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Los aciertos y desaciertos de un proceso de paz que quedó herido

Los analistas creen que el nivel de desconfianza hacia las Farc no disminuyó a pesar de sus tímidos anuncios de perdón a las víctimas. También creen que el plebiscito no fue tomado como el mecanismo para refrendar los acuerdos sino un castigo, ¿por qué?

3 de octubre de 2016 Por: Gerardo Quintero Tello | Jefe de Cierre de El País

Los analistas creen que el nivel de desconfianza hacia las Farc no disminuyó a pesar de sus tímidos anuncios de perdón a las víctimas. También creen que el plebiscito no fue tomado como el mecanismo para refrendar los acuerdos sino un castigo, ¿por qué?

Una campaña efectiva en redes sociales y centros urbanos por parte del Centro Democrático, el evidente rechazo que generan las Farc, el desgaste de la imagen del presidente Juan Manuel Santos y la falta de una estrategia para explicar las bondades del acuerdo son algunas de las razones que llevaron al triunfo del No en el plebiscito por la paz, realizado ayer en Colombia.

Además de lo esbozado inicialmente, también quedó claro que el expresidente Álvaro Uribe sigue siendo un factor determinante en la política del país. A pesar de que sus índices de popularidad hayan tenido un leve descenso, no se puede desconocer que el líder del Centro Democrático tiene un poder de convocatoria y un caudal de seguidores irrestrictos que ningún contradictor puede desdeñar. 

Hábilmente, el líder del Centro Democrático planteó una estrategia en la que combinó verdades a medias, ataques al Presidente  y los acuerdos y la concentración de la campaña del No en departamentos en que este partido se sabía fuerte, caso Antioquia, el Eje Cafetero, Huila, Tolima, Santander, Cundinamarca. De esta manera el país quedó dividido en dos franjas, el No que votó mayoritariamente en el centro del país y la periferia que se fue con el Sí.

El presidente Santos se jugó por un plebiscito (que no tenía que convocar porque la Constitución le otorga un mandato para buscar la paz) a sabiendas que su nivel de popularidad no superaba, en muchos casos, ni siquiera el 25%. Entonces, tal como lo plantearon varios analistas, el plebiscito por la paz no solo se convirtió en el mecanismo para refrendar unos acuerdos con el grupo guerrillero, sino que también muchos ciudadanos lo entendieron como la posibilidad de dar un voto castigo a un gobierno de capa caída, cuya única bandera era este proceso de paz.

A esto se le suman los desaciertos de las Farc, como sus tímidos anuncios de pedir perdón unos días antes del plebiscito, no ceder más en sus pretensiones  y las declaraciones acaloradas de Jesús Santrich contra el Fiscal y del mismo Timochenko diciendo que el sobrevuelo de los aviones de guerra habían sido una provocación. Esa actitud de estar siempre listos para la confrontación dejó  un sinsabor y acrecentó el desnivel de desconfianza hacia las Farc.

El politólogo e internacionalista de la Universidad Icesi, Juan Pablo Milanese, sostiene que este proceso con las Farc polarizó el país (un poco más de 50.000 votos separan al No del Sí) y los resultados del plebiscito demuestran que en la práctica hay tres países: uno que está con el proceso, otra mitad que no y un 62% que no tiene ningún interés en participar y deja la decisión a una pequeña minoría. Fue precisamente el alto nivel de abstención (participación fue de solo el 38%), superior a la registrada en elecciones presidenciales, el que abre uno de los mayores interrogantes. ¿Pasó en Colombia lo mismo que en el Reino Unido con la votación del ‘brexit’ y la sorpresiva salida de la Unión Europea? Tanto en Inglaterra como en Colombia los jóvenes se vieron  poco en las calles y aunque en redes sociales fueron muy activos por el Sí, a la hora de concretar el voto éste no se hizo efectivo. 

¿Qué escenario queda? Indudablemente el gran perdedor es el presidente Santos, quien queda con una muy escasa capacidad de maniobra, pues su mandato ya está pronto a terminar. El expresidente Uribe y su Centro Democrático pusieron contra las cuerdas al gobierno y lo están conduciendo a un plan b que en reiteradas oportunidades el Jefe de Estado negó que tuviera. 

Su llamado a todas las fuerzas políticas para analizar los pasos a seguir en el proceso con las Farc, incluyendo al gran ganador de la jornada (El CD) es un claro mensaje de la necesidad de Santos de recuperar oxígeno político. ¿Pero está dispuesto el CD a sentarse con el Presidente en los niveles actuales de pugnacidad y cuando este partido puede reclamar que ganó la partida? ¿Es viable para las Farc sentarse a negociar con un gobierno perdedor y desgastado políticamente? Los siguientes días decantarán en gran medida estos interrogantes, pero lo cierto es que el proceso de paz con las Farc quedó gravemente herido.

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