crímenes, pero a la par hay silencio frente a otras violencias y otros crímenes. ¿Cómo califica al presidente Santos? La decisión de emprender este camino hay que reconocérsela, fue un acto de enorme valentía. Para él hubiera sido más fácil seguir administrando este conflicto lleno de sangre, de secuestros, de violaciones de derechos humanos. Esta fue una decisión de enorme valentía. Además hay que valorar su liderazgo para conducir el proceso e ir más allá y haber promovido el plebiscito. Hubo personas que le dijeron que eso no se necesitaba, que solo bastaba con la firma de él y de ‘Timochenko’.

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