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"He perdonado, pero las Farc deben decir la verdad": Ángela Giraldo

Ángela Giraldo, hermana de Francisco, uno de los diputados asesinados por las Farc, dice que la verdad no debe quedar solo en las manos de los perpetradores de violencia.

16 de mayo de 2017 Por: Paola Andrea Gómez, Jefe de Información de El País.

“Debemos ser conscientes de que la paz no es la ausencia de conflictos, sino la decisión de resolverlos pacíficamente, y en este contexto la construcción de paz está en manos de cada uno de nosotros, por lo que no podemos permitir que se convierta en un pulso político, partidista, ni ideológico...”

Así piensa Ángela Giraldo Cadavid, hermana de Francisco Javier, uno de los once diputados del Valle asesinados por la Farc en cautiverio, Y quien además hizo parte de la mesa de víctimas en La Habana y ha sido asesora de Paz del Valle. 

La  politóloga que trabajó ardua e infructuosamente en la búsqueda de un Acuerdo Humanitario que permitiera la liberación de los diputados, habló con El País sobre el perdón que para ella no equivale a impunidad u olvido; sobre la larga espera de nueve años sin que las Farc digan la verdad a cerca de la muerte de sus seres queridos y sobre lo que Colombia ganará  con la paz: 

Las familias de los diputados enviaron una carta a La Habana para exigir la verdad de lo que pasó con los suyos. ¿ Por qué cree que las Farc no han dicho qué fue exactamente lo ocurrido, sabiendo que esta fue una de las peores atrocidades que cometieron?

Lo que pasó con los diputados del Valle del Cauca se ha hecho público de varias maneras. Las Farc difundieron videos de cómo planearon, se entrenaron y llevaron a cabo el operativo del secuestro.

Del asesinato también existen varias pruebas: el comunicado del comando suroccidente de las Farc queriendo eludir la responsabilidad; luego fueron incautados los computadores de Raúl Reyes, Alfonso Cano, Pablo Catatumbo en donde existen evidencias de cómo asesinaron a los diputados. Y también están las declaraciones de Sigifredo López, diputado que sobrevivió a la masacre que aunque no vio pudo escuchar lo sucedido.

¿Esperan ustedes, ya en la final de la negociación entre el gobierno y las Farc, que se sepa por qué asesinaron a sus familiares?

Las Farc deben pedir perdón a la sociedad vallecaucana y a Colombia entera por este execrable crimen que nos estremeció a todos, deben mostrar arrepentimiento y comprometerse con no volver a tomar las armas ni a secuestrar. La verdad se reconstruye entre todos. Ellos deben decir todo lo que saben. La verdad no debe quedar solo en las manos de los perpetradores de violencia.

Usted estuvo en La Habana, en representación de las víctimas de las Farc. ¿Logró pedirles explicaciones a los negociadores de la guerrilla?

Muchas gracias por esta pregunta pues  me permite aclarar que no fui a La Habana en representación de las víctimas de las Farc, ni siquiera viaje en representación de mi familia. Tampoco iba a confrontarlos, ni a hacer un careo, ni siquiera a hablar con ellos. Eso lo pregunté antes de viajar a Fabrizio Holschild, coordinador residente de Naciones Unidas, monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana,  y Alejo Vargas de la Universidad Nacional. Ellos nos dejaron muy claro que nuestra función era dar testimonio de lo que sufrimos por causa del conflicto armado. 

Nuestro testimonio fue personal, el dolor no se delega, ni se representa. Eso fue lo que hice, hablar desde el corazón sobre lo que había vivido a causa del conflicto, dar argumentos de porqué se debía terminar de una vez por todas la lucha armada.

Como partícipe de este proceso, ¿Cómo ha visto la negociación con las Farc? ¿Qué cree que está haciendo falta, ahora que queda poco para el fin de la misma?

No existe una negociación ideal. Siempre quedaran faltando cosas. Lo importante es poner fin al conflicto armado y que se busquen soluciones definitivas a los problemas reales de Colombia: la corrupción, narcotráfico, injusticia y desigualdad social, entre otros. La guerrilla es el mal menor de nuestra sociedad, pero es la mejor justificación para que las políticas no lleguen a las zonas marginales del país.

