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Preocupación justificada

Es justificado el temor que han manifestado los vecinos del estadio Pascual Guerrero por la decisión de abrir de nuevo las tribunas al público para los partidos de fútbol.

4 de julio de 2017 Por: Editorial .

Es justificado el temor que han manifestado los vecinos del estadio Pascual Guerrero por la decisión de abrir de nuevo las tribunas al público para los partidos de fútbol.

Durante los últimos años, el barrio San Fernando y los sitios públicos han sido escenarios de intolerancia y violencia por cuenta de quienes se ponen una camiseta para cometer fechorías.

Cada vez que se celebra un partido las barras bravas se toman las calles y todo puede suceder, como se demostró el pasado 24 de mayo.

Para evitar eso se necesita de un ejercicio de autoridad que garantice la seguridad tanto dentro del estadio como afuera de él.

Los vecindarios cercanos al Pascual Guerrero no pueden ser más víctimas del vandalismo y la violencia de quienes creen que todo lo pueden hacer a nombre de un equipo de fútbol.

Si bien hay que reconocerle a la Administración Municipal su intención de contener los desmanes dentro del Pascual, también es necesario insistir en que las calles aledañas deben ser protegidas del vandalismo y la violencia contra quien las transite.

Evitar los desmanes es responsabilidad de las autoridades, pero también recae sobre los equipos, que deben comprometerse a tomar las medidas para que el fútbol no convierta a los estadios en tierra de nadie y las vías en escenarios de conflicto.

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