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Fotos curiosas de la entrega de armas | Foto: Colprensa

FARC

Las curiosas anécdotas del histórico desarme de las Farc en el Meta

Fotos, música llanera, comida y cerveza, acompañaron la entrega de todas las armas individuales de las Farc a la ONU.

27 de junio de 2017 Por: Argemiro Piñeros / Colprensa 

La única orden, y tal vez la de menor importancia, ordenada por las Farc hoy que no se cumplió al pie de la letra por parte de los guerrilleros fue el camino de honor que les abrieron para llegar a la inmensa tarima en donde asistirían al último acto de dejación de las armas, que por más de 50 años empuñaron, para en adelante solo 'librar batallas' con la palabra, tal y como lo decía un inmenso pendón.

“Compañeros cerremos el costado y abramos la calle de honor acá por la derecha, dijo el comandante Losada”, decía de manera insistente una guerrillera que en una carpa hizo las veces de la zona VIP de los jefes de la guerrilla; pero casi a la par otra robusta mujer le daba el mismo mensaje a sus compañeros para que hicieran la calle de honor, pero por el centro.

Luego de unos minutos, el camino a seguir fue por la mitad, el cual sirvió para que Rodrigo Londoño y otros seis miembros del comando central, entre ellos Pablo Catumbo, Carlos Antonio Losada, Rodrigo Granda y Joaquín Gómez, deambularan unos 50 metros entre los gritos de viva la paz.

Unos minutos antes Londoño o el comandante 'Timochenko', había sido la figura especial del momento. Primero lució metido en un cambuche, al estilo de los que ocupó en el monte por muchos años, en donde estaba sentado con una franela y arreglando los detalles de un discurso que pronunciaría, luego en medio de vítores y muchos aplausos.

Y sin ser una de esas conferencias guerrilleras de hace años, al cambuche que es como una sala de recepción acá en la zona veredal Mariana Páez –una guerrillera que murió en combate por la región- fueron llegando sus compañeros de comando, un breve saludo que estuvo pasado por los flashes de cámaras, celulares y varias videocámaras que grabaron lo que fue un momento histórico.

Presuroso y evadiendo a los micrófonos 'Timochenko' salió a un cita muy especial a tomarse fotos con más de un centenar de guerrilleros que hicieron de manera ordenada y juiciosa la fila para tener el recuerdo.

“Compañero le tocará esperarse al comandante Timo porque esto nunca más lo volveremos a ver”, le comentó un guerrillero de unos 40 años, delgado y alto, a su compañero de momento, él, más bajo y algo corpulento, asintió con un leve movimiento de la cabeza y una contundente frase de sí le 'tocó que espere'". 

'Timochenko' escuchó muy presto un par de joropos que le dedicó el grupo instrumental llanero con el que se iba a cerrar la dejación de las armas. Mientras oía, se tomaba fotos con más guerrilleros, posaba sin querer queriendo a las cámaras que no le perdían paso, incluso hasta en los momentos en que se alejó para ir a unos arbusto a orinar.

“Colega no, no, no, espere, que el va para el baño”, gritó una guerrillera que hacía las veces de camarógrafa y de manera presurosa tuvo que deshacerse de los audífonos que tenía terciados en su cabeza.

Los minutos pasaban y esperaban al presidente Juan Manuel Santos, en el entretanto Jiménez y los demás comandantes esperaban sentados ahí en la gran carpa, uno de ellos Pablo Catatumbo, se levantó, se corrió a un lado y con un camarada suya le reveló el único lamento que tenía este día

“Lástima que no nos liberaron a toda nuestra gente para que estuvieran acá”, expresó Catatumbo. 

Unos metros fuera de la carpa las más de 400 sillas se empezaron a llenar. A un costado los invitados especiales y funcionarios, mientras que en el otro se ubicaron los guerrilleros que ya hoy habían dejado las armas y esperaban atentos a las últimas palabras de su jefe.

Pero ellos no estuvieron solos, la mayoría lo hicieron en compañía de sus familias, algunos incluso estuvieron con los papás, mientras que unos más estuvieron de la mano de sus compañeros de combate, con quienes ahora esperan construir un hogar, en el cual los hijos ya están presentes.

Y como todo acto público, no faltó el 'vivo' del momento, en medio del corre corre de la jornada aparecieron algunos avisos de la Universidad de los Llanos, que aprovechó la ocasión para hacerse la propaganda gratis.

La ceremonia arrancó, los ánimos fueron creciendo y los cientos de guerrilleros prestaban atención. Algo sobrios para el himno nacional, unos pocos lo cantaron, pero en lo que sí estuvieron unidos fueron en los aplausos para el comandante Timo, en especial cuando dijo que dejaban las armas. La sobriedad volvió al momento del discurso del presidente Santos.

El acto recordó a su manera al nobel Gabriel García Márquez, quien en muchas ocasiones compartió con la dirigencia e impulso el proceso de paz. En esta ocasión al finalizar el discurso de Jiménez, salieron a volar centenares de mariposas, en especial amarillas, como las que citó Gabo de Mauricio Babilonia.

Santos si fue sorprendido por la guerrilla en algunos momentos de su discurso, como por ejemplo cuando fueron levantándose más de una docena de avisos, hechos en cartulina y con varios errores de ortografía, en donde le reclamaban que sus presos políticos (los guerrilleros que aún no han sido indultados) salgan pronto de las prisiones.

Y ese reclamo se lo hicieron al oído cuando iba saliendo. Unos en medio de la foto se lo decían, y fue tan sólo hasta cuando una guerrillera que le gritó a su compañero Romero a que gritaran. “Oiga Romero gritémosle a ese señor, ¿es qué les da miedo?”, de inmediato su orden se cumplió, “que los liberen a todos”.

Mientras que el presidente Santos se iba con su comitiva muy raudo, aprovechando que una nube se posaba sobre el cielo y hacía difícil que salieran los helicópteros en los que llegaron, allá en la gran carpa estaba servida la mesa para el Timochenko y los comandantes, un plato de la tradicional mamona llanera les esperaba, acompañada de cerveza, gaseosa o de agua si alguno ya guarda la línea.

Al frente, bajo una pequeña carpa que estaba rodeada de cientos de sillas estaban entregando la mamona para el grueso del piquete de guerrilleros, no era en plato, era en una bolsa en donde iba el trozo de carne, la papa y la yuca, vianda que también alcanzó para los vecinos del sector que desde muy temprano empezaron a llegar a la zona.

Con el compromiso de que la paz ha llegado y se fue la guerra, la zona veredal de Mariana Páez, en Buenavista, en Mesetas, empezó a quedar con sus habitantes que hoy son permanentes, pero que en cuestión de dos meses estarán saliendo para hacer su vida sin las armas

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