Las Farc no son más de 4 mil hombres y el ELN 2 mil. La violencia es mayor por causa del narcotráfico, la delincuencia común y la intolerancia, que por causa de la lucha antiterrorista. No obstante si no se busca la solución al conflicto armado con las guerrillas siempre existirá esta cortina de humo que tapa la realidad del país.

En una columna reciente escribió que el Centro Nacional de la Memoria menciona la masacre de los diputados del Valle de manera tangencial. ¿Qué llamado haría a las entidades encargadas de recopilar la memoria del conflicto, en relación con el caso de los diputados?

Es necesario que se delegue a un equipo investigador para que recopile los documentos, pruebas, videos y testimonios de lo sucedido con los diputados del Valle. Que recuperen la información de las fuentes primarias. Y que además visiten a las familias y amigos para que no se pierda la memoria de los diputados, del trabajo social y político que estaban haciendo por sus lugares de origen y por el departamento. Deben hacerse documentales sobre la vida y obra de los diputados, para que las próximas generaciones conozcan el horror de la violencia y nunca se vuelva a repetir.

Recordaba también en ese escrito uno de los últimos mensajes su hermano: “He aprendido a perdonar a los que tanto sufrimiento nos han ocasionado’ y que de alguna manera esa fue una inspiración. ¿Cómo logra uno perdonar con heridas de la guerra en el alma?

Es importante tener claro que el perdón no es olvido. Nunca voy a olvidar lo que las Farc le hicieron a mi hermano. Uno nunca olvida la pérdida de un ser amado pero aprende a convivir con su ausencia. La decisión de perdonar es un acto personal, es reconciliarse con la vida y brindar la oportunidad de un futuro mejor para las próximas generaciones. Este es un perdón personal no es un perdón judicial. Obviamente esperamos que se haga justicia.

Para eso estará  la Justicia Transicional que contempla el proceso de paz. Las Farc serán juzgadas, se dictaran condenas y pagaran por sus delitos.

¿Por qué cree que a diferencia de ustedes  hay colombianos que sin vivir el conflicto no respaldan el proceso de paz?

Todos los colombianos queremos la paz. El Gobierno debe aumentar sus esfuerzos en la difusión de la información sobre las negociaciones, esto debió hacerse desde el inicio del proceso. Los ciudadanos debemos consultar las fuentes primarias para no dejarnos llevar por los mitos y mentiras que se tejen en torno al proceso. La gente tiene miedo porque se especula mucho y se dicen muchas mentiras al respecto. No es cierto que se le esté entregando el país a la guerrilla, ni menos al Castrochavismo. Los cinco puntos acordados entre el Gobierno Nacional y las Farc no son nada diferente a lo que puede haber en cualquier plan de desarrollo local.

Usted que ha trabajado en el tema de paz, incluso como Asesora de Paz en el Valle, ¿cree que en este departamento estamos preparados para el Posconflicto?

Llevamos años implementando proyectos de posconflicto. En el Valle del Cauca se han realizado retornos de población desplazada por la violencia. Colombia tiene una de las leyes más completas de atención a víctimas, se están limpiando los campos de minas antipersonal.

La cooperación internacional lleva años en Colombia acompañando procesos de sustitución de cultivos ilícitos, desarrollo rural, igualdad de género, trabajando con las minorías étnicas, generando capacidades para construir planes de desarrollo participativos. Los proyectos se implementarán en la medida que existan las necesidades. El conflicto debe terminar para utilizar esos recursos en proyectos de impacto y desarrollo social y económico.

Nueve años después de la partida de su hermano, ¿cómo lo recuerda? ¿Qué momentos junto a él sobresalen en la memoria?

Mi hermano era alegre, soñador, cariñoso, generoso, muy familiar, buen amigo y especialmente entregado a los demás. Recuerdo las últimas vacaciones juntos. ‘Pacho’ – como le decíamos- quería que pasáramos la Navidad de 2001 en la Costa Atlántica. Hizo todo para que así fuera, nos ayudó a financiar los tiquetes aéreos y la estadía. Viajamos mi mamá, mi papá y mis hermanos. Nos divertimos mucho, celebramos el 24 en Cartagena y el 31 en Santa Marta. Mi familia siempre ha sido muy unida. Al año siguiente, en diciembre de 2002, Francisco estaba secuestrado y mi papá había muerto. La vida cambia de un día para otro, hay que disfrutar cada momento, nunca se sabe qué pasará luego.

 

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